Los ‘Caretos’ de Villalfeide y la jirafa que alumbra la luz y la fertilidad, protagonistas el Domingo de Carnaval

Celebración del antruejo de Los Caretos en Villalfeide.

Agencia ICAL

Dicen en Villalfeide que sus ‘Caretos’ “no son los más bonitos”, pero están orgullosos de haber recuperado una tradición, una fiesta pagana que se dejó de celebrar en los años 80 y que volvió a las calles en los 90 gracias al impulso y el esfuerzo de un grupo de amigos que, tras preguntar a los mayores, desarrollaron de nuevo su hilo conductor.

Varios personajes enmascarados protagonizan este peculiar antruejo en la Montaña Central Leonesa: la vieja y dos animales zoomórficos, como son un toro, que se repite en muchos de estos pueblos, y una jirafa. “Creemos que alguien vio la figura de una gomia, que es una calavera de caballo, en otros lugares; se fijó en ese personaje y elaboró una jirafa que corre el Carnaval desde hace muchos años”, explica a Ical Alma Tascón, una de las portavoces que apoya la organización de esta celebración, que ha vuelto este año tras no llevarse a cabo en 2021 y 2022 por la pandemia.

Su función es asomarse a las ventanas más altas de las casas para animar a la gente a salir. Se trata de una estructura de madera, en la que dos personas van debajo y conforman la silueta de jirafa, y que se puede asomar hasta el segundo piso de una vivienda unifamiliar, con el consiguiente susto de los moradores.

Todo el mundo en Villalfeide, una población con alrededor de 60 habitantes durante el año, sabe que los ‘Caretos’ se van a celebrar el llamado ‘Domingo Gordo’, como denominan al Domingo de Carnaval. Por eso, prefieren no juntarse para vestirse, más allá de cada familia, porque todos saben que la fiesta se celebra, pero se mantiene el desconocimiento, tapados con las caretas, hasta el último momento.

La forma de elaborar las máscaras curiosas se abandonó hace tiempo por cuestiones de existencias. Es decir, hoy en día aún se utilizan cajas de cartón para fabricarlas, pero antaño se pintaban con carbón en polvo, que se mojaba, y con la mezcla se teñían estos elementos a los que después se les rodeaban con cuernos. Hoy las caretas se pintan de negro, pero sin utilizar un carbón difícil de adquirir. Como vestimenta, las mantas traperas que habitualmente se colocaban entre el colchón y el somier.

Hoy en día, la Junta Vecinal y un grupo de habitantes organizan la parte de antruejos en Villalfeide, un ritual que no dejó de celebrarse durante la dictadura, como sí sucedió en otros. Además, se mantiene en el tiempo lo que en la localidad llaman los 'torreznos', algo que antes se hacía habitualmente los Martes de Carnaval y que hoy se lleva a la jornada dominical. Se piden los 'torreznos', como un aguinaldo, y la gente da huevos, aceite y otros alimentos. Una semana más tarde se preparó una comida entre todos.

A día de hoy, es todo como una representación teatral, con pasacalles y el ritmo de la pandereta, que contribuyen a escuchar “una canción muy típica, muy antigua, siempre la misma, que no tiene ni nombre”, según explica Tascón. Mientras el sol de la mañana da paso a tiempo de vermú, los caretos tiran la ceniza, como símbolo de fertilidad, sobre la calle ya los pies de la gente. Y el sonido del cencerro recuerda a los habitantes de la Montaña que pasan de un periodo de oscuridad al de la luz.

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