Algunos apuntes sobre la ciudad de León hasta la Edad Moderna

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Diago Fidalgo

La urbe leonesa, surgida del primer asentamiento de la legio VI romana, vivió su época de mayor esplendor en la alta edad media. La “idea imperial leonesa” había permitido la construcción de un gran núcleo urbano referente en la península ibérica.

La capital del viejo reino fue perdiendo poder institucional y político a favor de otra ciudad, Valladolid. En 1348, con la peste negra, León vivió un duro revés demográfico, del que ya no se sobrepuso hasta bien entrado el siglo XIX.

Tan sólo en la baja edad media se llevó a cabo el recrecimiento de la ciudad con la construcción de las cercas medievales

Urbanísticamente, el plano de su recinto, apenas sufrió modificaciones de importancia. El casco viejo fue hijo del campamento diseñado por los romanos asentados en la unión del río Torio y el Bernesga. Tan sólo en la baja edad media se llevó a cabo el recrecimiento de la ciudad con la construcción de las cercas medievales que insertaban en la ciudad al antiguo barrio artesano.

El inicio del siglo XVI, para las diferentes tendencias históricas, esta marcado por las divergentes opiniones sobre la fecha en la que se inicia la época moderna. El linde entre lo medieval y lo moderno, dependiendo de los autores consultados, se estima entre los años 1492 y 1513.

Para la ciudad de León como para el reino de Castilla e incluso el de Aragón, la muerte de la reina Isabel en noviembre de 1504 sumó al reino y a la ciudad en una profunda tristeza. Pero del mismo modo, supuso el inicio real de una nueva época histórica que ya se dejaba ver con la unión de los reinos de Castilla y Aragón en el enlace real de los monarcas católicos.

La reina castellana dejó un recuerdo bastante positivo entre el vulgo leonés, no en vano, tras su coronación como reina en Segovia, fue capaz de poner freno a las ambiciones del concejo de la capital y de los propios mandatarios leoneses que mantenían una situación de opresión bastante importante sobre la población de la capital del viejo reino como consecuencia de los réditos heredados de gobiernos anteriores.

Si la figura de Doña Isabel había sido importante para el pueblo de León, el rey Católico no lo fue menos, ya que allá por el año 1493, por el mes de marzo, Fernando acudió a la ciudad de León con motivo del traslado desde Sevilla de los restos del centurión romano San Marcelo (patrono de la capital leonesa) desde Tánger. Posteriormente, en 1513 el cuerpo del santo fue ubicado en una capilla construida para albergar sus restos.

En la ciudad de León, los hebreos habían ocupado oficios de industriales, recaudadores de rentas públicas, artesanos, etc.

Además, León sufrió, como el resto del reino, abatares propios de la férrea religión cristiana y en 1492, justo antes de iniciarse el siglo XVI, cuatro meses después de la conquista de Granada, vio como los Reyes Católicos publicaron un edicto de expulsión contra los judíos, los que habitaban en la ciudad corrieron la misma suerte que los de otras zonas, abandonar sus posesiones con gran pena al tener que vender en un muy corto espacio de tiempo todo lo que pudieron, de las propiedades que no se llegaron a vender se hizo cargo el estado con una orden de enajenación en pública subasta. Muchas de estas posesiones pasaron a ser propiedad del Cabildo. En la ciudad de León, los hebreos habían ocupado oficios de industriales, recaudadores de rentas públicas, artesanos... Eran propietarios de grandes extensiones de terreno en el barrio de Puente Castro que pasaron a manos del consejo y del cabildo de la Catedral de León.

Sin duda, en esta época cronológica, León estaba dominada por dos grandes familias nobles: los Quiñones y los Guzmanes. Estas estirpes fueron protagonistas en el siglo XVI, ya que muchos de los miembros de la nobleza leonesa salieron de la ciudad para conquistar el nuevo mundo. Los Guzmanes, por ejemplo, también fueron protagonistas de uno de los hechos más comprometidos de la primera mitad del siglo XVI al apoyar a los comuneros sublevados. Apoyo que también recibieron del cabildo de la Catedral de León.

Por lo que se refiere a la arquitectura de la ciudad de León desde el siglo XIV con la conclusión de la ampliación de la ciudad y como consecuencia de la perdida de poder institucional, el entramado urbano no ha sufrido demasiados cambios. Tan sólo, en los siglos XIV y XV, se asientan en la ciudad emigrantes campesinos ante la pobreza en la que están sumidos como protagonistas directos de las crisis de los campos en esos siglos. Estos nuevos habitantes se instalan en la ciudad y forman gran parte de los artesanos que habitan en los barrios del sur de la capital. Aprovecharon los mercados y ferias que desde el siglo X se venían desarrollando en León para sacar a flote sus pequeños negocios.

Así pues, en el siglo XVI, nos encontramos con tres principales barrios: la ciudad vieja eclesiástica y residencial, el barrio nuevo surgido en el interior de las cercas constituido por artesanos y comerciantes, además de un tercero a extramuros (suburbios como el actual Barrio de Santa Ana) ocupado por esos labradores recién llegados.

Las actividades instaladas en la capital leonesa en ese “burgo nuevo” iban desde los mesoneros, carpinteros, carniceros, cuchilleros, tenderos, herreros o monederos hasta los olleros. En muchos casos cada uno de los habitantes que ejercían estos oficios se asentó en una zona de la ciudad, como el caso de zapateros, carniceros, monederos u olleros.

La aparición de la que hoy conocemos como la Virgen del Camino a un pastor llamado Simón Gómez Fernández marcó religiosamente ese inicio de siglo.

Este inicio de siglo tuvo una serie de noticias de interés religioso como fue la que protagonizó la aparición de la Virgen en una localidad a una legua (algo más de cinco kilómetros) de la capital leonesa. La aparición de la que hoy conocemos como la Virgen del Camino a un pastor llamado Simón Gómez Fernández marcó religiosamente ese inicio de siglo. El propio cabildo catedralicio deja constancia de este hecho en un documento fechado el 18 de mayo de 1513 con la frase “nuestra señora del camino que agora apareció”. El cabildo de la Catedral de León se hizo cargo durante los primeros años de la recolecta de limosnas, posteriormente la reina doña Juana dio al convento de San Agustín de Valladolid las limosnas para construir un santuario, pero rápidamente el concejo de la ciudad con el apoyo del cabildo leonés lograron que la reina revocara esa orden y el corregidor se quedó con el pecunio recaudado para iniciar la construcción de la “ermita” en pleno Camino de Santiago. Durante estos primeros años la fama y los milagros de la Virgen van a ser claves para que a finales de siglo afluyan romerías populares en su honor y en 1595 se vuelva a acariciar la idea de realizar un nuevo templo, que finalmente se construirá en el siglo XVII.

Nos encontramos en aquel tiempo en una ciudad marcada por ser punto de referencia en el Camino de Santiago, donde lo religioso iba a permitir junto con la artesanía y las habituales circunstancias de cualquier urbe del siglo XVI sentir un León que aún rezumaba los aires del viejo reino. La catedral junto con el resto de iglesias y parroquias, además de los monasterios y conventos llenaban cada uno de los rincones de la ciudad del XVI, los palacios salteaban cada una de las plazas del viejo recinto romano y las mansiones señoriales campestres quedaron, tras la ampliación, dentro del nuevo recinto urbano. El bucólico retrato de la ciudad se completaba con las habituales casas leonesas compuestas de patio y dos alturas en las que moraban y realizaban su actividad comercial los artesanos, junto con otras edificaciones más humildes donde se refugiaban la clases sociales mas desfavorecidas.

Administrativamente, la ciudad de León se constituyó como municipio en la baja Edad Media con la organización administrativa llevada a cabo por Alfonso XI, en la documentación remitida por el monarca a la ciudad. Esta organización va a sufrir múltiples modificaciones durante los siglos posteriores, ampliando el número de regidores que un principio comenzó siendo de ocho para pasar posteriormente a denominarse corregidores. Desde la época de los Reyes Católicos su designación se realizará mediante Consejo Real del que pasan a depender. Su elección se realizará por periodos más o menos regulares.

La representación de León en Cortes se inició en las primeras cortes “populares” celebradas en San Isidoro en 1188, pero a comienzos el siglo XV se reconoció a la capital su derecho de presencia en cortes algo que no fue respetado en el transcurrir de los siglos. En la época de los Reyes Católicos el nombramiento del representante en Cortes llamado procurador se hacía en León por elección entre los regidores, en el seno de la corporación municipal, lo que provocó en muchas ocasiones más de un enfrentamiento que la Ordenanza del 7 de mayo de 1515 puso fin con la orden de establecer un turno por antigüedad.

El cuerpo del obispo don Pelayo, uno de los prelados más queridos en la ciudad, fue colocado en un sepulcro dentro de la catedral leonesa el 27 de noviembre de 1565.

Otro hecho que marcó la sociedad de la segunda mitad del siglo XVI. El cuerpo del obispo don Pelayo, uno de los prelados más queridos en la ciudad, fue colocado en un sepulcro dentro de la catedral leonesa el 27 de noviembre de 1565. Muchos fueron los ciudadanos y cristianos que se dieron cita para acompañar este traslado, toda la alta sociedad leonesa, tanto política, como religiosa.

Para finalizar el siglo XVI e iniciar el XVII, el 17 de agosto de 1600 Felipe III y su mujer doña Margarita de Austria hicieron una visita a la capital leonesa donde recibieron los homenajes pertinentes de toda la sociedad leonesa incluido el cabildo catedralicio, se le hizo entrega de la llave de la ciudad, le rey visitó la catedral acompañado de todo el cabildo, se aposentó en el palacio de los Guzmanes por estar ocupados los palacios reales por el corregidor y la cárcel. El propio Felipe III tomó posesión de canónigo de la catedral, privilegio que gozan los Reyes de España por serlo de León, según bulas pontificias desde Ramiro II.

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