Vivir en un castillo

Felipe Pollán, en su jardín, frente al torreón en el que vive.

Isabel Rodríguez

Felipe Pérez Pollán vive en el Castillo de los Bazán, en Palacios de Valduerna, desde hace casi 30 años, pero, en realidad, la colonización del torreón en el que tiene asentado su hogar comenzó mucho antes, cuando tan solo era un crío que corría por el jardín abandonado o jugaba con otros amigos en las frías estancias de aquel fortín.

Aún tiene frescos los buenos recuerdos de aquellos años mozos, así que en el año 80 decidió comprarlo para arreglar su interior y hacerlo habitable. Sin arquitectos. El diseño estaba en su cabeza, así que poco a poco fue convirtiendo la fortaleza que los Bazán ordenaron construir en el siglo XIV en su propio hogar.

En él vive todo el año, excepto un par de meses que pasa con parte de su familia en Argentina. De allí son las alfombras de piel de vaca o los caparazones de armadillo que motean la inmensa biblioteca de este profesor leonés.

Su amor a las letras y la pasión por el lugar en el que vive le animó a abrir esta morada a la poesía para que, al menos, los vencejos que revolotean sobre los campos de la Valduerna pudiesen gozar de la lírica.

No fueron solo los pájaros los que se acercaron, pues el mágico escenario en el que ha convertido el jardín que cuida con sus propias manos y la talla de muchos de los participantes atrae a cientos de personas cada año hasta el récord logrado durante la pasada edición de 800 asistentes.

Un verdadero éxito para una cita que comenzó de la forma más espontánea. Fue en el 84, cuando celebraron la presentación del libro 'El señorío de los Bazán', de Laureano Rubio Pérez, en la zona ajardinada. Después del acto, el poeta bañezano Antonio Colinas se sentó en las escaleras de piedra que acceden al torreón y comenzó a leer varios poemas. Aquellos versos lanzados al aire encendieron la chispa de una tradición que alcanza su 26 edición y que reúne a escritores excepcionales en la fortaleza cada año. Gamoneda, Pereira o Mestre son solo algunos de los que han desfilado por el lugar para entretener a los presentes con un género literario poco popular, pero que ha conseguido gran expectación.

Sentados en la hierba, de pie o sobre sillas improvisadas transcurre la velada, mientras los poetas se van turnando para recitar sus textos. Para Felipe es una jornada especial y los días previos se afana en mejorar todo el decorado, pero no es el único momento en el que abre sus puertas a la gente. Incluso tiene un libro de visitas que firman muchos de los que se acercan, simplemente, a ver cómo es la vida del siglo XXI dentro de un castillo.

Etiquetas
stats