Las coplillas que honran a San Antón

Carlos S. Campillo / ICAL Celebración de la festividad de San Antón en la localidad leonesa de Villeza, en la que recupera, 23 años después, la tradición de 'Los refranes de San Antón'.

S. Gallo/Ical

“Oh, glorioso San Antón. No tengo gatos ni perros, pero disfruto un montón sólo con venir al pueblo. Un desgraciado accidente me privó un día, un disparo improcedente esparció sobre la fría sus sesos desde su frente. Por ello pido perdón y estoy muy arrepentido, espero que San Antón disculpe mi desatino, como en su día lo hicieron con él todos sus vecinos, que generosos ya fueron tras su propio error tenido”. Así inició Paco, a lomos de un burro llamado Platero, el relato de su historia en este día de San Antón en un bonito día al sur de la provincia de León.

De esta manera comenzaron en Villeza, un pequeño pueblo de apenas 29 habitantes 'Los refranes de San Antón', una tradición que se remonta a hace 135 años y que, este año, 23 años después de la última de sus celebraciones, se ha recuperado con el fin de mantener el recuerdo de una práctica que precisamente quedó 'aparcada' por la pérdida de costumbres y de población en los entornos rurales, la modernización y también como consecuencia de cierta falta de iniciativa.

Carlos S. Campillo / ICAL Celebración de la festividad de San Antón en la localidad leonesa de Villeza, en la que recupera, 23 años después, la tradición de 'Los refranes de San Antón', un recital espontáneo de versos, dichos o coplas burlescas dirigidas a la imagen del santo

Esta tradición dice que cada 17 de enero, festividad de San Antón, el pueblo salía en procesión con sus animales, que recibían la bendición del párroco y después, con el santo a las puertas de la iglesia, los vecinos y forasteros, por lo general sobre una caballería o un burro, 'echaban' los refranes, como se decía, a San Antón y en ellos se contaban las anécdotas, en su época ocurridas con los animales, que eran muy frecuentes al ser un elemento fundamental del trabajo en la zona.

También esto se ha perdido y de hecho, los burros y la mula que este año acompañaban a los 'poetas', de nombre Platero y Perico, han tenido que ser cedidos por vecinos de pueblos próximos como Gordaliza del Pino, Matadeón de los Oteros y Castrotierra porque prácticamente no quedan animales como consecuencia de la mecanización del campo. Pero la nostalgia, y aprovechando la circunstancia de que esta festividad se celebra en jornada de sábado, más propicia para una mayor asistencia de personas, han hecho que, al menos este año, se repita esta tradición, que no se practicaba desde el año 1992.

Tradicionalmente también eran los hombres quienes 'echaban los refranes', aunque ya en la cita anterior se abrió a las mujeres y niños, algo que ha quedado patente durante la jornada de hoy. En ella, un total de ocho personas 'echaron' sus coplas a San Antón, de ellas dos mujeres y un niño. En algunos casos con textos más rimados que en otros, de mayor o menor longitud, pero siempre con mucho humor e incluso haciendo alusión a los tiempos más modernos, alrededor de un centenar de personas se dieron cita frente a la iglesia de Villeza para, una vez finalizada la procesión del santo por las calles de la pequeña localidad, escuchar los relatos de sus vecinos.

“Los versos que aquí te traigo los traigo bien estudiado, mas por si acaso la memoria o algún verso es saltado, te lo he mandado en un whatsapp y espero que haya llegado”, decía Conchi ante las risas de los asistentes, al tiempo que pedía al santo que libre a los animales “de pestes y males”. Tello también relató al santo sus vivencias en Castrotierra, el cercano pueblo que le vio nacer. “Perdona que no me quite el sombrero, pero esta helada es de las de enero”, predicaba.

Entre versos de este estilo, en su mayoría con los animales como protagonistas y en algunos casos relatando vivencias propias de cada uno de los 'poetas', transcurrió una soleada mañana en la localidad de Villeza, que agradeció la recuperación de esta iniciativa impulsada en esta ocasión por Juan Daniel Rodríguez, que reconocía que el objetivo final es el de “soltar la carcajada” y escuchar textos “con un poco de chispa” para hacer reír a la gente y pasar un buen rato, que es el fin que se persigue con esta cita que ha sido posible recuperar dado también que la festividad de San Antón coincide en jornada de sábado.

Los primeros versos

El origen de esta tradición se remonta al año 1880 cuando un matrimonio de pastores compuesto por Antolín y Cesárea sufrieron una enfermedad en su ganado, lo que obligó a Antolín a dormir fuera del pueblo con sus animales dado el miedo existente en la posibilidad de que contagiara al resto de ganadería del lugar, que por aquel entonces era abundante. Con los escasos medios de los que disponían, adquirieron la imagen de San Antón, que es la que se mantiene en la actualidad, y a él le clamó para que le ayudara a que su rebaño se curara y poder volver así volver a su hogar.

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