UPL, empate a cero
“Vamos a ganar este partido de calle” y “vamos a jugar hasta el último minuto, si es posible llegar a los penalties”. Tomar café ayer por la mañana con algunas de las personas con las que trabajé de 2003 a 2007 como Jefe de Prensa en la UPL (bajo el mando de Joaquín Otero, Luis Herrero Rubinat y Lázaro García Bayón) me indicó en pocos minutos que las cosas siguen igual entre las filas de la Unión del Pueblo Leonés. Por mucho que ganara uno u otro candidato (López Sendino, el “de casa” vs. Callejo, el “visitante”), todo seguiría igual: empate a cero.
Siendo el tercer partido de la provincia (con dos concejales en León, un diputado provincial y un procurador en las Cortes de Valladolid), la UPL parece seguir la senda de “evitar dar la nota” que tomó cuando el “líder eterno” José María Rodríguez de Francisco dio la espantada y la que confirmó cuando Joaquín Otero, Héctor Castresana y Luis Herrero Rubinat —hartos de que todo el mundo dijera qué hacer y nadie hiciera nada (los famosos “hayques” de la UPL)—, dejaron de ser por mandato de la directiva sus representantes en las Cortes y San Andrés del Rabanedo. La verdad es que ya se acabaron los tiempos de las expulsiones (la última, la de Abel Pardo justificándolo la Ejecutiva en algo que justo ese mismo día desmentía un juzgado horas después). Eso sí, ahora desde hace años lo que hay son espantadas. En algo se ha mejorado con la moderación, no hay duda.
La UPL tiene algo de saturniana, ya que el paso del tiempo (Saturno es un dios romano, confundido con el titán griego Xronos) le hace comerse a sus líderes uno por uno, sobre todo a los más beligerantes. No ha quedado ningún “histórico”, ni siquiera el bondadoso Chamorro que ayer sólo tenía ganas de dejarlo todo de una vez e irse para casa a descansar y conseguir tranquilidad. Más que curiosa circunstancia en las filas de un partido político que, sin embargo, no hay leonés que no considere necesario (reconozcan que da terror y pavor no tener una voz leonesista en las instituciones) y del cual no recuerde con cierta nostalgia sus salidas de tono metiéndose con Valladolid. Vamos, cuando la UPL era la UPL y conseguía algo.
Está claro que ganar en un partido político no siendo oficialista sólo lo ha conseguido José Antonio Díez en la Agrupación Local del PSOE en los últimos tiempos (menuda fiesta que tienen también por ese barrio), así que Callejo y compañía se han tenido que conformar con el 35% de los votos (65), lo cual no está mal después de todo. ¿Eso sí... servirá de algo que el nuevo secretario general sólo obtuviera el 65% de los apoyos presentes? Porque en realidad ha sido elegido con el 31,7% de los 304 afiliados que tenían derecho a voto por tener sus cuotas puestas al día (113 votos). ¿Hubiera sido mejor haber sido elegido líder por aclamación como conseguía Rodríguez de Francisco? ¿O ser candidato único? ¿O no ser candidato directamente?
El problema es la respuesta, que en todo caso lo que parece es que a día de hoy a la mayoría de los leoneses le da verdaderamente lo mismo. La UPL ha impulsado como secretario general a un concejal de León que ni siquiera fue elegido en los últimos comicios municipales, ya que consiguió el puesto tras la renuncia de Gema Cabezas. Hoy, con la marcha del hasta ahora secretario general, Javier Chamorro, los dos ediles leonesistas son “recambios” de los elegidos originalmente. A eso también se le podría llamar renovación, pero no es lo mismo.
No hay ninguna duda de que los leonesistas siguen “moridos de amor por León” y de que su intención es buena. Y sin duda alguna la de López Sendino. Pero entre ellos siguen los ruidos de falcatas astures para repartirse una tribuna que cada elección, tras estar a punto de conseguir un diputado nacional con Rodríguez de Francisco hará tanto tiempo que ni se recuerda en el partido, va quedándose más pequeñita comicio tras comicio.
Lo peor de todo es que no hay recambio en las filas. Se ha elegido una continuidad de partido moderado que no parece ser que sea lo que mejor le convenga a la UPL de cara a las urnas. Todo esto recuerda a la anécdota del restaurante mexicano que abrió en León intentando que la comida no picara, ya que todo el mundo protestaba cuando iban a este tipo de restaurantes entre lágrimas y bufidos. La intención era llenar el local al evitar el mal trago de la capsaicina de los chiles. Cerró en dos meses porque no iba nadie. ¿Por qué? Porque en realidad la experiencia de un mexicano es que pique tanto que todos los comensales protesten una y otra vez entre las risas de los demás. Sin protestas, no hay experiencia divertida; así que para qué ir a un restaurante al que le quitas la diversión (de todas maneras a día de hoy tampoco queda un mexicano en León, pique o no pique, porque no hay mercado). Volviendo a la UPL, un partido como éste sin líderes protestones, histriónicos, agudos verbalmente y “que piquen a Valladolid”... pues no es la UPL a la que nos acostumbraron cuando conseguía votos a patadas. Ahora bien, la duda es saber si queda mercado o no entre los votantes leoneses para seguir consiguiendo un sólo concejal en el Ayuntamiento de León, un diputado provincial o un procurador en las Cortes, que es lo que de verdad les interesa en la oficina de República Argentina no se me engañen.
López Sendino o Callejo. La verdad es que a la mayoría de los leoneses les da igual y dentro de una semana si se hiciera una encuesta seguirán diciendo que los líderes de la UPL serán por este orden: Chamorro, Otero y De Francisco; y eso en sí mismo constituye un verdadero problema. Los dos que hoy se ha disputado el puesto quieren lo mejor para León, de eso no queda la más mínima duda... pero es difícil saber cómo van a explicarlo, o lo que es peor: conseguirlo. Lo de “Autonomía YA” se ha quedado viejo en un país que reclama la extinción de esos reinos de taifas. Y el caso es que la intención es buena, sí... pero...
La UPL ha elegido continuidad. Lo que no se sabe es si también ha elegido “muerte”. Lo curioso de este asunto es que parece que es un partido que toma la opción de “virgencita que me quede como estoy”, más que el zapatazo en la tribuna; cuando todo lo que la gente reclama es renovación, renovación y renovación y que alguien le tire el calzado a quien gobierna.
Volviendo a los chistes, ésta es una recontracrónica... como el que cuenta lo de “Recontracopla”, que al estirarlo de verdad pone “Recuerdo de Constantinopla”. Difícil augurar algún éxito a quienes viven del pasado y no entienden el futuro (háganles una pregunta de Twitter, Facebook, o lo que es peor, del correo electrónico a ver cuál es la respuesta; de 'Open Government' mejor no lo hagan, no sean crueles). Pero, a riesgo de parecer un castellanista redomado (por eso de mis genes riojanicos), quizás es necesaria la desaparición de un aparato mecánico gastado por el tiempo para que surja otro digital más preparado... o engrasar correctamente la antigua maquinaria para seguir por carreteras de asfalto en vez de las de bits. ¿Quién sabe en este León? Esa es ahora la labor de López Sendino. Y tiene una ardua tarea por delante, no hay duda.
De todas maneras, las elecciones municipales de 2015 dejarán claro si la elección ha sido la correcta; ya que la UPL no tiene capacidad alguna de presentarse a las europeas del año que viene (es demasiado lioso meterse en una enorme coalición para nada). Toda elucubración en este tipo de cosas políticas es fútil, porque es bien sabido que los votantes tienen una memoria de pez y se olvidan de todo lo ocurrido seis meses antes de unas elecciones. Así que la única respuesta válida es el resultado de los comicios de dentro de dos años... y alguna ventaja tienen, porque ni IU ni UPyD parecen ni siquiera poder acercarse a los leonesistas.
Pero lo que queda tras el Congreso de la UPL de ayer no es el resultado, sino la impresión de que al final todo ha quedado igual. Es decir, un partido disputadín con resultado de empate a cero con el de casa conservando un puntín en medio de la tabla; pero con un entrenador menos. Al menos esta vez no ha habido griterío (salvo por los 'hooligans' juveniles ya que por una vez les dejaban hablar en público), lo cual es un avance.
O no...
...o quién sabe.
¿Y a quién le importará ésto si no es exclusivamente a los que pertenecen a la UPL?
Mejor no seguir preguntando, no vaya a ser que descubramos que no sabemos qué respuesta dar. Igual no es tan mala idea sumarse a lo de “virgencita que me quede como estoy” con la que está cayendo y la que parece que está por venir; no vaya a ser que el zapato haga de 'boomerang' y nos caiga en nuestra cabeza.