Pablo Yáñez, de 'fichador' de Silvia Clemente para Ciudadanos a asesor del presidente del PP de Valladolid
Nunca un fichaje había revuelto tanto las filas del PP de Castilla y León y nunca se manejó con mayor opacidad. El exdiputado de Ciudadanos y responsable del fallido salto de Silvia Clemente a las filas naranjas, Pablo Yáñez, es el flamante asesor del presidente de la Diputación de Valladolid y del PP provincial, Conrado Íscar.
Ni en la dirección nacional del partido, ni en la Diputación, ni en el PP de Valladolid, ni en el de Castilla y León, supieron del aterrizaje de Yáñez hasta que se publicó en la prensa, lo que ha creado un profundo malestar en su círculo más cercano de colaboradores y que incluye a su jefe de gabinete y coordinador provincial del PP, Rodrigo Nieto.
Yáñez, al que Íscar considera “brillante”, según fuentes del PP, carece de logros. Salió rebotado de Ciudadanos al descubrirse el pucherazo en las primarias que se disputaban Francisco Igea y Clemente, y acabó con su incipiente carrera política, pero también con la de Clemente, forjada durante décadas.
Quién va a pagar los servicios de Yáñez es un misterio que ninguno de los dos implicados quiere aclarar. Conrado Íscar no ha querido atender a elDiario.es. Tampoco Pablo Yáñez.
Desde la Diputación de Valladolid aseguran que el Grupo Provincial Popular no tiene nada que ver, aunque apuntan que sí se se pagará al “fotógrafo” que llega de la mano del exciudadano. Vinculan el trabajo de Yáñez a una “decisión personal” de Íscar, que hace poco más de una semana, tras una junta directiva del PP de Valladolid, comentó a varias personas le había contratado y que era él quién había organizado esa reunión. Quienes estuvieron en esa junta, describen lo ocurrido como un “despropósito” organizado por alguien “que no tiene ni puñetera idea de lo que es una junta de partido”. Se celebró en Zaratán, un pueblo en el alfoz de Valladolid, y se eligió un sitio “muy pequeño, sin apenas luz”. Lo que generalmente es una reunión de tipo orgánico y administrativo, parecía un acto de campaña “con una maestra de ceremonias que iba presentando a los intervinientes, a los que minutaba” y con personas del partido con tarjetas de 'organización' prendidas en la ropa.
De una tienda de lencería al PP de Valladolid y con la empresa a nombre de un excandidato de Melilla
Yáñez buscaba acomodo de nuevo en la política con escasos resultados hasta que Íscar ha decidido contar con él como asesor. En abril de 2019, cuando no había pasado ni un mes de su salida de Ciudadanos, creó, o eso cuenta, Aquilea Comunicación SL una agencia con sede en Valladolid que dice haber “montado” él pero que no está a su nombre, sino al de un excandidato de Ciudadanos Melilla al Senado en las elecciones de 2008 al que nadie conoce en Castilla y León, ni en círculos políticos ni publicitarios. Entre los clientes de Aquilea figura una tienda de lencería de tallas grandes de Barcelona, un colegio religioso de Soria y una bodega gallega, además del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes (PSOE-Ciudadanos), una inmobiliaria, un despacho de abogados de Valladolid o un hotel de agroturismo en Mallorca.
La empresa, que carece de socios accionistas, tuvo en su primer año, con ocho meses de andadura, una cifra de negocio de 92.163 euros y cerró con un saldo negativo de 6.073 euros. En 2020, la cifra de negocio bajó hasta los 22.480 euros, pero cerró en positivo, con 4.221 euros. Aunque en la web de Aquilea aparece un equipo de seis personas, cuenta con un sólo empleado, si bien el primer año fueron dos. No se puede considerar, por tanto, una empresa de éxito.
Hace un año que Yáñez empezó a tocar de nuevo a las puertas de los partidos para que contratasen asesoría estratégica con su agencia. En octubre del año pasado quiso entrar en el Ayuntamiento de Valladolid de la mano del Grupo Municipal Popular, que rechazó sus servicios, para potenciar la imagen de la candidata a la alcaldía y exconsejera de Economía Pilar del Olmo, y hacer campañas críticas contra el alcalde, el socialista Óscar Puente. Sus tarifas oscilan entre los 300 y los 2.000 euros.
En la web de Aquilea, Yáñez, que aparece como “Ceo y director”, se define como un “experto en comunicación pública e institucional” que “durante los últimos diez años ha desarrollado su trabajo en el ámbito de la comunicación política, participando en la dirección de campañas electorales en España, Latinoamérica y Estados Unidos”. Presume además de haber “coordinado equipos de comunicación, prensa y redes sociales en el ámbito de procesos de innovación comunicativa” y de tener “experiencia en medios de comunicación en prensa, radio y televisión”.
La realidad es que Yáñez tiene una experiencia bastante limitada: un puñado de entrevistas como diputado más joven en la XI Legislatura, (2015) que duró seis meses. No consiguió revalidar su escaño en las siguientes. Ya por entonces, el joven aprendiz de político escamó los más veteranos de Ciudadanos. En su declaración de bienes, obligatoria para los diputados, Pablo Yáñez no incluyó una sola cuenta corriente, o rendimientos de trabajo, a pesar de que hasta que enganchó el acta, había estado trabajando, curiosamente, como asesor de Ciudadanos en la Diputación de Valladolid, con un sueldo anual de 41.323 euros.
Nunca ha desarrollado labor alguna en medios y carece de la formación más básica para ello. Aunque empezó la carrera de Ciencias Políticas, no llegó a acabarla, tampoco la de Comunicación, aunque durante cuatro años fue el secretario de comunicación de Ciudadanos en Castilla y León. Su trabajo, lo realizaba fundamentalmente en el Parlamento autonómico, donde no dejó buen recuerdo ni entre sus compañeros de partido.
Como estratega político, cuentan, deja bastante que desear, pero es que además hay pruebas de ello. En 2016, mientras coordinaba la campaña en las elecciones gallegas, fue célebre la rotulación del autobús de Ciudadanos, en el que no sólo estaba mal escrito el lema en galego, es que hasta la bandera tenía la franja al revés. El resultado no fue bueno, Ciudadanos salió del parlamento autonómico.
El “seguidor” de Rivera al que paró la Guardia Civil
¿Cómo llegó Yáñez, un joven sin experiencia ni formación, a Ciudadanos? siguiendo a su líder, Albert Rivera, a todas partes, hasta el punto de darle algún susto. En 2007, Rivera tenía escolta, había recibido su foto con una bala. Cuando volvía de un encuentro con simpatizantes en Valladolid, su entonces jefa de prensa se dio cuenta de que un coche llevaba demasiados kilómetros detrás de ellos y dio aviso a la Guardia Civil.
El chaval de 18 años que conducía ese vehículo sospechoso era Yáñez, que se presentó como “seguidor”. No mentía. Poco a poco, se hizo hueco en un partido que empezaba su expansión nacional. “Vendía humo”, cuentan excompañeros de filas, y Rivera se lo compraba. Tanta confianza tenía en él, que la empresa 'Campañas Políticas Low Cost' la primera aventura empresarial de Yañez, estaba domiciliada en la entonces sede de Ciudadanos en la Plaza de Urquinaona de Barcelona.
Fue por esa confianza en Yáñez por lo que Rivera aceptó la propuesta de fichar a Clemente, que en 2019 era presidenta de las Cortes de Castilla y León y militaba en el PP. Algunos intentaron advertir a la dirección nacional de que no era una buena idea, había más sombras que luces sobre Clemente, pero se impuso el criterio de Yáñez, el hombre que había materializado ese fichaje.
Desde el PP auguran un futuro incierto a Íscar. Incorporar al exciudadano a sus filas sin consultar ni a la dirección nacional ni a la autonómica, y con semejante currículo a sus espaldas, dicen, ha sido una muy mala idea. El vicepresidente de la Junta, Francisco Igea es el único que se atreve a pronunciarse públicamente sobre el asunto, pero con ironía: “Permítanme que esta vez sea clemente... con minúsculas”, dijo el pasado jueves con cierta sorna.