Con 110 años, el hombre más longevo de España es de León

Francisco suma más años que sus 7 bisnietos juntos.

Miguel Ámez

Un 25 de julio de 1901 nace Francisco Fernández Fernández, natural de Pinilla de la Vadería, León, y a diferencia de otras personas nacidas ese mismo año, como el trompetista Louis Armstrong, el actor Clark Gable o Walt Disney, nuestro protagonista leonés sigue vivo y cumple años. Viudo desde hace 60 años, con 5 hijos, de los cuales 2 ya fallecieron, 7 nietos, 14 bisnietos y un tataranieto en camino, Francisco se ha convertido, tras once décadas, en el 'hombre más longevo de España', cosa que su familia vive con normalidad ya que para ellos es “el abuelo” y en Pinilla “el abuelo del pueblo”.

El próximo lunes día 25 Francisco cumple años, nada menos que 110 y los que le quedan. Desde muy pequeño ya comenzó a trabajar como pastor llevando a las ovejas por el monte, también fue resinero, dedicando su tiempo a extraer la resina de los árboles, y también se dedicó a la agricultura. Su familia afirma que se encuentra bien de salud “todo lo bien que se puede estar tras llevar 110 años a la espalda” y que quitando los problemas de oído y de movilidad, ya que anda en sillas de ruedas y con un andador, Francisco lleva una vida normal.

Recuerdos de antaño

Francisco recuerda con cariño aquellos días de juventud, incluido el capítulo en el que emigró, como ya hiciera antes su padre, a Argentina en 1927 para buscar fortuna, compartiendo destino con más gente de la zona de su pueblo. Allí pasó los días sembrando maíz y patatas pero también fueron malos años debido a la crisis financiera de 1929 por lo que Francisco tomó la decisión de que era hora de volver a casa. En 1933 las cosas era muy diferentes a la actualidad, recuerda, y el regreso fue “algo más duro que hoy en día”; 22 día de travesía por el océano Atlántico en un carguero de origen francés que tenía como destino Barcelona.

Como en casa en ningún sitio. A su llegada las noticias no eran mucho mejores, poco después la Guerra Civil estallaba en España y aunque a Francisco, que tenía 35 años, no le tocó ir al frente tuvo que enterrar los cadáveres de un grupo de fusilados. Cuando en 2008 se localizó la fosa, Francisco ayudó y tuvo que acercarse al lugar para dar testimonio de lo que allí había ocurrido. 107 años después de aquel trágico episodio, no fue cómodo para Francisco destapar tantos recuerdos, pero lo vivió con emotividad y con liberación ya que entre testimonios afirmó “ya era hora de que las familias de estos hombres pudiesen recuperarlos”.

Los sustos de ayer convertidos en anécdotas

A lo largo de 110 años hay muchas aventuras que contar pero Francisco recuerda con especial emoción cuando a los 12 años se perdió con el ganado en el monte y tras pasar la noche en plena oscuridad y en medio de una nevada, le encontraron vecinos del pueblo semicongelado. Le salvaron los perros que le dieron calor y recuerda orgulloso: “casi no lo cuento, pero no perdí ni una oveja”.

En los tiempos difíciles de la posguerra, mientras se dirigía Francisco a pagar unos impuestos con unos amigos, una atracador les salió en el camino y a punta de pistola les arrebató todo el dinero que llevaban encima, a pesar de haberle hecho frente.

En otra ocasión, en la década de los 40, cuando iba al pueblo a cambiar centeno por trigo, la Guardia Civil le requisó toda la mercancía, declarando que era época de racionamiento y además, le multaron con 1.000 pesetas, a lo que Francisco les dijo “ojalá os aproveche, como a la liebre los perdigones”.

En la actualidad

Actualmente Francisco vive con su hija Ana María de 83 años, madre de Tomás (quien con 55 años es el nieto mayor). Explican que “el abuelo” tiene mucho genio y carácter pero que son muchas más sus virtudes que sus posibles defectos ya que “es un hombre muy tranquilo y bondadoso”. “Recuerdo verle enfadado en alguna ocasión, pero le duraba muy poco” afirma su nieto Tomás.

Uno de sus bisnietos, Óliver, de 21 años destaca de su bisabuelo “la juventud que desprende, su alegría de vivir. Cuando estamos todos juntos está contento ya que no le gusta la soledad” explica Óliver.

Personas como esta, con más vivencias que años en su camino hacen reflexionar sobre el tiempo que dejamos atrás y el que nos espera, siendo Francisco el ejemplo vivo de la pregunta más desconcertante que un abuelo puede responder a la curiosidad de su nieto:

Nieto: - Abuelo, ¿qué darías por tener mi edad?

Abuelo: - ¿Y tú por llegar a la mía?

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