Y Pablo cayó del caballo
Es de sobra conocido el pasaje bíblico en el que Pablo de Tarso persigue a los cristianos con saña ciega –la saña ciega forma parte de la siniestra naturaleza israelí a juzgar por su labor de exterminio con los palestinos– camino de Damasco. Siempre según la Biblia, una luz cegadora lo derribó de su caballo y una voz celestial le dijo: “¿Saulo, Saulo, por qué me persigues? De comentar este hecho, Oscar Puente sugeriría que Pablo ‘habría ingerido sustancias’. Sea como fuere Pablo se bautizó y dejó de perseguir cristianos, pasando así a formar parte de ellos.
Sólo un inciso antes de continuar, los filisteos a los que tanto mencionan las Sagradas Escrituras, y no precisamente para bien, era el pueblo que se asentaba en la franja de Gaza y con el que los judíos mantenían una enemistad perpetua ¿Les suena? Pero yo no quería castigar a mis sufridos lectores con una anécdota, que acaso no es más que pura leyenda a mayor gloria de Pablo de Tarso, San Pablo o Saulo, según la voz divina. No, yo quería hablar sobre el asunto que mi compañero de sección Máximo Soto ha abordado recientemente con su perspicacia habitual. Voy a intentar que este artículo sea sinergia del suyo y no mero plagio.
Aunque pueda sonar a endogámico, el asunto tiene su aquella y no es otro que la sobrevenida adscripción de Podemos a la causa leonesista con su propuesta de una Secretaría para la Autonomía Leonesa, operación impulsada por el coordinador de Castilla y León de dicho partido, Miguel Ángel Llamas y que tendrá al frente a Pabel Albán, portavoz de Podemos en León. ¿Por qué será que esta maniobra orquestada suscita no pocas dudas? Hay un dicho, poco conocido en León que dice que cuando la raposa anda a los grillos, mal para la madre y peor para los hijos. Esta pirueta de Podemos, presenta más grietas que un cuadro craquelado.
Un somero análisis pone en evidencia lo deteriorado de la mercancía que se nos ofrece. Veamos cuantos puntos débiles muestra. Empecemos por un leve recordatorio. Recién estrenada la democracia, Alianza Popular (después Partido Popular) y el PCE (después Izquierda Unida) negaron el pan a la sal a la viabilidad de la autonomía con más derechos históricos para serlo, señal evidente de que no son una razón de peso por si mismos por más que nos empeñemos en ello, y se necesiten otros coadyuvantes. El PP se mantiene firme en su postura, es decir, no vacila en torpedear a León pues sabe de la tozuda o interesada ignominia de muchos de nuestros paisanos.
La izquierda negando la autonomía leonesa
El caso de IU es más tormentoso. Quizá arrastrada por aquella máxima de ‘Proletarios del mundo, uníos’ no ha tenido empacho desde entonces en negar a León lo que defendía en Asturias, no digamos en otros lugares como Cataluña a través de su marca PSUC. Izquierda Unida perdió su credibilidad en León y dilapidó la escasa representación que con su bochornosa conducta alcanzó en esta provincia, como era el caso de la alcaldía de Villablino. Contumaz en el error, hoy es un fantasma que recorre León. Más tarde, el PCE bajo las siglas de IU, vagó cual alma en pena integrado en Podemos y ahora ha recalado en Sumar. Sea para ella la tierra leve.
La aportación del PSOE a nuestra autonomía es tributaria del diván del psicólogo, si acaso no lo es del psiquiatra. Ambiguo y falsario predica una cosa y la contraria. Unas veces está por la autonomía, otras está por perpetuarnos dentro de Castilla y León, todo depende del momento, la persona y el marco en que se pronuncie, pero en esencia no tiene intención alguna de vernos segregados de Castilla y León. Ahora, cuando a la fuerza ahorcan, intenta pescar votos en el caladero leonesista para que el más que previsible naufragio no adquiera tintes dramáticos.
Pero vamos por nuestra Secretaría para la Autonomía Leonesa. Bueno será hacer memoria. Podemos, en su ya dilatada existencia jamás ha querido saber nada de la autonomía leonesa, ni amentarla. ¿Nefastos influjos de IU? Pablo Fernández, leonés, anterior coordinador de Podemos en Castilla y León, temiéndose lo peor, no tuvo empacho en presentarse por Valladolid en las pasadas elecciones autonómicas. La cuestión es no abandonar el asiento. Ahora es otro coordinador de Castilla y León el que promueve la idea de la dichosa Secretaría que pone en manos de otro leonés –quiero suponer que Pabel Albán tendrá ese origen– quien, llegado el caso, hará como han hecho sus predecesores, es decir vendernos humo.
Que un coordinador de Castilla y León nos saque un conejo de la chistera, como es la Secretaría por la Autonomía de León, es un sarcasmo además de un oxímoron impresentable. Es de un oportunismo fétido a la altura de los pedigüeños del PSOE, que ante las funestas perspectivas de voto se agarrarían a un clavo ardiendo. Decididamente la imagen de toda la izquierda estatal en España, pero de forma sangrante en León, es misérrima. Suerte tienen que frente a ellos está un partido como el PP, cuya oferta electoral rezuma de conservantes y toda suerte de aditivos con el epígrafe E (E-102, E-304, etcétera) que le dan a su receta un toque de rancio inmovilismo, y un partido, como es VOX, que pretende devolvernos a las catacumbas de la historia por más votos que pueda cosechar.
Así pues la propuesta de Podemos no es muy creíble, más parece que trata de ver qué se puede rebañar en el fondo de la panela ya que los datos demoscópicos parecen ser demoledores y hay que intentar salvar los muebles a cualquier precio. Se trata de un intento desesperado, contrario a toda la trayectoria desarrollada por este partido en León, por lo que su crédito es escaso. El problema es que, a diferencia de Pablo ‘el Apóstol de los gentiles’, en Podemos hay más de un Pablo (Pablo Iglesias, Pablo Echenique, Pablo Fernández) y es muy poco creíble que todos hayan caído del caballo a la vez. Quizá sólo se trate de una vulgar treta con apariencia de verdad, un engaño virtual, como a las que el PSOE nos tiene acostumbrados.
Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata