¿Qué tiene ella que no tenga yo?

Lo malo de la ilegalización de algunas drogas y del cambio climático es que no se notan sus efectos y, claro, pues no se hace nada ya que estas cosas no tienen consecuencias ni en la economía, ni en la calidad de vida, ni en el paisaje, ni en la salud, ni en la seguridad ni en nada. ¿Qué ocurriría si la elaboración (¡y distribución!) de algunas sustancias estuviera en manos de organizaciones criminales? Matarían políticos y periodistas, comprarían jueces y policías, se dispararía el número de población reclusa por simplemente mover mercancía mientras su volumen de negocio crecería exponencialmente, al igual que su capacidad de corrupción al crecer sus ingresos mientras creciera también la demanda, ya que son productos con mucha salida. Grandes partidas de capital no tributarían ni tendrían control alguno y serían destinadas por esos grupos a aumentar su poder. Con el cambio climático y el dislocamiento de los ciclos ENSO y el efecto invernadero por las emisiones de anhídrido carbónico pasa lo mismo: si por ejemplo subieran las temperaturas, se descongelasen los cascos y se descompensasen las precipitaciones haciendo habituales e inevitables mortíferas catástrofes naturales... pues se podría hacer algo porque a la gente e incluso a las cosechas y al ganado y al aire y al agua les afectaría y nos daríamos cuenta. Pero.

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