Prostitución o aguacates: lo mismo da

Un periódico envolviendo un aguacate.

Parece ser que al Gobierno le ha dado por volver a la carga contra las webs que anuncian sexo a cambio de dinero, y que el Ministerio de Consumo ha dado orden de cerrar estos sitios de internet, o de bloquearlos por parte de los proveedores de internet, ya que algunos están en el extranjero y no están sujetos a la legislación española.

No entro a valorar si esto es un triunfo de los neomonjes, de los puritanos o de los luchadores contra la explotación de las mujeres. Francamente, me da igual. Tampoco voy a preguntarme si estas páginas serían legales si ofreciesen bolígrafos por cincuenta euros y un revolcón gratis, como hacían con la reventa de entradas futboleras. También me importa un carajo.

Lo que sí me pregunto es cómo puñetas es posible que un Gobierno, uno cualquiera, cierre un medio de comunicación, una página web, mediante un acto administrativo y sin pasar por el juzgado. ¿Estamos locos o qué? ¿Cómo puede venir un ministro a ordenar que se impida el acceso a esta y a aquella página web porque él cree que incumple no sé qué norma o no sé qué Ley? ¿Para qué están los jueces? ¿No tenemos que ir los demás a los jueces cuando Ryanair no nos deja subir una maleta o cuando una compañía telefónica no nos permite dar de baja un servicio? Ni Hacienda se atreve a tanto. Hacienda te considera culpable mientras no demuestres tú lo contrario (que tiene huevos, también, la cosa), pero no te cierra el negocio en primer lugar, te expropia y luego ya hablaremos.

Tengo la impresión de que los políticos se han acostumbrado a la impunidad, al mangoneo, sin pensar que un día cualquiera gobernará otro partido político, y en vez de bloquear por la cara páginas de prostitución las bloqueará, yo qué sé, de clínicas abortivas, de aguacates o de cualquier cosa a la que el nuevo partido gobernante le tenga manía.

Si renunciamos a las garantías judiciales y democráticas seremos víctimas, inevitablemente, de las arbitrariedades de los poderosos. El hecho de que los actuales poderosos nos sean más o menos simpáticos, no puede hacer que nos metan estos goles por la escuadra. Ni este, ni otros como la opción de leer todos nuestros correos con el pretexto de luchar contra la pederastia.

Porque se trata de eso: de pretextos. Porque el objetivo es el control y la agresión a las libertades. Pero claro, como he escrito “libertades” a lo mejor soy de repente un enemigo ideológico. Vete a saber, porque ese es el nivel.

Javier Pérez es escritor. Ganó el premio Azorín en 2006 y acaba de publicar su último libro: La libertad huyendo del pueblo. Se puede seguir su trayectoria y conocer su profusa obra, premiada en varias ocasiones más, en su página web: www.javier-perez.es.

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