Pequeña política y grandes catástrofes
Cuando empecé o me empezaron en lo del editorialismo gráfico –hacer viñetas–, por supuesto gracias a un malentendido, asistía estupefacto –y obligado– a las reuniones de primera página, donde los periodistas de verdad hablaban en turco. Conocí gente cuya PASIÓN era saber si en Matallana dos concejales de una de las facciones del Partido Popular tomaban café con el de la UPL a fin de maniobrar para conseguir un puesto en la lista para optar a ser uno de los posibles candidatos a una subvicesecretaría de la Diputación en su departamento de Chanchullos Agromañanistas de la Oficina de Manejos. Luego tenía que ir a mi casa, hacer una gracia sobre tan abstruso asunto del que no había entendido una palabra, que nada tenía que ver con la realidad ni le importaba a nadie y que me interesaba un cojón y volver al periódico con la cartulina para que la escanearan. ¿Por qué les cuento mi vida? Para que vean ustedes que esto me capacita para hablar de geopolítica en general y de EL CAPITALISMO en particular. Eso y que un día Paul Krugman me contestó en Twitter. Quizá el tirarle de la goma al calzoncillo del capitalismo resulta… beneficioso. Quizá es lo que está haciendo el imbécil de Trump. Si su administración está empeñada en que los mercados son una ruleta y que solo hay una ruleta y que ellos poseen la ruleta y que en la ruleta solo se puede apostar al 23 –impar y rojo– y que nadie puede apostar al 23 y que, aunque apuestes al 23 no vas a ganar… igual la gente se da cuenta de que esto de los casinos es una puta mierda y que la única manera de salir millonario de tales establecimientos consiste en haber entrado siendo multimillonario. Quizá, repito, se equivoquen en que es el único juego que hay. Quizá se equivoquen en que la ruleta es suya. Quizá se equivoquen en que es necesario jugar. Por cierto que Trump logró la irrepetible hazaña de conseguir la quiebra de tan invulnerable negocio –de un casino, digo–… ¡varias veces! Proeza similar a lo de las cajas de ahorro. Impossible is nothing. Esto de enseñar los calaverones del populismo fascista ha ocurrido antes. Quizá… es mejor que cristalice delante de nosotros periódicamente. Que se haga pedazos este sistema de trágala una vez mostrado que sus supuestas recompensas –democracia, seguridad...– se volatilizan. Visto que el emperador no solo está desnudo, sino que está gordo tal vez sea el momento de disolver la ilusión de un gobierno global. Conformarnos con la pueril noción de que seguirá habiendo buenos y malos. Sin bloques. Todos, sistemas y personas, queremos adoración y no obtenemos ni siquiera afecto. Las soluciones a problemas enormes son pequeñitas como un voto. No permitamos que decidan sobre nuestra vida y patrimonio personas capaces de hacer quebrar un casino –o una caja de ahorros–.