Misa de requiem por La Bañeza

Un silo de la Azucarera de La Bañeza.
31 de mayo de 2025 11:30 h

Un servidor podría acreditar con testigos presenciales que hace más de una década anticipó tan lamentable desenlace. ¿Suena a pretencioso, verdad? No, no es profecía ni dotes adivinatorias, es simple lógica. De haber tenido que aventurar algo provechoso para León, sin duda no hubiera acertado. Pero es que ya teníamos los precedentes de las azucareras de León y Veguellina incardinadas en un proceso de laminación metódica de un pueblo, su historia, su cultura, su prosperidad, etcétera. Con esas premisas no hace falta ser un nigromante para conocer el futuro. No hay dos sin tres.

Tampoco hay que tener dotes de exégeta para interpretar cuales han sido las causas. No ha sido la falta de productividad alegada por la empresa –un tentáculo del capital inglés AB Foods; acabaremos echando azúcar británico al café– ni que la provincia leonesa haya bajado en su ritmo productivo, es, sencillamente, que el peso político de León es testimonial en Valladolid y nulo en Madrid. Los políticos leoneses son títeres, muñecos de guiñol fácilmente manejables, sin vocación de servicio a su tierra, no así a su partido. Y estos temas se rigen por decisiones y negociaciones políticas.

Como en León nos negamos reiteradamente a reconocer la evidencia, el pronóstico de este affaire no puede ser más fúnebre. Por si alguien tuviera la tentación de negar tal aserto, valga este simple ejemplo: el BBVA pretende con una OPA hostil hacerse con el Banco de Sabadell y tal operación ha de pasar obligatoriamente por la decisión del Gobierno de España. Dicho de otro modo, Gobierno y Junta han de dar el visto bueno al desmantelamiento de la azucarera bañezana. Sin su aprobación, tal cosa no ocurriría. El que crea otra cosa, allá él.

Otra estocada al tejido productivo leonés

Así pues nos encontramos con otra estocada al tejido productivo leonés, ya muy depauperado por décadas de astenia y postración. Más de cien empleados se irán a la calle, a prejubilaciones o a otros destinos, en cualquier caso las consecuencias serán demoledoras para una población de unos diez mil habitantes: más pisos a la venta, freno a la actividad inmobiliaria, parálisis de su economía que se irá debilitando paulatinamente, merma de negocios como tiendas, bares, talleres mecánicos, etcétera. Incluso pérdida de ingresos municipales por bajar de las diez mil almas.

Y ahora comenzará todo el ritual de fraudes y falsedades, como sucedió en Veguellina. Políticos y sindicalistas se ‘volcaran’ en apoyo de lo que saben que ya está fenecido. Mañueco amenaza con reuniones con la empresa cuando sabe que ya la sórdida sepultura aguarda por el cadáver. Hace tiempo que sabían de este cataclismo pero ni PP, ni PSOE, mucho menos Vox o Podemos y Sumar, estos dos últimos hasta carecen de representación, han movido ficha. León tiene que morir de forma inexorable para que Castilla y León disponga de nuevos predios. ¡Qué importa! Prolijo sería volver a enumerar todos los ultrajes recibidos por León.

Habrá estériles manifestaciones que ya sólo engañan a incautos y las palabras grandilocuentes volverán a hacer acto de presencia. Los primeros espadas autonómicos, cuando no su cuadrilla provincial hincharán el papo con la promesa de una lucha insomne o cataplasmas como las de los Fondos Míner o los de Compensación Transfronterizos, lo que haga falta hasta que la inflamación pase y el duelo ya sólo sea llanto. Mañueco y Carlos Martínez, Ester Muñoz o Cendón, que ya fue a ver que provecho se podía extraer del trauma, harán escorzos heroicos. Ellos o sus peones escenificarán la antología de la nada. No hay un hoy que deje de ser ayer.

Tras el óbito vendrán las disculpas de mal pagador: “no se podía hacer otra cosa” y después se oficiará la misa de Réquiem, sin remordimiento, sin prejuicios. ¿Qué es la Bañeza? Una realidad mal definida en una provincia peor definida. Cuando este mal trago pase todo volverá a ser igual, León no penaliza electoralmente ni al vendido ni al farsante. Esta tierra debe ser el último reducto europeo donde se puede contar la milonga que se quiera que el respetable no dejará de sacar a hombros al miserable que le mienta y le diga: “Luchamos denodadamente pero fue imposible, ahora vamos a ver cómo podemos paliar el desastre con ayudas y fondos”.

Pero tras la inhumación, el aquelarre habrá tocado a su fin, las promesas de inversiones compensatorias se las llevará el viento, la tramoya de nuestros políticos se levantará con la satisfacción del deber cumplido y la Bañeza se quedará sola y compungida, llorando y añorando su pérdida, y abandonada a su suerte hasta la próxima ejecución, que le acabará por llegar algún día. Me pregunto qué tendrán que decir al respecto los alcaldes de la zona. ¿Tendrán algo que decir o prevalecerá la ley del silencio, la Omertá que imponen los partidos mayoritarios? ¿Qué dirá el alcalde de la Bañeza, de quien se rumorea que es el encargado de designar los candidatos de su partido a las alcaldías de su demarcación?

¿De qué sirven las manifestaciones?

¿Qué alegarán ahora aquellos que de forma insistente, hasta la nausea, siguen empeñados en que los leoneses ofrezcamos la cerviz al yugo castellano? ¿Tendrán el cuajo de sostener que la Junta no podía hacer nada cuando la empresa diversificó sus tareas por Toro, Benavente y Miranda de Ebro? ¿Estará la ciudadanía tan ciega que volverá a premiar con su voto a esta caterva de impresentables? ¿De qué sirven las manifestaciones sindicales en segunda convocatoria en defensa del desarrollo provincial? ¿Sólo para mantener estériles reuniones con la Junta? ¿Alguna aportación al respecto de nuestros congresistas y senadores en Madrid?

Un consuelo nos queda, veremos si es infundado. Ahora que las gradas del Estadio Municipal Reino de León se tiñen con el color fucsia de las banderas leonesas, ahora que el Nazareno y las cofradías leonesas procesionan bajo el amparo consistorial, tal vez sea el punto final de nuestros males porque ¿harán algo más por su tierra que agitar sus enseñas y pasear el nombre de León por la Ciudad Eterna? ¿O no?

Y para terminar sólo dos apuntes. Enhorabuena a los leoneses que nos siguen amordazando, maniatando y entreteniendo a la espera de que cese toda contestación contra los poderes establecidos. Progresáis adecuadamente. Y mis queridos vecinos bedunienses, el asunto no tiene arreglo. En Veguellina sabemos cómo es el proceso. Pero al menos no os dejéis engañar. Estáis solos, ni León, ni Castilla y León, ni España harán nada por vosotros. La prueba del nueve es que la clase política leonesa viene perpetrando estas ignominias desde hace casi medio siglo sin que se les conozca una acción honorable. Al menos pedid que os respeten con su silencio.

Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata

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