La verdadera Asturia(s) es León

Una de las cosas que han caracterizado a los leoneses es su manera de afrontar la vida. Siempre activos, creando multitud de cosas y saliendo de su tierra a otros lugares. Digamos que son unas gentes interactivas, llenas de energía y de capacidades. ¿Quién no conoce un artista, un escritor, un periodista, un político, un soldado, un policía, un marino, un aviador que no esté fuera de León y quiera volver? Una tierra de desarraigo donde los que se quedan protestan por estar aquí y los que se van por no volver.
A todos nos suenan mucho estas cosas, pero no es algo nuevo en esta tierra. Desde tiempos de los ástures (o astures) y la llegada de los romanos a León las cosas vienen siendo así. Pero lo más gracioso de todo es que somos conscientes de que los antepasados de León fueron los astures... y al final los que se llaman asturianos son aquellos que llamamos “primos hermanos” (y con los que no vamos ni a atropar una manzana cuando es cosa de hacer negocios, preferimos que bajen ellos a nuestros valles para que se dejen el dinero).
Y esto no es por que sí, ni por cosas de esas que, digamos, nos diferencian entre mineros del más allá de la cordillera Cantábrica y nuestro más acá, sino por varias razones de peso que dejan claro que lo que fue Asturia y lo que tenía que haberse llamado así no es la Comunidad del Principado, sino León.
Un día, conversando con un amigo asturiano le comenté que tenía que tener en cuenta “que la verdadera Asturia(s) está en León”. Casi se me ofende al principio, pero cuando se lo expliqué con datos tan contundentes tuvo que agradecer que lo de que él se llamara asturiano (y pudiera cantar su Patria querida sin tener que estar contentillo como hacemos el resto de españoles, o más o menos...) fue cosa de la Historia.
Asturias se llama así por un río que no pasa por Asturias
Lo primero, mal asunto es que si Asturias se llama así por el río Ástura (o Astura), que está a cientos de kilómetros de Oviedo, sea la verdadera Asturia. Ese río del que hablamos es nada más y nada menos que el Esla. Lo segundo, que la capital de la Asturia antigua era una pequeña ciudad que hoy tiene obispo y se llama Astorga, o nuestra Asturica Augusta. Lo tercero, que si no llega a ser porque León se convirtió en capital de reino... la provincia que se hubiera llamado Asturias hubiera sido la nuestra. Y lo cuarto, la confusión viene de esos señores que consideramos tan majos y que eran una máquina de picar carne y llevarse todo mineral precioso que pudieran que se llamaban romanos.
En realidad León y Asturias no son lo mismo. Es cosa de los legionarios romanos, que cuando a su primer emperador –un tal Octaviano que detestaba su nombre y luego pasó a llamarse César Augusto– le dio por nacionalizar la concesión de las minas de oro de los astures. Se inventó una guerra contra los cántabros para que éstos castreños de aquí les ayudaran a los montañeses de allá y se metieran en el fregao y así darse el princeps romano la razón porque le habían atacado. Una excusa más de guerra por dinero... (y porque ástures y cántabros se dice que ayudaron a los galos en la guerra contra su tío Julio César, que las rencillas de familia también cuentan).
Total, que cuando se plantaron aquí los romanos no se dedicaron a hacer un estudio sociográfico de quiénes vivían en el trozo entre los cántabros y los galaicos y bien dijeron: “¿Este río se llama Ástura? Pues todos astures”. Los de más acá de las montañas cisastures o cismontanos; los que vendrían a ser hoy leoneses y zamoranos) y los de más allá transmontanos o transastures; hoy llamados asturianos.
Y sin embargo, para los de aquí no era así: los cismontanos eran, resumiendo, las tribus de los gigurros (Lugo), tiburos (La Cabrera), zoelas (norte de Zamora, Sanabria, norte de Portugal), amacos (Maragatería), brigaecinos (entre el Esla y el Valderaduey), bedunienses (en la zona de La Bañeza, de donde era Borea, uno de los gladiadores más famosos de todo el Imperio Romano) y lancienses (Lancia, León y montaña Central y hacia Riaño). Los trasmontanos, al grosso modo romano, eran las tribus de los pésicos (al oeste de Asturias y en Villablino), los lugones (en el centro) y los penios (al este hacia Cantabria).
El caso es que a los romanos esto les importaba bastante poco. Cegados por la visión del oro, dijeron “astures y a tomar viento fresco”. Pero se sabe que estos pueblos no eran los más temibles y los más guerreros de toda la península porque sí. No en vano fueron los últimos en someterse y hasta Augusto perdió aquí su primera águila de Legión treinta años antes que en Teotoburgo.
El Reino de León lo cambió todo
Aquí en León, hasta en la lucha leonesa está la diferencia entre los montañeses y los de los valles. Es lógico, en los valles se cultiva y en las montañas se cría ganado. Y si en invierno los montañeses no tienen grano para sus animales, éstos se mueren. Conclusión: montañeses atacando poblaciones de los valles en verano para proveerse de forraje. Otra conclusión: los transmontanos bajarían a los valles de los amacos, brigaecinos, vadinienses y lacienses a lo mismo. Conclusión final: se llevarían a matar y no se considerarían los mismos; pero cuando manda potencia superior...
Al final fue la Historia, la que al colocar la cabeza del reino cristiano más importante de Europa en los siglos XI a XIII en la capital leonesa (el Reino de León) hizo que cambiara el nombre y que nos permitiera ser diferentes y reconocerlo; aunque los asturianos tengan el nuestro prestado. No cantaremos el Asturias Patria Querida pero cuando queremos los leoneses invadimos Oviedo y Gijón y nos tomamos unas sidras. Y en verano, los asturianos pasan la cordillera Cantábrica a secarse mientras llenan los valles de León con dinero.
No somos los mismos, pero a fuerza de aguantarnos tanto tiempo ahora lo pasamos fenomenal con unas sidrinas y entonces sí que nos ponemos a cantar lo del árbol y la flor más contentillos que otra cosa.
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