La cuadratura del círculo

Donald Trump y Robert F. Kennedy.

La cuadratura del círculo es un problema geométrico irresoluble que consiste en hallar, únicamente pertrechados con regla y compás, un cuadrado que posea un área igual a la de un círculo dado. Vamos, como lo del huevo y la gallina pero en versión científica. En sentido metafórico, solemos decir que algo es la 'cuadratura del círculo' cuando queremos referirnos a un asunto de muy complicada resolución. Una idea que perfectamente podríamos asociar a la imposibilidad de entender la delirante perseverancia conque las teorías conspiranoicas y las ideas más burdas parecen regresar cada cierto tiempo a nuestra sociedad. Porque, como en ese enigma matemático que ha intentando abordarse sin éxito desde la antigüedad hasta nuestros días, la humanidad tampoco ha encontrado respuesta a la eterna colisión entre ciencia e ignorancia, entre progreso y oscurantismo, entre ilustración y fanatismo. 

En estos tiempos tan confusos (como lo fueron todos) tenemos acceso directo y universal al vasto conocimiento humano a través de nuestros dispositivos móviles, una maravillosa y diminuta biblioteca de Alejandría a golpe de teclado. Toda la sabiduría adquirida por la humanidad durante siglos está contenida en esa nube de datos que viajan de mente pensante en mente pensante, que fluyen sin descanso para facilitar una comunicación sin precedentes entre las distintas sociedades que pueblan el planeta y los hombres que las conforman. Aún así, regresan con fuerza los bulos que niegan el progreso, los colosales beneficios que han generado los avances científicos y que nos han permitido vivir cien años o agrandar hasta límites insospechados nuestra visión del mundo. 

Antes era el temor a Dios, las religiones mal entendidas y utilizadas por el poder para manipular al pueblo. Los científicos y visionarios eran quemados en la hoguera por explicar las complejidades del cuerpo humano o defender que la Tierra era redonda, las mujeres por querer ser ellas mismas y los gatos negros por haber sido tan infortunados como para haber nacido con el color de pelo equivocado. En la era contemporánea quizás no seamos tan cruelmente diligentes, pero en el fondo sigue sucediendo lo mismo, se atacan sin compasión el sentido común y el discurso ilustrado, se cancelan opiniones y se combate la razón con la confusión intencionada que también permiten todas esas sofisticadas herramientas de comunicación. Los nuevos sacerdotes de la idiotez desinforman sin rubor, con inmoral descaro, en nombre de la patria o el dinero, en nombre de un Dios al que atribuyen todas sus supersticiones y dogmas excluyentes. Son incapaces de intuir que lo más parecido a Dios que va a conocer el ser humano es la infinita tolerancia que llega a través del conocimiento.

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