El derecho a que te hagan mimos

Un juez del amor interpretado por una inteligencia artificial.

O nos lo tomamos a risa o nos tenemos que cabrear. Así que mejor le echamos un poco de humor, que aún estamos en enero.

No me extraña que, a menudo, la Iglesia y la Izquierda se detesten mutuamente: cada día está más claro que luchan por los mismos parroquianos, al menos en lo psicológico. Ahora resulta que nos tenemos que amar todos mucho, los unos a los otros, o es delito. O algo así, más o menos. ¿No os suena a ingrediente de catecismo?

Además de las actuales figuras que cubre el supuesto delito de odio, se añaden, entre otras, el odio a los pobres o aporofobia (para que suene más feo), el que se refiera a la edad de una persona (viejofobia, escribo yo, porque sí), el que ataña a la lengua que utilice, el origen territorial, o el aspecto físico.

En el fondo, y para no cabrearme, quiero pensar que lo están intentando legislar es el derecho al amor, y que ese es el camino que llevamos. Los demás te tienen que querer, obligatoriamente, cualquiera que sea tu raza, renta, condición sexual, ideología, religión, origen territorial, edad, aspecto físico, lengua utilizada, o lo que sea. Te tienen que querer.

Van a legislar el cariño y posiblemente su carencia aparezca dentro de poco como hecho imponible en la legislación fiscal. Porque así es como la gente aprende mejor las cosas y cumple las leyes: no ama usted lo bastante a las rubias o los pelirrojos: 5% de recargo en el IRPF. No ama usted lo necesario a los gays o los gallegos: 5% de recargo en el IVA. No ama usted lo reglamentario a los que hablan lleunés, 5% de recargo en el IBI.

Hay que amarse los unos a los otros, como hermanos. Es forzoso, obligatorio, solidario, social y saludable. El que no ama a los demás está en el origen del conflicto. El debate puede y debe plantearse, pero desde el amor, porque si no hay amor, el debate es fuente de conflictos. O los amas a todos, o te doy una hostia, en resumen.

¿Por qué tiene que haber gente sin amor? Todo el mundo tiene derecho a ser amado. Y si no amas, al menos simúlalo, o cállate. Sobre todo, cállate. Nos falta, y llegará, el delito de odio comercial: boicotear una marca será delito. Decir que no se compren productos de un país o una región, será delito. Y hablar mal del tiempo en una zona determinada será delito en breve, porque afirmar públicamente que este año en Asturias me llovió tres días de una semana, daña al sector turístico asturiano y destruye puestos de trabajo, lo que genera un daño cierto y cuantificable.

La hipocresía nos llega ya por encima de la barbilla, amigos. La dictadura está ahí, completando su puzzle, y todavía nos paramos a leer la letra pequeña de lo que prohíben y lo que hacen obligatorio. Esperad que puedan combinar esto a la desaparición del dinero en efectivo, para que puedan saber qué compramos, y veréis lo que tardan en cambiarnos el DNI por una cartilla de racionamiento. Y le llamarán boletín de Consumo, o algo así.

Etiquetas
stats