Cuando el derecho procede del delito

Una interpretación de una inteligencia artificial de un juez injusto.

La idea está inventada desde tiempos de las cavernas y hacer una lista podría, seguro, distraernos de la idea principal: Prusia Oriental, Sudetes, Yugoslavia, Donbás, Palestina... muchos ya no pasarán de aquí, porque la limpieza étnica es sólo lo que hacen los demás, los que nos caen mal...

Los nuestros nunca harían tal cosa.

El mecanismo es bastante simple. Llegas a un lugar, lo tomas por las armas, echas a patadas a la gente que vive allí y estableces a los tuyos, dándoles las casas y los bienes de los vencidos o empezando desde cero. Veinte años después, los tuyos han tenido hijos que han nacido en ese lugar y tienen derecho a vivir allí. Un derecho limpio e inmaculado que reconocen todas las leyes. Cincuenta años después, ya son dos generaciones de los tuyos los que tienen derecho a habitar esa tierra sin que nada se pueda oponer. En tres generaciones, ya no queda vivo casi nadie de los que tuvieron que irse, no hay reclamación posible, y el territorio es indiscutiblemente tuyo. Y además, toda la población que lo habita tiene el legítimo derecho de seguir viviendo en esa tierra.

¿Os parece normal? A mí no, o no del todo, pero así es como funciona. Hay delitos, delitos contra la Humanidad, que generan derechos. Delitos que generan legitimidad y ganancias territoriales, económicas y estratégicas. Delitos que se consolidan en forma de legitimidad. Hay crímenes que salen rentables, y no sólo desde el punto de vista práctico, sino que admiten también su consolidación a nivel jurídico. Es tremendo. Es terrible. Pero muy difícil de evitar y de discutir.

¿Qué derecho tienen los alemanes sobre la Prusia Oriental polaca, sobre la Silesia de Breslau o sobre el puerto de Danzig, hoy Gdansk? ¿Qué derecho tienen sobre el Königsberg de Kant, hoy conocido como Kaliningrado, y en manos rusas? Ninguno. ¿Es normal que Egger se llame Cheb? ¿Es normal que Aussig sea Usti? ¿Es normal que Karlsberg aparezca como Karlovy Vary en las guías? Pues sí. Totalmente normal.

Es lo que hay. Pasa el tiempo. Nace gente. Muere gente. La limpieza étnica se consolida y se convierte en legitimidad y demuestra, por la vía de los hechos, que fue una buena idea, porque si tras conquistar un territorio permites que sigan viviendo allí sus antiguos habitantes, corres el riesgo de que tarde o temprano, por razones culturales, lingüísticas o emocionales, se rebelen contra tu poder y quieran regresar a su vieja patria. Pero si los echas a patadas o los asesinas, se acabó el problema, y en poco tiempo el territorio será legítimamente tuyo y de la gente que lo habita: los tuyos. Sin discusiones ni traumas. Sin revisionismos. Al carajo.

Así las cosas... ¿Cómo podemos esperar que no se siga haciendo? ¿Quién puede ser tan imbécil como para evitar un crimen que se lava a sí mismo, y se convierte en un derecho? Por supuesto que los israelíes van a aniquilar a los palestinos y sustituirlos por sus colonos. Como han hecho hasta ahora. Como hemos hecho en Europa toda la puta vida. Por eso parte de Ucrania está habitada por rusos. Por eso no hay alemanes en Prusia. Por eso serbios, croatas y bosnios escabecharon a la población civil, y por eso andan todavía a bofetadas los serbios y los albaneses en las montañas de Kosovo.

No sé si existe una manera de revisar semejante legislación corrupta. No sé siquiera si es cabal a proponer que los muertos tengan más derechos que los vivos (a mí me parece que no), pero mientras la limpieza étnica genere derechos la seguiremos viendo una y otra vez, hasta el infinito.

Las cosas que funcionan, se repiten.

Las cosas que funcionan, no se dejan de hacer nunca.

Javier Pérez es escritor. Ganó el premio Azorín en 2006 y acaba de publicar su último libro: La libertad huyendo del pueblo.

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