Villablino corona los 120 años de La Feriona, la estrella de las celebraciones populares en la Montaña Occidental
La Feriona está de aniversario redondo. En este 2024 se cumplen 120 años desde que se instauró la fecha del 12 de octubre como día de una feria de ganado en Villablino que, con la evolución ineludible del tiempo y las circunstancias, se ha convertido en el día más señalado de las celebraciones populares de la capital lacianiega y de toda la Montaña Occidental Leonesa.
La efeméride es buen momento para rememorar aquí el libro La Feriona. Crónica de una Feria en la España Inveterada, de Lucio Criado Placín, publicado en 1993, prologado por Concha Casado Lobato y con ilustraciones de Manuel Sierra. En el volumen se hace un repaso histórico sobre la celebración y evolución de las ferias en general y, en especial, en la parte que corresponde a este territorio de Laciana.
Mercadear es innato al ser humano: una necesidad originada en el hombre por la necesidad de adquirir aquello de lo que se carece, bien sea través del truque, del trabajo personal y ya en tiempos modernos del dinero. Por ello, no resulta extraño que, cuando en 1270 se otorga a Laciana la denominada Carta Puebla, uno de los derechos que se concede es el correspondiente a celebrar ferias.
“E otrosi, les otorgamos que fagan y mercado cada semana en día de martes e que todos aquellos que vengan e vayan seguros así como a los otros mercados de Asturias” (sic Carta Puebla de Laciana). Como este tipo de documentos con privilegios concedidos por los Reyes, no venían en la mayoría de las ocasiones más que a confirmar prácticas y usos habituales anteriores, es de suponer que las ferias ya se celebraban con regularidad en Laciana antes de la Carta Puebla.
Lucio hace un repaso exhaustivo de la historia de las ferias desde esa primera concesión documentada. Indagando en documentos antiguos como las ordenanzas de 1668 que “eximían de tributos y portazgos a los vecinos de Cerredo, Degaña y Monasterio de Hermo (todas localidades asturianas), cuando concurriesen a los mercados de Villablino, toda vez que daban maderas para la construcción de casas y puentes de Laciana”.
Lucio Criado Placín publicó en 1993 'La Feriona Crónica de una Feria en la España Inveterada', libro prologado por Concha Casado Lobato y con ilustraciones de Manuel Sierra
Los privilegios de la Carta Puebla se siguen manteniendo, pues sucesivos reyes de Castilla y León y luego los de España, los confirmaron sucesivamente hasta Fernando VII (principios del S XIX). Se encuentra un cambio en la fecha original de los martes a el lunes, que documenta Pascual Madoz en su diccionario, mediada la centuria de 1800–1900.
En referencia a la localidad de Villablino, se escribe en el diccionario geográfico y estadístico de Madoz así: “Celebra mercado los lunes de cada semana y todos los días desde mediados de septiembre hasta diciembre; se despacha en estos bastante ganado vacuno, y en aquellos granos, paños, lienzos del país y frutas del Vierzo”.
Criado Placín ahonda en la situación económica, agrícola y ganadera de la comarca y sus alrededores en esa época. Aborda el abundante cultivo del lino y granos, que testimonian los más de cuarenta molinos existentes en Laciana, lo mismo que la gran cantidad de batanes para elaborar el paño pardo con lana de oveja. Y cita el aprovechamiento intensivo de los pastos para una ganadería de vacuno, cabrío y ovino, incrementado por la trashumancia.
La circunstancia de ubicación de Laciana como punto de paso entre el occidente de Asturias con El Bierzo y la meseta es un aliciente más para esa proliferación de mercados que podría parecer inusual. Y que, al parecer, fue también la causa del decaimiento de las ferias en el final de XIX, cuando un gran tránsito de la arriería permitiría acceder a los productos tradicionales del mercado por otras vías y medios.
Y La Ferina
Con la finalidad de dar solución a esa perdida de actividad en el mercado ganadero local, el Ayuntamiento de Villablino, el 7 de agosto de 1904, tomó el siguiente acuerdo, que así se recoge en las actas municipales: “Se puso a discusión si será conveniente establecer ferias de ganados en este municipio y, por unanimidad, se acordó celebrar ferias de ganados vacunos el día doce de cada mes en la plaza de esta villa (actual plaza de Sierra Pambley), a excepción de julio y agosto de cada año, en cuyos dos meses no habrá feria; acordando al propio tiempo que se establezcan ferias de toda clase de caballerías en los mismos días de los meses de abril, octubre y noviembre de cada año; siendo de advertir que para dar principio al establecimiento de las mismas, se obligará a los pueblos a presentar los ganados que sean necesarios,… dando principio aquellas en el próximo mes de septiembre”.
Las propias reglas del mercado establecieron las prioridades para dar a las celebraciones previas al tiempo de matanzas y sanmartinos la preponderancia necesaria
Transcurrido el tiempo, aquella primera intención de múltiples celebraciones de ferias, quedó reducida a las dos actuales: el 12 de octubre La Feriona y el 12 de noviembre La Ferina. Las propias reglas del mercado establecieron las prioridades para dar a las celebraciones previas al tiempo de matanzas y sanmartinos la preponderancia necesaria para poder satisfacer las necesidades de la clientela local y foránea.
Aunque durante muchos años se mantuvieron después del 12 de octubre mercados todos los lunes hasta diciembre o hasta cuando se viese que no había concurrencia, sobre este asunto también el Ayuntamiento en abril de 1955 tomó un acuerdo sobre el cambio de fechas: “Los mercados y ferias, que en el otoño se celebran todos los lunes, pasan a celebrarse los martes”.
También la ubicación se fue alterando en función de necesidades y disponibilidad de espacios. En un principio se celebraban en la plaza de la villa, que pronto quedaría escasa para acoger una cada vez mayor afluencia de ganados. Se trasladó a fincas ubicadas en la zona sur, en los alrededores de donde en 1939 se construyó el denominado campo de ferias (campo municipal o campo de las escuelas, también utilizado como campo de fútbol hasta 1960).
Esta ubicación también se vio desplazada cuando en 1957 se construyeron las escuelas infantiles en ese mismo recinto. El Ayuntamiento compró unos terrenos en el denominado teso de Las Chungueras (1954), donde hoy está el colegio San Miguel y el cuartel de la Guardia Civil, para construir en ellos un nuevo matadero municipal y el mercado de ganados, que se siguió utilizando hasta 1998.
Aún sin finalizar las obras de construcción del nuevo mercado de ganados en el paraje de Las Rozas, a finales del siglo pasado (1997) se trasladó hasta ese recinto ferial más moderno y acorde a las necesidades que acoge hasta la actualidad todos los eventos ganaderos del municipio, tanto ferias como concursos, muestras y exposiciones.
Cuando la feria de ganado se ubicó en el campo de las escuelas, los puestos con artesanos y vendedores de diversidad de productos se fueron instalando por las calles adyacentes, en principio solo García Buelta. A medida que se iba urbanizando el entorno y los vendedores aumentaban se utilizaron otras calles para ubicar los puestos: Río Sil, Babia, Omaña, Leitariegos, Doctor Fleming, Narcea o Vega del Palo.
Son ubicaciones de los puestos de venta ambulante que se mantuvieron hasta el último traslado del mercado a Las Rozas en 1997. Fue entonces cuando se asignó para el mercado no ganadero la instalación de vendedores en las Avenidas de El Bierzo y Constantino Gancedo, con todas las bocacalles adyacentes a ambas y algunas prolongaciones, donde se siguen situando en la actualidad.
Un punto de vista particular
Lucio recoge en los últimos capítulos de su libro sus recuerdos personales de la feria: sus más de 30 años de experiencia acumulada recorriendo y observando sus entresijos; recordando a artesanos, personajes peculiares, tratantes, formas y usos en el trato sobre animales, costumbres ancestrales que se siguieron manteniendo, las comidas; o la ciencia de distinguir entre lo útil, lo inútil y lo pintoresco.
La Feriona pasó de su preponderancia inicial a un largo periodo al que llamaron de “prado y mina”, donde algunos auguraban su desaparición, hasta recuperar el tirón en una comarca donde la ganadería vuelve a ganar relevancia
También recuerda que en los años de redacción y publicación del libro (1992–1993) acudían regularmente al mercado entre 300 y 400 reses de vacuno, así como la celebración a partir de 1998 de un concurso de promoción para reses de ganaderos locales organizado por la, en aquel tiempo recién creada, Cooperativa Ganadera del Valle de Laciana, destinado a vacuno de las razas Asturiana de los Valles, Pardo Alpina, y también para equinos.
La desaparición del concurso se suplió unos años más tarde con el Certamen Provincial de Asturiana de los Valles, que este año alcanza ya su XXVIII edición, y que está convocado para el fin de semana próximo.
La feria alcanza este año los 120 años desde que se fijó esta fecha de octubre. Ha transitado en su larga existencia por diversas y variadas circunstancias: desde la inicial de una comarca eminentemente agrícola y ganadera; posteriormente un largo periodo al que llamaron de “prado y mina”, donde algunos auguraban su desaparición; para, tras desvanecerse el elemento minero, regresar a una situación económica donde la ganadería vuelve a ser una actividad de relevancia en Laciana, que trata de recuperar esplendor hoy ya con unas 5.000 cabezas de vacuno censadas.
Aunque solo sea por ese afán y necesidad de subsistencia de una práctica mercantil pensada para dar salida a uno de los productos locales más valiosos, el ganado, se ha convertido en el más importante evento social de la Montaña Occidental Leonesa. Tiene bien ganada y merecida esa coronación popular, que la ha encumbrado con el aumentativo de La Feriona.