Muchedumbre humana y tan solo ocho reses en La Feriona de Villablino
Como era de esperar el gentío que abarrotó este domingo las calles de Villablino fue inconmensurable. Las dos calles que albergaron la mayoría de los tenderetes de los feriantes, avenidas de El Bierzo y de Constantino Gancedo, fueron una continua riada humana de apretujones, roces y atascos momentáneos.
Recorrer los dos escasos kilómetros de este trayecto de las dos calles de Villablino es una trabajosa experiencia de paciencia y amabilidad hacia el resto de los viandantes de un mínimo de dos horas de duración. Más genera la sensación de un castigo, que de un premio festivo.
Por estos motivos, mientras se espera por el compañero que se detiene en un puesto a mirar, preguntar o comprar algo, asalta la duda sobre qué extrañas ideas o sentimientos hacen que los humanos seamos tan amantes de estas aglomeraciones.
Será por algún tipo de parafilias pseudo sexuales, por el simple gregarismo animal que otorga sensación de seguridad al grupo o por la necesidad humana de rechazar la soledad. Este gusto por los apretujones y el imposible paseo relajado no parece a simple vista una actitud racional. Nos demuestra que, además de nuestra condición de animales racionales de la que alardeamos, a veces tenemos comportamientos totalmente irracionales, como el resto de los animales vivos y además en manada.
Superados esos momentos de pensamientos extraños en el discurrir por los entresijos del mercado, se observan los puestos de venta y las mercaderías que en ellos se ofertan, por si algo interesa: comida, ropa, calzados, cachivaches, complementos y adornos, perfumes, productos de guarnicionería, cuchillos y navajas, artesanías diversas, objetos y cacharros metálicos.
Siempre al final, incluso los más austeros, terminan comprando algo, lo menos esperado cuando habían salido de casa, unos petardos, unas avellanas, unas gafas. Cualquier compra justifica los inconvenientes vividos y el tiempo empleado.
Cansados, se busca el reposo en los puestos del pulpo y los asados, para reponer fuerzas y disfrutar de un tiempo sentados, tan necesario para un mínimo impulso que permita regresar de nuevo a la corriente humana. Otros buscarán esa sensación de reposo y tranquilidad en las mesas de cualquier establecimiento de hostelería o apoyándose sobre un muro durante unos instantes.
Mucho mercado y escasa feria ganadera
Escaso, es un calificativo amable, para valorar la actividad ganadera de la feria del domingo en Villablino. Seis novillos, dos terneros, dos cabras y cinco caballerías dieron testimonio en el recinto ferial, que las ferias parecen haber quedado ya relegadas a tiempos muy pretéritos.
Lo que no fue tampoco un inconveniente para que la riada humana llegase hasta el recinto, para comprobar el fracaso del mercado de ganados y disfrutar de las estampas de la exposición de mastines de los criadores locales o los vendedores de maquinaria agrícola colocados en el recinto exterior del complejo.
A finales del presente mes, el certamen de Asturiana de los Valles justificará al menos por año más la existencia de este recinto ferial, puesto que son las únicas fechas en que en cada edición casi se llena por completo el espacio dedicado a los animales.