Medio siglo del viaje de Cabo Verde a las minas de Laciana: “Los primeros días tenía miedo de entrar a la mina”
Las cuencas mineras de León celebran un singular aniversario, la llegada de los primeros grupos de emigrantes de las islas africanas de Cabo Verde para trabajar en la minería del carbón. Unas cuencas mineras ya habituadas por aquel entonces a la presencia de foráneos llegados para trabajar en las minas, de procedencias diversas, de otras provincias españolas y con una importante presencia de ciudadanos portugueses. Pero la migración de Cabo Verde fue una de las más potentes y asentadas, como ocurrió en el caso de la comarca de Laciana.
Solo sorprendió a los locales el color de la piel de estos nuevos vecinos. Y así lo comenta un residente en Villablino por aquel entonces, “el único negro que yo había visto hasta hoy era el cantante Basilio, cuando actuó en la sala de fiestas Nevada”. La novedad fue breve.
Todos encontraron trabajo en Laciana nada más llegar en la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), escasa por aquel entonces de mano de obra, pues los jóvenes locales optaban en buena parte por ser a su vez emigrantes hacia otros territorios de España o hacia una Europa que en esa década de los 70 empezó a limitar sus puertas a la emigración, por la crisis económica que afectaba al continente.
Como curiosidad se puede constatar que las otras dos empresas mineras más grandes con influencia en Laciana, la empresa Hullas del Coto Cortés e Hijos de Baldomero García, no contrataban a los caboverdianos.
Las residencias para trabajadores, que por entonces mantenía en funcionamiento la empresa MSP, ofrecieron la oportunidad de un alojamiento digno a precios asequibles en los primeros años. Cuando se fueron asentando los nuevos trabajadores, pasados tres o cuatro años comenzaron a llegar también sus familias: mujeres, novias o esposas.
Y si para los lugareños hubo esa sorpresa inicial, cual no sería para ellos llegar de unas islas en medio del Atlántico, con un clima tropical, habituados a trabajos como agricultores o pescadores; a meterse bajo tierra a trabajar en la mina y cuando salían a la superficie encontrarse con un clima continental de montaña y frío.
La adaptación fue mutua, de la sociedad que les acogía y de los llegados de tierras tan lejanas. Ambas partes crearon una buena simbiosis de la que hoy quedan en esta comarca de Laciana muchas muestras, que así lo acreditan.
Un cincuentenario recordado
El cincuentenario hubiese pasado desapercibido en Laciana si un caboverdiano, Alcides Almeida, no lo hubiese recordado con un emotivo y agradecido mensaje de voz, que se puede escuchar en el canal de YouTube del Ayuntamiento de Villablino (50 años de la llegada del segundo grupo de trabajadores caboverdianos).
Alcides hoy vive en Torrevieja (Alicante), donde preside la Asociación Cultural Caboverdiana de Torrevieja, en un territorio donde la comunidad de caboverdianos es bastante numerosa. Y que cada año celebra con cariño y emoción la fiesta de Santa Bárbara, la patrona de los mineros. Este año quieren que sea especial con la conmemoración de este cincuentenario y han invitado al alcalde de Villablino y quienes le deseen acompañar a celebrar la fiesta con ellos.
Según ha confirmado Mario Rivas a ILEÓN, es su intención acudir a Torrevieja aceptando la invitación, acompañado de otros miembros de la corporación municipal para celebrar con la comunidad caboverdiana asentada allí esta fiesta minera especial del cincuentenario.
Por razones obvias, en Torrevieja el día 4 de diciembrem festividad de Santa Bárbara, no es fiesta local, por lo que trasladan la celebración en esa comunidad caboverdiana al sábado 6 de diciembre. Habrá una comida de confraternización y una tarde de bailes, cantando como cada año con emoción y sentimiento el himno minero 'Santa Barbara bendita', símbolo de un pasado del que se sienten orgullosos.
Cuenta Alcides que, también en esas tierras alicantinas a donde se han traslado a residir muchos desde Laciana y El Bierzo una vez jubilados han sido bien acogidos e incluso le han puesto a un parque de la localidad el nombre de Cabo Verde. Lo mismo que el Ayuntamiento de Villablino ha acordado hacer en un pleno de finales de julio, para dar el nombre de 'Área recreativa de Cabo Verde' a la situada en el barrio de Colominas.
Sociología y arte
El asunto de los inmigrantes caboverdianos en Laciana fue el objeto de estudio de la hoy profesora titular de Sociología en Universidad Europea de Madrid, Rocío Moldes Farelo, en su tesis doctoral 'Relaciones etnia-clase Inmigrantes caboverdianos en las minas de Laciana (León)', presentada y leída en 1998 en la Universidad Complutense de Madrid.
Señala la profesora Moldes en un trabajo posterior que resume su tesis, publicado en el número 6 de la revista “Quaderns de ciències socials” (2006), que “la comunidad de caboverdianos en Laciana, compuesta por unos 600 miembros, en las épocas de máxima presencia, permite, debido a su largo periodo de estancia, analizar un ciclo migratorio completo, que incluye la adultez de las segundas generaciones, hecho de gran relevancia, teniendo en cuenta que se trata de la primera comunidad migrante racialmente diferente con segunda generación en nuestro país”.
También detalla las circunstancias de la llegada del primer grupo de tres caboverdianos, gracias al conocimiento extraído de las entrevistas que ella misma hizo, “los tres primeros caboverdianos, todos procedentes de la isla de San Nicolau, llegan a Villablino el 25 de abril de 1975 y el día 28 de ese mismo mes, se incorporarán en el pozo Paulina como ayudantes mineros en la localidad de Caboalles de Arriba”.
Estas migraciones, así mismo fueron recogidas en la exposición 'Kabu Verdi, Hora Di Bai“'en 2022 en el Museo Nacional de Antropología, recordando la primera circunnavegación y la llegada, a partir de 1973, de varios grupos a las cuencas mineras leonesas.
A parte de estas fuentes, más científicas y profesionalizadas del estudio de este fenómeno migratorio, Laciana y los lacianiegos, pueden aportar conocimientos, anécdotas y experiencias personales, sobre la convivencia pasada y actual en las relaciones sociales. Pero ya contabilizando como lacianiegos a estos emigrantes y sus descendientes de segunda, tercera y ya cuarta generación nacidos aquí.
Lo cotidiano
La creación de los grupos familiares o de reagrupamiento creo la necesidad de buscar nuevas formas de alojamiento en pisos o casas. Los primeros años fueron difíciles por la escasez de viviendas en el municipio. Hasta la segunda mitad de la década de los 80 no se dio solución en Laciana a la escasez de viviendas, con la construcción promovida básicamente por la iniciativa privada.
Unas circunstancias que fueron determinantes para que no se produjesen agrupamientos de residentes caboverdianos en barrios o zonas determinadas de las poblaciones del municipio, sin producirse lo que comúnmente se conoce como guetos. Y sus alojamientos fueron dispersos.
Como dato curioso se puede constatar que, gracias a estos emigrantes, Villablino fue de las primeras localidades de la provincia en poder contar un Rey Mago Baltasar, que no necesitaba tiznarse de negro para las cabalgatas. Miguel Da Silva, 'Miguelón' por su gran tamaño físico, el ya fallecido padre de Miguelín. Una vida, la de Miguelín, con una pasión, los trenes, que asumió esa labor de Rey Mago en las cabalgatas durante muchos años.
En una ocasión mi hijo, era un niño por entonces, al ir a recoger los juguetes en la iglesia, regresó y me dijo: “Papá ese rey Baltasar se parece mucho a tu amigo ese tan grande”. Pensado en cómo iba a salir del aprieto, la inconsciencia infantil y el ansia por abrir su regalo le hicieron olvidar casi de inmediato ese atisbo de realidad, y a mí la obligación de inventarme una mentira piadosa.
Durante muchos años funcionó en Laciana una asociación cultural llamada 'Los Unidos de Cabo Verde en Laciana', con sede en Villablino y celebraciones de festividades de la comunidad. También como lugar para colocar urnas y constituirse en colegio electoral donde poder votar para las elecciones de su país o recibir visitas del Cónsul General de Cabo Verde en España.
La asociación organizó visitas a otras comunidades caboverdianas en España, como a la de Burela (Lugo), celebrando partidos de fútbol, fiestas conjuntas y actuaciones del grupo musical Los Unidos, creado por varios amigos en Villablino.
Pasados los años han podido optar a la nacionalidad española o a la doble nacionalidad, sin haber sido rápido ni fácil el proceso. Como trabajadores legales y residentes censados han podido acceder a todos los servicios público como el acceso al sistema educativo. La segunda y tercera generación hoy hacen frente a los mismos problemas que el resto de sus convecinos de edades similares, especialmente la escasez de oportunidades laborales en Laciana.
La emigración nuevamente es casi la única alternativa para los jóvenes lacianiegos, independientemente de su origen familiar. Los hijos de caboverdianos que han logrado acceder o crear su propia alternativa laboral permanecen y han estabilizado su situación creando una familia, con hijos ya de tercera generación.
De esa segunda generación de caboverdianos lacianiegos hay que recordar a Valmiro Lópes Rocha, Valdo, el futbolista profesional nacido en Villaseca. Al que en 2022 se le rindió un homenaje en su localidad natal y se colocó una placa conmemorativa. Parte de cuya vida, infancia y juventud, se ha recreado en la película 'Llenos de gracia'.
La historia de José Antonio y Joana Isabel
Las prejubilaciones y jubilaciones mineras motivaron un numeroso éxodo de familias de todo tipo desde Laciana en busca de otras alternativas de vida a territorios más cómodos, con mejores servicios, climas más benignos, facilitar a los hijos el acceso fácil a universidades o a alternativas laborales. Las razones han sido diversas en esta diáspora poblacional de la comarca. Una emigración más de comodidad que de necesidad.
Entre los caboverdianos ocurrió lo mismo que con el resto de la población en general. Torrevieja y El Bierzo han sido sus destinos preferidos, con otros más dispersos y excepcionales. Contra esa tendencia general también varias familias han optado por seguir en el territorio.
José Antonio Fortes y Joana Isabel Gomes, son los patriarcas de una de esas familias que ha optado por permanecer en Laciana después de la jubilación del cabeza de familia, rompiendo la tendencia general.
La historia de esta familia en el medio siglo transcurrido, que ellos han tenido la amabilidad de rememorar para ILEON, es la descripción amable de como este grupo familiar se ha adaptado a una vida alejada de sus orígenes manteniendo el orgullo de su procedencia e incorporándose a los hábitos y costumbres de su nueva tierra de acogida a la que también consideran como propia.
José Antonio Fortes llegó a Villaseca con 29 años desde Cabo Verde, procedente de la isla de Santo Antón en 1976. En su país había trabajado 9 años en una factoría de congelados de pesca, a donde barcos factoría japoneses y rusos llegaban a dejar sus cargas que se mantenían ultracongelados hasta que llegaban grandes barcos a recoger el pescado.
Un trabajo que le había habituado a soportar temperaturas frías, lo que le hizo más fácil adaptarse al clima continental de Laciana. La mina en sus primeros tiempos se hizo difícil, “no conoces el lugar, no sabes cómo funcionan las cosas y no conoces a nadie, ser emigrante es duro, dejas atrás todo para llegar a un mundo desconocido”. Y recalca “emigras en busca de mejores condiciones, principalmente económicas”.
“Los primeros días tenía miedo de entrar a la mina”, y reconoce que el tiempo todo lo va a arreglando, “te habitúas, aprendes y encuentras personas que te ayudan”. Como así le ocurrió cuando Joana, la que luego sería su esposa, llegó a Lisboa. Para ir a recogerla necesitaba unos días y su compañero de trabajo, fue el que con su insistencia consiguió que la dirección del grupo minero de Carrasconte, en el que trabajaba, le diesen las vacaciones en abril (periodo no vacacional en MSP en aquel año 1977, por lo que no era fácil conseguir esa excepcionalidad y máxime para un emigrante).
Llegada Joana Gomes Monteiro, procedente de la isla de San Vicente, se casaron en la iglesia parroquial de San Pedro en Villaseca el 25 de septiembre de 1977. El matrimonio ha tenido 9 hijos, de los que tres residen en la actualidad en Laciana. Helder, con la economía y la pericia de llevar y traer cosas por las carreteras leonesas haciendo miles de kilómetros; Alejandro, empresario de hostelería e Isabel Fortes: una vida narrada a través de 17 cuadros y un mono de minero, la más pequeña, que este año se ha incorporado al colectivo artístico LacianArt.
Los otros seis hijos están repartidos por diversos lugares de España, Barcelona, Valencia, Torrevieja, Madrid y Salamanca. Y son: Marculina que trabaja cuidando ancianos, Dina trabajadora en una empresa de limpieza, Zenaida y María José ambas peluqueras con un grado de FP, Sandra gestiona su propia tienda en Barcelona y Julián, que es ingeniero.
Esta dispersión hace que las reuniones familiares para este grupo ya numeroso sean difíciles. En Navidades y alguna otra fecha, van logrando reunirse gran parte del grupo familiar hoy ya formado por 42 integrantes: José y Yoana, 9 hijos, 25 nietos y 6 biznietos.
El matrimonio compró unos terrenos en Villaseca, en el barrio de La Fábrica en sus primeros años en Laciana y allí construyeron su vivienda que a través de los años han ido ampliando con hasta tres plantas y una amplia huerta.
Durante muchos años los animales y la huerta, fueron un complemento económico muy importante para la familia, vacas, cabras, gallinas y conejos, “permitieron que nunca faltase la comida en la mesa”, explica Joana. Hoy ya solo mantienen la huerta.
Con esos parámetros económicos. Además de los ingresos del trabajo de José en la mina, como picador después de los seis meses de su ingreso en MSP, han hecho el milagro, hoy impensable, de poder sacar a su numerosa familia adelante y dar estudios universitarios a los hijos que así lo han querido.
“El que no estudió, fue porque no quiso”, explica José. Que como comenta Joana han tratado de educarlos en los conceptos clásicos de su cultura y ofrecerles una buena formación. Mientras recuerda el esfuerzo de su madre en Cabo Verde, para lograr que ella fuese a la escuela, en contra de la tradición y usos del entorno, donde las mujeres raramente acudían a las escuelas, “no quería que yo fuese como ella, sin saber leer y teniendo que firmar con el dedo, por eso al final con 8 años me envió a la escuela, después de pelear bastante con mi padre”.
El matrimonio regresa en ocasiones durante periodos vacacionales a Cabo Verde, su tierra, y hacen paradas en sus dos islas de origen “Es nuestra tierra y no renunciamos a nuestro origen, estamos orgullosos de ello”. “Ya somos tanto o más de esta tierra de Laciana como de Cabo Verde, llevamos más de media vida aquí”, ambos poseedores de la doble nacionalidad.
Por eso, el enraizamiento en Villaseca, su casa, la proximidad con sus hijos, nietos y biznietos. Han sido factores determinantes para no seguir una tendencia generalizada de la población de Laciana, que una vez prejubilados o jubilados los cabezas de familia decidieron buscar otros lugares de residencia en España o fuera de ella.
Prejubilado en 1994, un año antes José Antonio estuvo a punto de perder la vida en un grave accidente sufrido en la mina, “Del que afortunadamente me pude recuperar”.
José y Joana creyeron que con una emigración era suficiente. Y hoy son dos vecinos ya tradicionales de Villaseca que hasta en los hábitos culinarios y alimenticios mantienen ese mestizaje de culturas. Lo mismo se prepara en su cocina una “cachupa” (potaje típico de Cabo Verde a base pescados o carnes estofadas, variedades de maíz, legumbres, vegetales y en ocasiones embutidos), que un caldo de berzas acompañado de un brazo de gitano.
Unos conocimientos de la cocina local que le fue enseñando en su casa una vecina, “la esposa de Cabanas, ahora no recuerdo su nombre pues siempre le llamábamos así, y hace muchos años que no la veo desde que se marchó para León al enviudar”. La cual iba a su casa para enseñarle y compartir con ella ese saber culinario tradicional de Laciana.