De excursión para seguir aprendiendo

Foto de familia de la visita a la empresa asturiana.

Luis Álvarez

A primera hora de la mañana los inscritos (la participación era voluntaria), casi medio centenar de alumnos, iniciaron el viaje a Asturias desde Laciana con una primera parada en la comarca de la sidra. La visita concertada con anterioridad, como la posterior, les permitió comprender las cosas hermosas y atractivas que se pueden hacer con un patrimonio industrial bien gestionado, protegido y conservado. Y cómo se puede convertir además en una fuente de riqueza cultural y económica. Algo muy escaso y reducida a raras excepciones en la tierra de origen de los excursionistas.

La fábrica, que celebraba precisamente ese día los 128 años desde su fundación, aún activa, conserva la mayoría de su patrimonio industrial pese a que ya son las cuarta y quinta generaciones de los Valle y Ballina los que dirigen la industria, y se permiten mostrar a los visitantes sus instalaciones con el orgullo de una buena gestión del mismo. Lo que facilita comprender, que aunque el proceso de fabricación de las distintas variedades de sidra se ha tecnificado y mejorada su eficiencia con nueva tecnología, es importante tratar de conservar y mantener los valores clásicos y trascendentes de su historia, que engrandecen y dan un valor añadido a sus productos.

En el término medio hubo que reponer fuerzas, que mejor en tierras asturianas que una sidrería restaurante donde degustar el plato más de moda en la actualidad de la gastronomía del principado, el cachopo, además de otras delicias similares de esas tierras.

Ya reconfortados, otra visita a la cueva y Centro de Arte Rupestre de Tito Bustillo para conocer uno de los más completos conjuntos de arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco el 7 de julio de 2008. En la visita solo se da acceso al público en general al denominado panel principal, según los inventarios con cerca de un centenar de representaciones de animales, signos y líneas, que para el visitante no son todos perceptibles por la distancia a la pared y la iluminación. Pese a ello el visitante puede apreciar la grandeza del conjunto y la maravilla de disfrutar de esta genialidad de la raza humana de entre 30.000 y 9.000 años antes de los ojos que lo admiran en la actualidad.

El resto de los 11 paneles se pueden apreciar perfectamente en la página web de la cueva y permite una mejor conservación del conjunto monumental, sin poner en riesgo su pervivencia.

El regreso a casa a última hora de la tarde, con el regusto de haber aprendido nuevas cosas, para las que nunca es tarde ni suficiente, como así lo entienden los números alumnos del CEPA Sierra Pambley de Villablino

Etiquetas
stats