Esther Bajo: “He hecho dos cosas con José Luis Estrada que eran pura utopía: crear un periódico y un partido político”

Esther Bajo.

Manuel Cuenya

“Así cuento el tiempo. Antes de ti. Después de ti./ Hubo un tiempo antes de que aparecieras, otro/ desde que desapareciste./ Como Cristo./ Pero lo único importante/ fue el tiempo contigo./ Tú y yo éramos dos y más./ Con mis afanes sudabas, con tus heridas sangraba/yo./ Ni dios quiso ser uno. Y era trino./ Sin ti/ soy sólo la unidad/ unidad sin arraigo./Tenía dos raíces/ y la que perdí hace tiempo./ Ahora tengo dos brotes que alimento con sal./ Después de ti. La magia/ acabó en tragedia./ Estoy desnuda en la nieve, plantada en el desierto./ Un río sin luna, un cielo vacío, la mar opaca./ Por qué. Por qué./Por qué...”

(Esther Bajo, 'Ocho meses después de ti', poema incluido en 'Duelo')

Nacida en un pueblo de la provincia de Valladolid, en concreto en Olmedo, donde su padre estaba destinado como jefe de silo (y el gran Lope de Vega inmortalizara en su conocida tragicomedia), la periodista, poeta y profesora Esther Bajo se vino a vivir, con cuatro o cinco años, a la capital de León.

En todo caso, su padre nació en Tierra de Campos (en Gordaliza del Pino) y su madre en Omaña (Trascastro de Luna). Aunque Esther no crea que el lugar de nacimiento influya directamente en nadie, sí reconoce en cambio que influyen los paisajes que pueblan la mirada, “los reales y los imaginarios”; así como influyen las vivencias, las propias y las ajenas.

“En mi forma de ver el mundo y de escribir me han influido las historias que me han contado mis padres y mis abuelos y las que he vivido en primera persona, no sólo en León, sino en todos los lugares en los que he estado como Oviedo, Valladolid, Burgos, Salamanca, Malta, Zenda o Macondo”, recuerda Esther, que siente un cariño especial por León habida cuenta de que es el lugar en el que más tiempo ha vivido y además es el escenario en el que se han desarrollado algunos de los capítulos más importantes de su vida, según ella, con lo cual León ha ejercido una influencia muy importante también en su obra.

Como periodista, ha trabajado en diversos medios, comenzando su carrera profesional como corresponsal en León de Radio Nacional de España para posteriormente ejercer en medios escritos como 'Diario de León', 'La Crónica de León' (desde su primera etapa hasta la última), 'Diario 16', o 'Tribuna de Salamanca', entre algún otro.

“La etapa periodística más interesante la desarrollé en 'Diario 16 Burgos', bajo la dirección de mi compañero (de trabajo y de vida), José Luis Estrada”, a quien le dedica íntegramente su reciente poemario 'Duelo', cuya lectura resulta sobrecogedora, desgarradora, ya que su autora nos habla desde las entrañas, nos transmite su propio dolor, el que sufriera por el fallecimiento de su compañero del alma, Estrada, quien también fuera periodista y llegara a dirigir 'La Crónica de León'.

“La poesía de Esther, en este libro, no es una bruma de sentimientos, sino una luz que hace visible lo que fue y es, a modo de un sueño que se hizo real, y perdura porque se agarra a él”, escribe Ramiro Pinto a propósito de 'Duelo', que nos muestra el dolor por la ausencia de un ser amado, que permanece en el tiempo, porque es algo que nunca se llega a superar, aunque la mejor forma de hacerlo sea sin duda a través de las palabras, de las palabras impresas. Como hiciera asimismo el coloso Umbral con su 'Mortal y rosa' dedicado a la muerte de su pequeño hijo Pincho.

“... El camino eres tú./ Por ti transito./ Al final del trayecto/ estará en tu boca la palabra perdida, el/ verbo hecho carne, la carne herida, el aire/ del último aliento./ No daré un paso más./ En ti me quedo./ Prendida”

(Esther Bajo, 'La palabra perdida', poema incluido en 'Duelo')

“No es un libro de autoayuda, un libro que ofrezca fuerza ni esperanza: es, realmente, un libro de duelo. De hecho, reta también a la psicología, empeñada en tratar el duelo como una especie de enfermedad que tiene fases, recetas y cura –aclara su creadora con lucidez–. No hay cura, en mi opinión, para el dolor de la ausencia cuando esa ausencia no tiene remedio, como no hay cura para el amor (creo que una canción de Leonard Cohen se llama así); del mismo modo, cuando pierdes a tus padres puedes seguir con tu vida, pero siempre serás y te sentirás huérfana. Mi libro sólo pretende compartir ese dolor, por decirlo de algún modo, desmenuzado”.

“...Me muero por ti, cariño,/ no puedo fingir que no./ Necesito verte desnuda,/ en tu cuerpo y en tu mente./ Te tengo como una adicción, y nunca me saciaré./ No hay cura. No hay cura./ No hay cura para el amor...”, poetiza el genial poeta y cantautor canadiense Leonard Cohen.

El librepensamiento

'Diario 16' de Burgos le ofreció, a ella y a su compañero de vida, la única experiencia real de periodismo libre –recuerda– porque sus dueños eran un grupo de personas de pensamiento abierto y sin intereses creados, entre los que estaban, sobre todo, intelectuales, artistas como Vela Zanetti: https://www.turismocastillayleon.com/es/arte-cultura-patrimonio/museos/fundacion-vela-zanetti o Juan Vallejo: http://www.juanvallejo.com/obra.php.

“Llegamos casi hasta el final y, en el último peldaño, un empresario (de la construcción, ¡cómo no!) consiguió hacerse con él; hoy es 'El Correo de Burgos' que, por supuesto, nada tiene que ver (excepto las instalaciones, material de trabajo y parte de la plantilla) con el 'Diario XXI' que nosotros intentamos poner en marcha... Estuvimos al frente de la investigación y difusión del primer caso de corrupción urbanística en el país, el Caso de la Construcción de Burgos y, en general, pudimos hacer un periodismo de investigación tan valiente como interesante”, puntualiza Esther, satisfecha con su labor porque, además, desde un punto de vista cultural, puso en marcha (también con su marido Estrada) un suplemento, 'El Dorado de Castilla', en el que dieron visibilidad, en su opinión, a artistas jóvenes, en todas las disciplinas artísticas “y, por decirlo de algún modo, a los artistas malditos, a los silenciados, a los más innovadores...”.

Entre otras cosas, promovieron y patrocinaron la primera exposición en Burgos del gran pintor Vela Zanetti, “después de su regreso del exilio y de su autoexilio en Milagros”, y contaron con la permanente colaboración de otro gran artista, Juan Vallejo.

“Mi trabajo al frente de ese suplemento me valió algunos reconocimientos que agradezco mucho, como mi inclusión en el Diccionario de la Cultura de Burgos del siglo XX y la edición de un libro, 'El Dorado de Castilla', a cargo de los escritores Fernando Ortega y Carlos de la Sierra”, agrega Esther Bajo, que en los últimos años en León trabajó como jefa de prensa del Ayuntamiento de Villaquilambre, donde, de la mano del ex alcalde Miguel Hidalgo, se embarcó en la creación de un nuevo partido, Civiqus, “que fue un precursor de lo que, unos años después, sería el 15-M y del espíritu inicial de Podemos, al que superamos –pero demasiado pronto y demasiado lejos de Madrid– en transparencia, propuestas y, sobre todo, en un ideario magníficamente expresado por José Luis Estrada en su panfleto '¡A la plaza!'. Se trataba de un partido transversal, participativo y transparente, con un programa electoral progresista y muy innovador”.

En mi forma de ver el mundo y de escribir me han influido las historias que me han contado mis padres y mis abuelos y las que he vivido en primera persona, no sólo en León, sino en todos los lugares en los que he estado como Oviedo, Valladolid, Burgos, Salamanca, Malta, Zenda o Macondo

Cabe señalar que su experiencia en la política fue muy interesante, llegando a crear un partido que sólo reuniera a personas involucradas con su sociedad, “demócratas, absolutamente honestas, con ideas innovadoras y a largo plazo, y preocupadas por los más desfavorecidos; sin ideologías cerradas, sin dogmas, sólo acordes en esos puntos”.

A Esther Bajo y a su compañero Estrada les pareció crucial formar este partido en un momento en el que León y el propio país estaban atrapados entre dos partidos, en su juicio, con un funcionamiento viciado y una larga historia de corrupción.

Periodismo y política con mayúsculas: grandes utopías

“Hay dos cosas en la vida que he hecho, junto a José Luis Estrada, que eran pura utopía, pero que sentimos que había que intentar: crear un periódico y crear un partido político”, sostiene esta creadora, que entiende la literatura como espacio de libertad, que a menudo nos ayuda a comprender mejor la realidad que una mera narración de los hechos, aunque no cree que el periodismo sea una mera narración de lo que sucede, ni mucho menos. No hay periodismo, el periodismo requiere, ante todo, honestidad –matiza Esther–, si el lector no llega a entender las razones últimas que han desencadenado los hechos.

“Desde muy antiguo se utilizaban historias, fábulas o parábolas para explicar los comportamientos humanos o los acontecimientos... La literatura escarba dentro del corazón humano y traspasa los hechos para intentar ver o imaginar qué hay más allá, en la cara oculta de las cosas; busca lo íntimo y lo escondido, por el mero afán de entender, mientras que el periodismo busca entender sólo aquello que es de utilidad pública, lo que afecta a la colectividad y nos permite formarnos una opinión sobre el mundo”, explica con claridad Esther Bajo, que siente admiración por las obras excepcionales de dos periodistas amigos: Eduardo Aguirre: https://www.ileon.com/cultura/108299/eduardo-aguirre-recelo-del-columnismo-que-solo-dicta-sentencias-condenatorias y Francisco Martínez Carrión. Asimismo, considera que Salvador Negro: https://www.ileon.com/cultura/047456/salvador-negro-el-ego-esta-terminando-con-el-concepto-del-bien-comun, Ildefonso Rodríguez: https://www.ileon.com/cultura/049207/ildefonso-rodriguez-yo-siempre-le-pido-a-un-poema-que-me-cuente-algo, Juan Carlos Mestre y Margarita Merino: https://www.ileon.com/cultura/073015/margarita-merino-espana-es-un-pais-tremendamente-cruel-en-sus-modos-y-mas-con-sus-propios-hijos son poetas fantásticos.

“Parece un hecho tan insólito como maravilloso que León sea la cuna, a lo largo de la historia y hasta la actualidad más inmediata, de tantos y tan buenos escritores, sobre todo poetas. Creo que puede decirse rotundamente que es tierra de poesía. Y la clave no es sólo el elenco de grandes poetas, sino el interés popular por la poesía; un fenómeno como el del Ágora de la Poesía o todas las iniciativas poéticas de Ramiro Pinto: https://www.ileon.com/cultura/040190/ramiro-pinto-leon-es-tierra-de-poesia-y-de-hogaza-chorizo-y-cecina –como el rescate de un verso o colgar libros de los árboles- es, además de bellísimo, esencial para que León pueda tener ese título”, especifica esta profesora de Español para extranjeros en Malta, que le ha permitido, en su opinión, seguir trabajando con las palabras, aparte de conocer de cerca a personas de muy distinto origen: de Malta, de Inglaterra, de Francia, de Serbia, de Senegal.... “Es una profesión que me ha encantado y seguiré dando clases online, además de, como voluntaria, en las ONGs que quieran mis servicios”.

Malta, donde estuvo durante cinco años, ha sido algo trascendental en su vida. Vivió en la isla mínima de Gozo, que es un lugar muy especial porque se le antoja como Liliput: “todo un mundo, pero en miniatura”. Precisamente en Malta escribió una novela, 'Misterios Gozosos', para la que tiene una propuesta de edición interesante, pero está a la espera de que el virus permita reconducir un poco la vida cultural. Un virus cuyo origen estaría, en sus propias palabras, en el medio ambiente. Como consecuencia de la invasión de la naturaleza inexplorada.

“Una pandemia, como todas las que se han sucedido en el pasado y como cualquier crisis global, sirve para poner de manifiesto, de forma más rotunda de lo habitual, muchos comportamientos personales y sociales. Ahora se ve mejor que nunca quién guía su vida por el odio o por la solidaridad; qué sociedades están bien ancladas desde el punto de vista social y político, y cuáles no”.

Cuenta que la isla no tiene más de treinta mil habitantes pero, en cambio, dispone de dos grandes teatros de ópera con programación estable durante todo el año, así como varios festivales de música clásica y rock... además de un patrimonio impresionante, en el que se incluye el templo más antiguo del mundo.

“Tiene una sociedad en la que conviven los gocitanos, muy ligados aún a la agricultura y la pesca; los ingleses que buscan un paraíso en el que retirarse, teletrabajadores y europeos atraídos por una economía muy dinámica e inmigrantes, sobre todo del Este de Europa y de África, pero también de España, Italia y La India. Es, por tanto, una sociedad de lo más variopinta y, aunque allí, como en toda Europa, se van dejando ver cada vez más comportamientos racistas y xenófobos, de momento todos conviven en armonía, entre otras cosas porque, quizá por carecer de un pasado demasiado violento y profundamente religioso, las relaciones humanas tienen aún una gran importancia”.

Y por el momento -reconoce Esther-, la isla carece de destrozos urbanísticos, aferrada a sus campos de cultivo, que llegan hasta el mar, y a un turismo sostenible, que no de lujo, porque la isla atrae desde ricachones a muchos nuevos y antiguos hippies... “Creo que no tengo que explicar hasta qué punto estos años han servido, además de para encontrar cierta paz interior, tras la muerte de mi marido y de mi madre, y para reconstruir mi pequeña y dolorida familia, que formamos mis dos hijas Hiral y Rayani y yo, para respirar un aire cargado de sal, yodo e inspiración”, resalta esta apasionada de Cortázar, John Kennedy Toole, Italo Calvino, Boris Vian, Bertolt Brecht, Faulkner... Amin Maalouf, Salman Rushdie, Milan Kundera o Luis Landero.

“Respecto a la poesía... en cuanto aprendí a escribir, a los seis o siete años, ya me puse a escribir poemas: el primero a los Reyes Magos, el segundo a la Virgen María... Así que, siendo aún una niña, mi madre me regaló un librito muy pequeño, de la editorial Aguilar –creo que de una colección llamada Crisol- con poemas de Antonio Machado, y me llegué a aprender de memoria casi todos (aún recuerdo muchos), así que supongo que ha sido el autor que más me ha influido. Pero también me fascinan Lorca, Jorge Guillén y Antonio Colinas”.

En estos momentos, trabaja en una novela basada en la vida de una mujer fusilada durante la Guerra Civil, así como en un libro de relatos que son, en realidad, anécdotas y experiencias personales. Con el ferviente deseo de que extraigamos conclusiones de esta situación vírica, las cuales nos sirvan para construir un futuro mejor, no sólo en cuanto a la importancia de los impuestos y el gasto público, sino de la inutilidad y absurdo de establecer fronteras, de las consecuencias suicidas de una sociedad basada en el consumo y de la importancia vital de la solidaridad entre personas y pueblos.

'Duelo' no es un libro de autoayuda, un libro que ofrezca fuerza ni esperanza: es, realmente, un libro de duelo. De hecho, reta también a la psicología, empeñada en tratar el duelo como una especie de enfermedad que tiene fases, recetas y cura. No hay cura, en mi opinión, para el dolor de la ausencia cuando esa ausencia no tiene remedio, como no hay cura para el amor... del mismo modo, cuando pierdes a tus padres puedes seguir con tu vida, pero siempre serás y te sentirás huérfana.

“Ya es hora de que a todo el mundo se le deje de llenar la boca con la importancia que tiene la Educación y nos pongamos manos a la obra. Creo que hace falta dejar de poner parches al sistema educativo y repensarlo desde cero; hacerlo mucho más abierto, reflexivo y motivador”, convencida de que todo el mundo debería poder estudiar si lo desea, “no sólo en los ciclos obligatorios”, y de que todo el mundo pueda seguir su vocación, en todos los niveles y sin trabas de ningún tipo.

“Creo que escuelas y universidades tienen que ser mucho más transparentes; que la docencia sea más exigente, que las autoridades educativas sean más cercanas y la enseñanza pública sea de verdad inclusiva y gratuita”, apostilla, consciente de que el miedo que esta situación genera juega en contra de todo esto, porque “el miedo es siempre el semillero de la irracionalidad. Utilizando una imagen de Ángel González, hay un enfrentamiento entre la piedra y el pensamiento”.

Entrevista breve a Esther Bajo

“Ya pocas personas –dentro y fuera de la política– piensan en cambiar el mundo, sino sólo en tener éxito”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Todos los de Gerald Durrell, porque me encantan los animales y el sentido del humor. Y, por tercera vez, El Quijote.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

José Luis Estrada Liébana.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Pues un libro bien considerado por la crítica pero que a mí me ha resultado insoportable es 'Tú no eres una madre como las otras', de Angelika Schrobsdorff.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Para ser justa diré un rasgo bueno y otro malo: la generosidad y la cobardía.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La amabilidad.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

La sociedad actual propende a la inconsciencia, la infantilización y la superficialidad. John Ralston Saul lo describe magníficamente en un libro que es mi libro político de cabecera, 'La civilización inconsciente'. En definitiva, la sociedad se hace cada vez más manipulable y, por ende, la política, más manipuladora. El gran problema de la política actual, no obstante, es que, en buena parte, está sujeta a los intereses económicos de grandes multinacionales que, sin que les hayamos elegido ni conozcamos sus cuentas, son quienes tienen el poder de tomar las grandes decisiones que nos afectan a todos y cada uno. Enfrentarse a esos intereses en pro del bien público es, para cualquier político, garantía de que perderá las Elecciones, y los políticos sólo piensan en eso, en el corto plazo. Ya pocas personas –dentro y fuera de la política- piensan en cambiar el mundo, sino sólo en tener éxito.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Viajar.

¿Por qué escribes?

Porque necesito expresar lo que siento y lo que veo detrás de lo que se ve. Podría hacerlo de otro modo, a través, por ejemplo, del arte, que también me interesa, pero nunca fui a clase de pintura; sin embargo, sí he tenido siempre libros a mi alcance, de modo que, leyendo, aprendí a escribir. Desde que era un comino sentía la necesidad de expresarme de ese modo: por ejemplo, si tenía que pedir perdón a mis padres o algo así, lo hacía con una nota; después, de joven, escribía cartas a mis novios, tanto si estaban fuera como si no; ayudando a mis hijas a hacer los deberes, siempre cojo un papel y un boli para dar una explicación de lo que sea; mientras hablo por teléfono, hago garabatos... En fin, para mí, escribir es casi un acto reflejo.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Pues no lo creo. Servirían en cuanto fueran nuevos canales de lectura, pero yo creo que no lo son. Cuando yo pongo en Facebook una entrada a mi blog, sólo tengo algunos lectores que expresen su opinión; sin embargo, si pongo un retrato con mis hijas, recibo un montón de “me gusta”. Las redes sirven para comunicar mensajes visuales o mensajes breves, no para incitar a la lectura, entre otras cosas porque la lectura requiere una elección previa: tú vas a una librería y raramente vas por un libro en concreto, sino que te detienes a ver lo que hay en las mesas y estanterías, y a veces, seguramente, eliges el libro que leer escogiendo entre lo que ves o buscando a tu autor favorito; sin embargo, en las redes lees lo que los demás ponen o, sencillamente, no lees, sólo miras, no hay un proceso sobre aquello que te interesa. De hecho, incluso lo que te interesa tampoco lo sueles elegir tú, sino las cookies y demás algoritmos empleados por quienes quieren colocarte un mensaje para venderte algo, desde una camisa a una idea.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Leí mucho de niña y de joven, pero de forma muy desordenada porque, sobre todo, leía los libros de mis hermanos, ambos mayores; de modo que, por ejemplo, leí antes a Marx que a Enid Blyton y, como la verdad es que todo me interesaba –la política, la ciencia, la historia, la literatura, el arte, la música, la filosofía...–, tampoco intenté nunca poner un poco de orden en mis lecturas. Así, creo que la verdadera fuente de la que bebí es la heterogeneidad. Y así sigo: me encanta la ópera, pero también el rock, el jazz y, por fuerza –porque tengo dos hijas–, el pop; en arte me inclino más por el surrealismo, pero disfruto también mucho con obras expresionistas o con el arte antiguo... Entre mis ensayos favoritos están los libros científicos de Stephen Hawking, pero también los de historia de Josep Fontana o los de Economía de Noam Chomsky. En fin, como ejemplo, ayer me llevé dos libros a la cama para releer algunas páginas: 'Kean', una obra de teatro de Sartre, y uno de los libros de Guillermo el Travieso, del escritor infantil Richmal Crompton. Y, por cierto, la literatura infantil es también una fuente importantísima de la que he bebido, no por los pocos libros infantiles que leí en mi infancia –aunque sí estuve bien surtida de cuentos gracias a mis padres–, sino por los muchos que he leído e, incluso, inventado, para mis hijas, y ahí tengo que citar, por encima de todos, a Roald Dahl.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Escribo un blog, 'Club de Cabales': http://clubdecabales.blogspot.com/ y sigo 'Cultura inquieta': https://culturainquieta.com/es/, 'La crónica verde': http://cronicaverde.blogspot.com/ y, desde ahora, el tuyo: http://cuenya.blogspot.com/

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Permíteme tres frases. Una es mía (o eso creo): vive como si a quienes amas fueran a morir mañana. Otra es de Ramón Carnicer: “La cultura tiene que ser ética, estética y ecológica”. Y la otra es el verso de Gamoneda que quedó encerrado en el callejón del edificio Gaudí y que yo descubrí cuando era adolescente: “La luz es de todos los hombres, también la tierra lo será algún día; si tu pensamiento es libre como la luz, que tus manos sean generosas como la tierra”.

Etiquetas
stats