Cincuenta años de la muerte de Félix Gordón Ordás sin homenajes al jefe de Gobierno de la República en el exilio

Félix Gordón Ordás con su mujer, Consuelo Carmona Naranjo.

Redacción ILEÓN

2023 debería haber sido el año de los homenajes a uno de los políticos más importantes del siglo XX en España, el de Félix Gordón Ordás, un veterinario que reformó su profesión, se opuso a la dictadura de Primo de Rivera, fue diputado por León y ministro en la Segunda República, embajador de España en México durante la Guerra Civil y presidente del Consejo de Ministros de la República española en el exilio de enero de 1951 a abril de 1960.

Nadie, absolutamente nadie se ha acordado de este personaje, crucial para la sanidad animal en España, que sufre un injusto olvido hasta tal punto que el Ayuntamiento de León permitió el derribo de su casa natal –donde había una placa que lo recordaba– y pasó completamente desapercibido a primeros de año, el 22 de enero de 1973, el medio siglo de su muerte sin que consiguiera regresar a España.

Sólo la Universidad de León –que le recuerda en su rectorado, poniéndole su nombre al auditorio principal del Albéitar– se ha acordado de él con la reedición de Don Félix Gordón Ordás (el gran olvidado), un libro escrito por Javier Villamor entre finales de los años 70 y principios de los 80. “La Universidad de León y su Servicio de Publicaciones ha querido rescatar este proyecto dormido en los cajones del tiempo ”para que sea testimonio de la admiración por la figura del veterinario y político nacido en León“. ”Suponen, así, estas páginas un doble ejercicio de memoria que lucha contra el olvido y los estragos del tiempo“, afirman con rigor; ya que son los únicos que se han acordado del medio siglo del deceso de este prócer de la patria.

Félix Gordón Ordás fue un hombre muy admirado, y también tremendamente criticado en vida. Muchos contrincantes políticos lo consideraban “un trepa”, incluso varios republicanos que aseguraban que tenía “lengua de víbora”; Crisanto de la Calzada no podía ni verle, ni los lerrouxistas, que consideraron que los dejó tirados.

Mientras, otros veían en su inteligencia –procediendo de una familia de nulo raigambre y escaso dinero–, un ejemplo a seguir como ciudadano humilde que podía llegar a lo más alto. El summun del español que desde lo más bajo, por su inteligencia y esfuerzo podía aportar lo mejor de sí mismo a España. Los cautivaba como gran orador que era.

Lindezas propias de la contienda política aparte, lo que sí destaca es la inquina con la que le trató el régimen franquista. Ya que además de incautarsele todos sus bienes, le puso la mayor multa de todos los leoneses: la exhorbitante cifra en la época de un millón de pesetas. La construcción del ramal de ferrocarril entre León y La Virgen para dar servicio a la Legión Cóndor costó ocho veces menos, lo mismo que la multa a todos los que intentaron salvar al alcalde Miguel Castaño en 1936.

Un hombre muy inteligente de raíces humildes

Los padres de Gordón Ordás, Bárbara y Rosendo, representaban mundos diferentes: ella, sirvienta desde los 13 años y desoladoramente sola; él, proveniente del campo y albañil. Este trasfondo diverso moldeó al joven Félix, quien, a pesar de sus limitaciones económicas, logró estudiar Veterinaria en la Escuela Especial de Veterinaria de León, ya que no pudo trasladarse a Oviedo para seguir su pasión original: Derecho.

Félix Gordón Ordás fue un veterinario y político que hizo mucho por la profesión y por la República. Un hombre tremendamente inteligente que provenía de una familia muy modesta. Nacido en León el 11 de junio de 1885. Este hombre se convertiría en una figura destacada en la historia de la veterinaria y la política españolas del siglo XX. Su legado abarca desde su contribución pionera al campo de la veterinaria hasta su incansable activismo político, marcado por el exilio y la defensa de la República.

Licenciado en 1905, Gordón Ordás dejó una marca indeleble en la veterinaria. Durante tres años, se desempeñó como profesor auxiliar en la escuela que lo formó. En 1909, al ganar las oposiciones del Cuerpo Nacional de Inspectores de Higiene y Sanidad Pecuarias, su destino le llevó a Madrid.

“El político de la veterinaria”

Desde la capital española, inició una carrera en la que fusionó lo profesional con lo público, convirtiéndose en “un político de la veterinaria”. Desde 1912, luchó contra el Decreto de Santiago Alba, que permitía la apertura de las Escuelas de Veterinaria a otros profesionales. Abogó por el reconocimiento de los veterinarios titulados como agentes clave en el desarrollo económico español. Su objetivo era que los veterinarios dirigieran las explotaciones pecuarias, modernizándolas con sus conocimientos técnicos y científicos, siguiendo el modelo alemán.

Gordón Ordás buscaba transformar la veterinaria en un motor de cambio en una sociedad mayoritariamente agraria. Fundó revistas científicas, como la Revista de Higiene y Sanidad Pecuaria, y promovió la Asociación Nacional Veterinaria de España (ANVE), precursora de la organización colegial de los veterinarios en 1923, que luego se transformaría en el Consejo General de Colegios Veterinarios de España. Era un experto en las técnicas veterinarias más modernas, pero no le dieron el valor que merecía en un país atrasado científicamente. Fue el primero en proponer registros pecuarios nacionales, para controlar mejor el ganado y las enfermedades.

A lo largo de la década de 1920, Gordón Ordás, respaldado por la ANVE, realizó campañas informativas y de filiación para promover la renovación de la veterinaria en toda España. Sus propuestas, inicialmente presentes en Mi evangelio profesional (1918), evolucionaron con el tiempo, inspiradas en experiencias internacionales y guiadas por el deseo de mejorar la remuneración y el prestigio de los veterinarios.

Cuando llegó la Segunda República, consiguió crear la Dirección General de Ganadería, un gran avance para la ganadería y los veterinarios. Gracias a él, se aprobó la Ley de Policía Sanitaria Pecuaria y se renovó la profesión veterinaria.

Oposición a la Dictadura de Primo de Rivera

Su incursión en la política comenzó alrededor de 1899, cuando participó en un acto republicano en León. Desde entonces, sus inquietudes políticas se mezclaron con su actividad cultural y su pasión por el teatro y la música alemana. Integrado en movimientos como Unidad Republicana y el Partido Radical, su pensamiento político evolucionó hacia posiciones republicano-socialistas.

Gordón Ordás no se limitó a su contribución en la veterinaria; su actividad política se intensificó a lo largo de los años. Se enfrentó al régimen de Primo de Rivera, rechazando colaborar con el dictador y destacando como opositor. La dictadura lo desterró y le llevó a Puente Barjas (Orense), donde continuó su lucha.

Con la caída de Primo de Rivera, regresó a Madrid y asumió la presidencia de la ANVE en 1930. Este retorno le situó en una posición privilegiada para participar en el nuevo escenario político de la Segunda República. Durante el bienio reformista republicano, Gordón Ordás gestionó las bases de su programa para la renovación de la veterinaria. Participó activamente en el debate constitucional y desempeñó diferentes responsabilidades de gobierno, incluyendo la Dirección General de Ganadería. Su proyecto, conocido como el 'Plan Gordón', pretendía redefinir la veterinaria española y ubicar a los veterinarios como actores clave en el desarrollo del sector ganadero.

Diputado por León y ministro en la Segunda República

El político fue diputado por el Partido Radical-Socialista en 1931 y 1933. Sus ideas para cambiar los estudios de veterinaria causaron problemas con los estudiantes en 1932. Además, creó la Alianza de Labradores de España y fue su presidente en 1933.

En las elecciones de 1931, se unió a la conjunción republicano-socialista y obtuvo el acta de diputado por León. Su popularidad y prestigio le llevaron a desempeñar roles importantes, como ministro de Industria y Comercio en el gabinete de Martínez Barrio (1933), el que luego sería su presidente en el exilio.

Aunque era de la parte conservadora del partido, se pasó a Unión Republicana en 1934 y salió elegido diputado por el Frente Popular en 1936.

Embajador en México durante la Guerra Civil Española

Cuando empezó la Guerra Civil Española, Gordón Ordás se fue a México como embajador en 1936. Allí ayudó mucho a la República con sus contactos diplomáticos y sus gestiones para conseguir suministros. Gordón Ordás fue nombrado embajador en México, donde desempeñó un papel crucial en las gestiones diplomáticas y de aprovisionamiento para la República, colaborando estrechamente con el gobierno de Lázaro Cárdenas.

Exiliado en México tras acabar la guerra, enfrentó dificultades económicas y trabajó brevemente para el Colegio de Veterinarios de México. A pesar de las adversidades, fue un miembro activo de la Junta Española de Liberación y ocupó la presidencia del Gobierno de la República en el exilio desde 1951 hasta 1960. Durante su mandato, la causa republicana experimentó una crisis interna con el reconocimiento de la Dictadura franquista en la ONU.

Presidente del Consejo de Ministros en el exilio

Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Gordón Ordás se exilió en México. Desde la Ciudad de México, gestionó envíos de armas al ejército republicano y preparó la recepción de refugiados. Aceptó la embajada de México ofrecida por Azaña y, más tarde, también fue embajador en Cuba y Guatemala. Su activismo republicano persistió, y durante los años de la Segunda Guerra Mundial, desempeñó el papel de embajador en Guatemala y Panamá.

En los años cincuenta, Gordón Ordás se convirtió en presidente del Consejo de Ministros del gobierno republicano en el exilio en París (1951-1960). Su gestión se destacó por su participación en la Conferencia de San Francisco en 1945, donde abogó por una enmienda sobre 'el caso español'. Esta iniciativa llevó a la recomendación de la Asamblea de la ONU para que los países miembros retiraran a sus embajadores de Madrid.

Aunque en el exilio, Gordón Ordás continuó siendo un protagonista activo en la política española, manteniendo desacuerdos con algunos líderes republicanos y reflexionando sobre la naturaleza de la lucha republicana. Sus cartas y escritos revelan la complejidad de su pensamiento político y su dedicación a los ideales republicanos a pesar de los desafíos y las divisiones en el exilio.

A finales de los años cincuenta, con la situación política en España estancada, Gordón Ordás, junto con otros líderes republicanos, inició contactos para explorar la posibilidad de un regreso. Sin embargo, la muerte de Franco en 1975 y el proceso de transición frustraron sus esperanzas. Falleció el 26 de enero de 1973 en la Ciudad de México, dejando un legado que abarca la veterinaria, la política y la defensa incansable de la República.

Y el olvido de los políticos este 6 de diciembre que celebran –sin fijarse ni siquiera los de León en lo más mínimo en su legado–, el 45.º aniversario de la Constitución Española, al igual que con sus coetáneos en León Ramiro Armesto y Emilio Francés. Los políticos olvidados por la Democracia del 78.

Etiquetas
stats