Un adiós a Ronald Coase

José Antonio Jambrina Valdeón, economista

El pasado día 2 de septiembre, cumplidos los 102 años de edad, fallecía en Chicago (Illinois) el prestigioso economista inglés Ronald Harry Coase. Nacido en 1910 en un suburbio de Londres, hijo de un telegrafista ingles, tal vez de ese hecho provenga su interés por estudiar la asignación del espectro electromagnético. Se licenció en comercio por la Escuela de Economía de Londres (London School of Economics) en 1932. Después de trabajar en dicha Escuela, en la década de los 50 del pasado siglo, se trasladó a los Estados Unidos, en concreto a la Universidad de Búfalo, convirtiéndose en ciudadano norteamericano al adoptar dicha nacionalidad. En 1958 se traslada a la Universidad de Virginia y en 1964 se incorpora a la Universidad de Chicago. Fué editor de “Law and Economics” revista especializada en temas de Análisis Económico del Derecho. En 1991 recibió el Premio Nobel de Economía, por su aportación al funcionamiento de la economía, al poner en valor dos hechos económicos de enorme trascendencia para el desarrollo económico de los países y el bienestar de sus habitantes como son: las transacciones y los “derechos de propiedad”. El desarrollo económico y su consecuencia más directa, el bienestar de las personas, ha sido consecuencia de dos actos económicos fundamentales:

1,- La especialización, que trajo como consecuencia la extraordinaria reducción de los costes de producción de bienes. La especialización, fruto de la división del trabajo, ha permitido “democratizar la venta” de muchos bienes, hasta ese momento inaccesibles para la mayoría de las personas que conformaban la sociedad. Mucho se ha escrito sobre la división del trabajo y su resultado: la especialización.

2,- El intercambio o transacción entre especialistas, de los bienes o servicios producidos por cada uno de ellos. El intercambio permite realizar las ganancias derivadas de la especialización y cierra el círculo de la actividad de negocio de los especialistas.

La especialización reduce el coste de producción pero, incrementa los costes de intercambio de lo producido por los especialistas. Si los costes de intercambio son elevados, ponen en peligro el intercambio en sí mismo. La actuación se centrará en reducir estos costes de intercambio. Ronald Coase, con un breve ensayo de dieciocho páginas, publicado en el año 1937 en la prestigiosa revista británica “Economica” y titulado “La Naturaleza de la Empresa”, rompe con los principios del mercado idílico de los economistas neoclásicos, caracterizado por la competencia perfecta, donde el único problema es conocer el precio, porque en el mismo está contenido toda la información necesaria para intercambiar los bienes o servicios. Para los economistas neoclásicos, el intercambio es gratuito, es decir, no tiene costes y no merece la más mínima reflexión.

Coase, pone el intercambio en su sitio, los mercados reales, y con sus circunstancias concretas: al mal informado, se lo comen e incluso al bien informado le pueden engañar. Para evitarlo y que la transacción tenga lugar, es preciso estar informado y saber que, una parte, está adquiriendo lo que busca y, la otra parte, va a cobrar lo que está vendiendo. Es decir, en los mercados reales, donde los especialistas intercambian entre sí el fruto de su especialización, se originan costes de intercambio, más conocidos como costes de transacción. Si los costes de transacción son más altos que los beneficios que produce la misma, entendidos como la diferencia entre el valor que tiene el bien o el servicio para el comprador y el mayor valor que tiene para el vendedor, la transacción no se realizaría. Por el contrario, si el beneficio que produce la transacción es superior a los costes de transacción que supone el intercambio del bien, la transacción se efectuará.

Imaginar un país con costes de transacción elevados, las consecuencias son desastrosas: nula actividad económica y pobreza absoluta de sus habitantes. Un país a abandonar. El problema de los costes de transacción no es un problema menor. Por eso es importante saber cuales son las circunstancias que los originan.R. Coase, en el influyente artículo que hemos mencionado, crea y desarrolla el concepto de los costes de transacción. Los costes de transacción entendidos como los costes de transferir derechos de propiedad entre agentes económicos en el mercado. Son costes relacionados con la necesidad de buscar información. Información previa a la ejecución del intercambio e información posterior al mismo. Pero como vamos a ver a continuación no son exclusivamente costes de información.

Tres son las fuentes que los originan: a) Búsqueda: Se trata de encontrar el mejor bien o servicio al mejor precio

posible. Bueno, bonito y barato. Son los recursos invertidos en informarnos que el bien que vamos a adquirir tiene todos los requisitos que buscamos. Identificamos las cualidades del bien. La búsqueda de información reduce la incertidumbre del resultado del intercambio

b) Contratación: Se trata de llegar al mejor acuerdo para las dos partes. Son los recursos invertidos en garantizar que lo que hemos intercambiado pasa con todo su valor a nuestro patrimonio Para ello es preciso, en determinadas ocasiones, la formalización de un contrato con el apoyo o asesoramiento de un profesional, de un abogado, que trate de salvaguardar los intereses de las partes contratantes y de evitar problemas.

c) Control: Que todo se desarrolla conforme a lo acordado, por las partes. Se trata de vigilar la conducta de las partes -comprador, fundamentalmente y vendedor-, posterior a la transacción y al cambio de manos del derecho de propiedad. En definitiva, la ley y su aplicación. La extraordinaria importancia que tiene para el desarrollo económico de un país el funcionamiento eficiente del sistema jurídico y el respeto de los derechos de propiedad. La ley puede imponer costes de transacción altos o bajos. Esto los legisladores lo debían de saber. Cuando transferir un bien o servicio en el mercado eleva los costes de transacción hasta hacer inviable la misma, los agentes económicos autónomos dejarán de utilizar el mercado como medio para realizar transacciones y utilizarán otro mecanismo para realizar el intercambio. Si el mercado produce altos costes de transacción a determinados intercambios, Coase propone que el intercambio lo ejecute una empresa, porque entiende que la empresa nace para economizar la búsqueda y el uso de información, sustituyendo la toma de decisiones consensual por la toma de decisiones jerarquizada. El dilema es hacemos (constituimos una empresa) o compramos (utilizamos el mercado). Make or buy. En esta decisión, los costes de transacción tienen mucho que decir.

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