El Teatro San Francisco rinde hoy pleitesía a “la obra maestra de las películas irrepetibles”

Casablanca

L. Castellanos

“Nunca hago planes con tanta antelación”. “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”. “Siempre nos quedará París. No lo teníamos hasta que viniste a Casablanca. Anoche lo recuperamos”. “Yo no lucho por otra causa más que por la mía propia”. “Creo que este es el principio de una buena amistad”... No cabe duda de que estas frases, ya acuñadas en la memoria colectiva general, forman parte de la mitología del cine. Todas, absolutamente todas, se escuchan en 'Casablanca', film que, aunque no es el mejor de la historia del séptimo arte, sí ostenta condición de legendario. Nadie cuestiona tan privilegiada distinción y eso que han pasado ya más de 70 años desde su estreno y el arte cinematográfico ha vivido numerosos pasajes gloriosos. La historia de 'Casablanca' resulta cuanto menos llamativa. A falta de seis meses para el inicio de su rodaje se conocían ya los nombres de su director, Michael Curtiz (uno de los más destacados y prolíficos creadores de la industria hollywoodense con más de ciento cincuenta películas a sus espaldas, entre ellas clásicos como 'Robin de los Bosques', 'La carga de la brigada ligera', 'Los comancheros', 'El trompetista' o 'Angeles con caras sucias', entre otras) y también de los integrantes de su rutilante reparto (Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Claude Rains, Peter Lorre, Paul Henreid...), pero no se disponía de una sola línea de guión. Aquello era indicio del caos en que acabó deviniendo su filmación y que no sirvió de obstáculo para que finalmente la película acabara convirtiéndose en un símbolo del cine y ganando los Oscar a la mejor película, mejor director y mejor guión adaptado (en este caso para Julius J. Epstein, Philip G.Epstein y Howard Koch).

Warner había adquirido los derechos de una obra teatral, 'Everybody goes to Rick's'. Pero no había nada más. El reparto se ultimó sin disponer de una sola línea de guión. Empezaron los Epstein con él y luego se unió a ellos Howard Koach. Sin embargo, la cosa no estaba cuajada y los dos hermanos decidieron abandonar el proyecto. Fue entonces cuando Koach empezó a trabajar con el material abandonado, lo que le obligaba a escribir a marchas forzadas y a repartir lo que se rodaba cada día a primera hora de la mañana para posteriormente este ser modificado por el propio Curtiz. Era aquel un rodaje imprevisible a cuya inestabilidad contribuyeron las numerosas presiones que se cernían sobre él y también la escasez de tiempo. Hubo peleas, mal ambiente, muchas dificultades. “Rodábamos a diario a partir de cero. Nos entregaban el diálogo y procurábamos encontrar su sentido. Nadie sabía dónde ocurría la trama ni cómo finalizaría. Era tan grotesco como espantoso. Curtiz ignoraba también lo que estaba haciendo porque desconocía el argumento. Yo intentaba que me explicasen de quién estaba enamorada, si de Rick o de Victor, y Bogart rabiaba y se retiraba a su remolque”, escribió en sus memorias Ingrid Bergman, actriz que hubo de desvincularse del 'todopoderoso' David O'Selznik, para poder participar en 'Casablanca'.

Y al final la cosa quedó ensamblada. Con esa historia de amor (aunque concebida como película bélica y con intenciones políticas) que queda emplazada en la Casablanca sometida al control de Vichy en plena Guerra Mundial y convertida en cruce de caminos para aquellos a los que la guerra obligaba a vagabundear y en la que se citan personajes ya universales, como Rick, su propio bar (convertido en un protagonista más), Ilsa Lund, Victor Laszlo, el capitán Louis Renault o el inolvidable Sam, pianista interpretado por Dooley Wilson que toca ''As Time Goes By', mítica canción de Herman Hupfeld transformada en banda sonora eterna para toda la humanidad. Por cierto, en la película jamás se pronuncia la frase 'Tócala otra vez Sam', sino 'Tócala, Sam'.

La leyenda del film se engrandeció aún más gracias a su final: Bogart, que consolidó con esta película su estereotipo de antihéroe, renuncia a la chica para que huya con su marido y se pierde en la bruma con el gendarme francés. Esa fue la opción elegida pero había otro previsto, en el que la chica se quedaba con Rick-Bogart en Casablanca, que finalmente ni siquiera llegó a filmarse.

Garci ha definido 'Casablanca' como “la obra maestra de las películas irrepetibles”. Y es la película que será hoy objeto de proyección y exhibición en el Teatro San Francisco dentro de su ciclo cinematográfico dedicado a la historia del cine. Desde luego, será una oportunidad exclusiva de disfrutarla en pantalla grande y de volver a entrar en contacto con una obra irremplazable para la cultura universal.

Lugar: Teatro San Francisco. A las 20.30 horas

Día: 29 de enero de 2015

Entrada: 3 euros

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