El regreso de la Cruz de Peñalba

César Sánchez/ICAL. La asociación de vecinos ‘Valle del Silencio’ recrea la entrega de la Cruz de Peñalba del rey Ramiro II a la comunidad monástica del pueblo de Santiago de Peñalba en el siglo X

V. Silván/Ical

La Cruz de Peñalba regresó hoy a su pueblo como lo hiciera por primera vez hace ya más de mil años, de la mano del rey leonés Ramiro II y como regalo a San Genadio por la ayuda prestada en la batalla de Simancas (año 939). Los vecinos de este recóndito y bello rincón de la Tebaida berciana dieron vida a los personajes de ese importante episodio de su historia en una recreación con la que pretenden poner en valor su “rico y relevante” pasado, según explicó el secretario de la asociación vecinal 'Valle del Silencio', José Manuel Neira.

“Todo el mundo conoce la existencia de la iglesia mozárabe, pero la figura de San Genadio tal vez queda un poco más olvidada”, apuntó Neira, que recordó que San Genadio fue un consejero real, obispo de Astorga y una persona decisiva en la fundación de los monasterios que marcan el carácter de esta zona del Bierzo. Aún hoy puede visitarse la cueva (a unos minutos andando desde Peñalba de Santiago) donde cuenta la historia que se retiró y vivió como un eremita, un asceta.

Las calles empedradas y las típicas casas con corredor de madera y tejado de pizarra del pueblo volvieron a engalanarse para retroceder hasta el siglo X. Un viaje en el tiempo que comenzó con la hipnótica voz de un fraile que adoctrina a sus novicios y les explica los importantes hechos que allí ocurrieron. “Fue el 11 de abril del año 940 cuando el rey de León Ramiro II formalizó un documento por el que entregaba una iglesia, cerca de Astorga, al monasterio de Santiago de Peñalba, creen algunos que fue en esa misma fecha cuando el rey hizo también donación de la famosa Cruz de Peñalba”, empezó.

El monje también explicó que, entre los miembros que acudieron a Peñalba ese día, se encontraba también el obispo de Astorga, Salomón, responsable de ordenar construir la iglesia del monasterio y principal joya del arte mozárabe, que se concluyó en el año 937 para acoger los restos de San Genadio, fallecido un año antes. “Los hechos bien pudieron haber acontecido así...”, concluyó el fraile, para dar paso a una primera comitiva formada por las altas jerarquías eclesiásticas del Reino de León. Acompañados por cantos mozárabes, llegaron a las puertas del templo para recibir al rey y a su séquito real.

Por la calle Real

A continuación y por la calle Real –de ahí su nombre- llegó Ramiro II, escoltado por su corte y el pueblo llano. Ya llevan la cruz que van a ofrendar al monasterio y se dirigen hasta el atrio de la iglesia, donde les recibe el abad del monasterio, Electífico. “Junto al rey Ramiro II, están su esposa Doña Urraca, el obispo de Astorga, Salomón, y toda su corte de nobles y, por supuesto, el pueblo llano”, apuntó Neira, que destacó que son los vecinos y descendientes del pueblo quienes se ponen en la piel de estos personajes. Y es que más de un centenar de personas participaron en esta recreación dramatizada, que lleva detrás un enorme trabajo de atrezzo y vestuario.

César Sánchez/ICAL. La asociación de vecinos ‘Valle del Silencio’ recrea la entrega de la Cruz de Peñalba del rey Ramiro II a la comunidad monástica del pueblo de Santiago de Peñalba en el siglo X

Y llegó el momento de la entrega de la Cruz de Peñalba. “No es la primera vez que vengo a este monasterio construido en el lugar más remoto y escondido del Bierzo. Varias veces en los últimos años desde que Genadio abandonó la sede episcopal de Astorga para hacer vida retirada en estos valles, he venido a Peñalba para aconsejarme con él en los negocios del Reino. Él sabía aconsejarme muy bien tanto para la paz como para la guerra”, habló el rey por boca de uno de sus acompañantes, que también recordó sus paseos por estos valles “más cerca del cielo que de la tierra”.

Y es que con la entrega de esas posesiones y la Cruz de Peñalba, el rey quería agradecer los consejos de Genadio y el auxilio recibido por el apóstol Santiago para alcanzar la victoria en Simancas contra Abderramán III. Así, advirtió y dejó escrito que “si alguien tuviere el atrevimiento de ir contra estas disposiciones mías, sea apartado de la comunidad cristiana y de la Santa Comunión, y con Judas el traidor reciba el castigo de la eterna condenación. Además, como pena temporal, tendrá que pagar un talento de oro”.

Una joya de latón

Una advertencia que se ha olvidado y hoy en día la Cruz de Peñalba, uno de los principales símbolos de la comarca del Bierzo, descansa en el Museo de León –la pátina y el cáliz viajaron más lejos y se exhiben en el Louvre de París-. Esta pieza de orfebrería con forma de cruz griega y realizada en latón lleva inscrito en el anverso, con grafía mozárabe, “en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, para honra de Santiago Apóstol, el rey Ramiro (la) ofrece”, y tiene en este acto una réplica muy especial, hecha por las manos de Miguel Pascual, quien se pone en la piel de Ramiro II en la recreación. “Es curioso que sean sus manos las que hayan hecho la cruz y esas mismas manos sean las que la entreguen al monasterio a través de su personaje”, destacó Neira.

A continuación tomó la palabra el abad Electífico, que agradeció las donaciones para hacer “más llevadera” la vida monacal y reconoció que “aunque vivimos alejados corporalmente del mundo, estamos muy atentos a lo que sucede en él, y ponemos nuestro granito de arena en las tareas de poblamiento y repoblación que tanto inquieran a su serena majestad, estos montes y valles, que antes estaban despoblados y sin roturar, se van llenado de labradores y pastores”.

“Esta cruz es y será siempre la joya más preciada de este monasterio”, comprometió Electífico. Así, empezó a sonar una pieza compuesta por el músico Javier Vecino especialmente para el momento de la entrega y el rito de la bendición de la cruz votiva, que realiza el obispo de Oviedo que en ese momento, puntualizó José Manuel Neira, “es el primado del Reino de León”. Entonces el rey entró en el templo. Es el momento de despedirse y rezar ante el sepulcro de San Genadio.

La asociación de vecinos 'Valle del Silencio' comenzó hace tres años con esta iniciativa, según explicó su presidenta Susana Rodríguez, que reclamó de nuevo a las administraciones la mejora de los accesos al que uno de los más bellos parajes de la comarca, que sigue estando desaprovechado desde el punto de vista turístico por una carretera de montaña –estrecha, con muchas curvas y el firme destrozado-. “Probamos el primer año y, como salió bien, hemos repetido”, explicó Rodríguez, que recordó que los actos se completan por la noche con la cena mozárabe en plena calle, preparada para doscientas personas.

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