'Manuscrito de los brujos', un libro para quienes amamos nuestra tierra
'Manuscrito de los brujos', cuyo autor es el narrador, poeta y fotógrafo bembibrense Casimiro Martinferre, se me hace un magnífico libro, sobre todo para quienes amamos nuestra tierra berciana, leonesa, pero también para quienes deseen adentrarse en la prehistoria, en los tiempos de nuestros antepasados, que pintaron, con sentido religioso y astronómico, ideogramas y pictogramas en los farallones escondidos de la naturaleza hace miles de años. Símbolos (o 'muñequines', como le dice una viejecita centenaria) de gran riqueza, que nos ayudan a entender más y mejor quiénes somos, o mejor dicho, quiénes fuimos, que dejan constancia de cuando los nómadas se hicieron sedentarios, y se convirtieron en agricultores y ganaderos, por ejemplo en el Furacón de los Mouros, próximo a la aldea de Librán, en las estribaciones de la Sierra de Gistredo, en el Alto Bierzo.
'Manuscrito de los brujos' aparece ahora bajo el sello editorial Calecha, que dirigen los autores y editores María del Roxo y Alberto Álvarez, una edición corregida y ampliada con respecto a la anterior, que incluye, además de las estaciones arqueológicas de Cañón de Entrepeñas y Penachada, un inédito hasta la fecha, como es Malpaso, un santuario prehistórico situado en el valle berciano del Miruelo (Meruelo), descubierto recientemente por Casimiro, incansable viajero tras las pinturas rupestres que se esconden en nuestros remotos valles (véanse también la Cuevona de San Pedro Mallo, Pozo Rocebros en Castrocontrigo o Peña Piñera en Sésamo).
Seducido por lo recóndito, por la llamada de lo salvaje, como también quisiera el escritor Jack London, Casimiro nos invita, a través de este volumen, a realizar esos viajes, que su autor ha hecho con tanta pasión por nuestra geografía mágica, porque Martinferre es ante todo un paisano auténtico, que nos enseña, mediante una prosa plástica, original y divertida, aquello que ve, aquello que siente con sus cinco sentidos, porque se confronta con la realidad, con la naturaleza, en ocasiones trepado al borde del abismo.
No es el suyo un viaje técnico, como el mismo reconoce (propio de la subespecie ratón de biblioteca leonés, que tanto abunda), sino que se trata de un viaje (en realidad, diversos y sustanciosos viajes) revelador, emocionante.
Crítico, con excelente sentido del humor, se muestra Casimiro con las imparables escombreras del progreso, la contaminación de las centrales térmicas... así como con el mundo institucional, académico, que gusta de apropiarse de los descubrimientos de gente que acostumbra a hacer su labor gratis et amore, como es su caso, impulsado siempre por la libertad que le procura abrir caminos nuevos y la espiritualidad que entrañan paisajes venerados durante milenios.
Se queja, además, de que esta zona de pinturas rupestres en el Bierzo fue en su día dejada fuera de la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses, promovida por la Unesco. “La Unesco es en origen un camelo, avanzadilla de negociantes sin escrúpulos”, escribe Casimiro, quien, como un chamán (eso sí, descreído o ateo gracias a dios -él, con humildad, dice aprendiz de brujo-), nos adentra en las entrañas de lo misterioso, en los arcanos de la realidad.
Un viajero e investigador que siente gran respeto por los pastores (élite cultural), por nuestros ancestros, por la naturaleza, en definitiva, que nos enseña cómo “en lo pequeño está el meollo de vivir”.
Presentación: viernes 12 de febrero. 19 h.
Galería Ármaga, calle Alfonso V, número 6 de la ciudad de León. Entrada libre.
*La galería Ármaga acoge, hasta el 23 de febrero, una exposición fotográfica, 'Flores para mi funeral', cuyo autor es el propio Martinferre. La exposición permanecerá abierta al público en horario de 12:00 a 14:00 horas, y de 18:00 a 21:00 horas. Los sábados sólo en horario de mañana, hasta las 14:00 horas.