Laciana, el corazón del pueblo astur

Trabajos arqueológicos en el castro de La Muela en el valle de Laciana (Fotografía: Alacet Arqueólogos)

V. Silván/Ical

La comarca de Laciana está en el corazón, en el centro, del territorio astur cuyos límites se extendían por Asturias, León y el norte de Zamora. Un pasado que se hace más nítido gracias los últimos hallazgos realizados en el castro de La Muela por el equipo de Alacet Arqueólogos, Javier Quintana y Rubén Rubio, dentro del proyecto 'Excavación y puesta en valor de los poblados castreños del Valle de Laciana', que en una semana iniciará una segunda fase con nuevas excavaciones, ahora en el castro de La Zamora.

Los trabajos en La Muela revelaron que la historia del castro fue más larga y compleja de lo que se pensaba en un principio, ya que los sondeos previos sólo señalaban el origen romano del yacimiento. Y es que las 'prospecciones' de la línea defensiva y del interior del poblado obligaron a los arqueólogos a replantearse su historia y determinar que fueron los astures sus primeros pobladores , en un momento correspondiente a la II Edad del Hierro –siglos IV al I antes de Cristo- o incluso en época anterior.

Según explica el arqueólogo Rubén Rubio, la muralla presenta dos zonas diferenciadas con un tramo, ubicado en la parte más alta, que tiene una anchura de seis metros y otro que, según va descendiendo por el cerro, pasa a tener sólo dos metros de profundidad y con una construcción en módulos –realizada en tramos independientes que están adosados unos a otros-. “Este tipo de construcción es típica de los pueblos astures y, por lo tanto, es el primer indicio que tenemos para pensar que la muralla fue construida en época anterior a los romanos y que después, en ese tramo más ancho, fue ampliada”, apuntó Rubio.

Otro de los hallazgos que respaldan ese origen prerromano surgió a la hora de analizar su estratigrafía, donde descubrieron en el interior del poblado una serie de cabañas circulares, hechas posiblemente con materiales perecederos como maderas y ramas, que se corresponden en el mismo nivel de estrato con el de la muralla astur. “Luego llegan los romanos a esa zona, arrasan ese poblado que ya existía y construyen nuevas casas, ya rectangulares con aparejo de piedra y mucho más estables”, explica.

Fotografía: Alacet Arqueólogos

Y es que, aunque era previsible y hasta cierto punto lógico que el castro hubiera estado ocupado con anterioridad por astures, fue toda una “sorpresa” encontrar estos indicios en los trabajos de excavación. “No estaba previsto, nos extrañó porque nosotros habíamos hecho una fase previa hace tres años con la excavación de este castro y el de enfrente, un sondeo, y sólo habíamos encontrado evidencias del poblamiento romano, con cerámica y restos de construcciones”, subrayó el arqueólogo.

En busca de oro

Los directores de las excavaciones, Javier Quintana y Rubén Rubio, coinciden en vincular la ocupación romana del castro de La Muela, en una de las zonas altas del río Sil, con las explotaciones de oro. Habría sido entre los siglos I y II d.C., momento en que ampliarían la fortificación en la zona más alta del castro hasta darle esa “imponente” anchura de seis metros, pudiéndose acceder a la muralla a través de una escalera adosada por el interior e inmediata a la zona de entrada. Así, lo habitual es que una vez que se abandonaban esas explotaciones en busca del dorado mineral, entre los siglos II y III, esos poblados romanos quedaran también abandonados. Pero ese no fue el caso de La Muela, que continuó ocupado, un reducto en el que se refugió parte de la población que vivía en esta zona y que, en lugar de irse y emigrar con el fin de las explotaciones, decidió seguir viviendo allí.

“Es un proceso parecido, salvando las diferencias, a lo que está pasando con la minería de carbón, hay mucha gente que vino a la zona de Laciana a explotar el carbón y ahora que cierran las minas y ya casi no hay puestos de trabajo, se está yendo a otros lugares”, explica Rubén Rubio, que destaca que el castro siguió ocupado y se remodeló el sistema constructivo con una nueva muralla en una época que pudo ser incluso en época visigoda –en los siglos VI-VII d.C.- aunque esas fechas aún están pendientes de ser confirmadas por los datos de los análisis de Carbono 14. Esas intervenciones habrían cegado la entrada previa mediante la construcción de una nueva línea de muralla y un bastión.

Además de estas estructuras, los trabajos realizados, que han afectado a una superficie de casi 500 metros cuadrados, permitieron documentar en el interior del poblado los vestigios de cabañas circulares -arrasadas en gran medida- y viviendas rectangulares mejor conservadas, fruto de las sucesivas ocupaciones en el castro. También se hallaron en los trabajos de esta primera fase diversos restos arqueológicos como recipientes de cerámica, molinos en piedra y útiles de hierro. Unos restos que en conjunto permiten confirmar la presencia humana en el castro a lo largo de casi mil años, cuestión que ahora mismo está siendo investigada.

Un proyecto 'minero'

El proyecto 'Excavación y puesta en valor de los poblados castreños del Valle de Laciana' es una iniciativa del Ayuntamiento de Villablino que cuenta con el respaldo de los fondos 'Miner', con una inversión de un millón de euros -de los que 700.000 euros corresponderían a la parte de musealización y 300.000 euros a las excavaciones arqueológicas-. Tras esta primera fase de trabajos en La Muela, el próximo 29 de julio se iniciará el estudio en el castro vecino de La Zamora, con la previsión de abordar una tercera fase que tendrá que estar concluida antes que finalice el año.

A este respecto, Rubio explicó que el objetivo general es “sacar a la luz” las murallas y el poblado para que la gente pueda ver cómo eran las defensas y la forma de vida en los castros, al tiempo que se musealizará la zona de excavaciones para que sea visitable y se abrirá un centro de interpretación en las antiguas escuelas de Rioscuro, cuyas obras ya están también iniciadas. Así, el proyecto no sólo servirá desde el punto de vista científico para conocer el pasado del valle sino que tendrá que también su vertiente socioeconómica , creando una nueva oferta turística que atraiga visitantes y cree nuevas vías de desarrollo en una comarca muy castigada por la difícil situación que atraviesa el sector minero.

Para el arqueólogo de Alacet, tan importante es descubrir el pasado del valle para atraer turistas como para enseñar a los propios lacianiegos cuál es su historia y contribuir a un mayor respeto al patrimonio arqueológico e histórico como “algo positivo que también puede contribuir al desarrollo económico”. Asimismo, destacó la labor didáctica realizada durante las excavaciones con unas jornadas en las que han participado más de 250 alumnos de colegios e institutos , que pudieron comprobar 'in situ' el avance de los trabajos y el método de investigación en este yacimiento arqueológico.

A un kilómetro

Con el inicio de las excavaciones en el castro de La Zamora se dará un paso más en el conocimiento de la historia de la comarca. Una segunda fase en la que, explica Rubio, tienen más claro que podrán encontrar restos de la ocupación prerromana y romana, así como es posible que haya también vestigios de un poblamiento posterior. “Las condiciones del emplazamiento de La Zamora es totalmente distinto, es un castro a mayor altura y en una zona más central, desde la que se dispone de un control del territorio más amplio”, apunta el arqueólogo.

“Parece que se ajusta más al modelo de ocupación prerromana y en los sondeos previos ya tenemos indicios de que fue creado en época astur”, destacó. Además, otro aspecto que ha llamado la atención a Alacet Arqueólogos es la proximidad de ambos yacimientos, ya que están situados a apenas un kilómetro en línea recta y cruzando el río Sil. La siguiente pregunta que habrá que responder es qué relación existía entre estos dos castros vecinos, si es que como parece fueron coetáneos y estuvieron poblados a la vez.

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