Alfonso González Matorra (Agustín Lasai): “Mi pueblo es mi principal fuente de inspiración”

Alfonso González Matorra (Agustín Lasai).

Manuel Cuenya

Tocan las campanas a Concejo en el campanil del pueblo del Valle Viejo... y de repente, éste parece salir de su rutinario letargo de una tarde de domingo, salpicándose sus calles de gentes que acuden a la llamada. Los primeros en llegar al lugar de reunión, algo impacientes, preguntan por el motivo del inesperado repique, sin encontrar a ningún responsable que les saque de dudas.

(Agustín Lasai, 'Tocan las campanas a concejo')

Autor de 'Tocan las campanas a concejo. Riaño, el sueño' (Letrame, 2021), Alfonso González Matorra, bajo el seudónimo literario de Agustín Lasai, presentará el viernes 1 de abril su obra en la Sala Región del Instituto Leonés de Cultura de la capital leonesa. La cita será a las 20.00 horas.

Lasai estará acompañado en la mesa de presentación por el escritor Ramiro Pinto, que es todo un referente y maestro en la cultura leonesa actual.

'Tocan las campanas a concejo' es, en palabras de su propio creador, una llamada de socorro hacia el momento en que vivimos. Y un homenaje a los mayores, a sus paisanos, que en su día también fueron jóvenes. Por este motivo le gustaría que leyeran su novela “para que también ellos me cuenten, si este que lo cuenta les merece o no la pena”.

Afirma Lasai, quien dice recrearse soñando mientras camina con los pies en el suelo -un ejercicio que quizá todos deberíamos practicar-, que su novela es “un grito en favor de la unión de la gente sencilla y honesta dueña de sí misma, que lo fue durante generaciones hasta la llegada de los nuevos tiempos de comodidades. Una utopía llena de sentimientos en la que poder recrearse soñando”.

Cuenta Ramiro Pinto en el prólogo que esta “no es una obra plañidera, ni reivindicativa. Se trata de una novela que el autor susurra al oído de quien la lea. No únicamente por el sonido que sugiere el paisaje y que lo describe tal cual, sino porque a medida que te metas en la historia irás a un paisaje humano, demasiado humano, entre conversaciones, comentarios y discursos”.

Retrata, mediante la escritura –continúa Ramiro–, una manera de ser colectiva y de personas convertidas en personajes, de una época, de un lugar de la montaña: El paisanaje..., que nos hace recordar, en cierto sentido, a 'La colmena' de Cela, incluso a 'El Jarama', de Sánchez Ferlosio.

“'El ser humano es el paisaje'... nuestro paisaje, en el que vivimos, el que recordamos y a veces soñamos... se trata de un pueblo, de una comarca, que en un momento determinado la burocracia elige para hacer un gran embalse, un 'pantano', que hará desaparecer incluso el espacio que ocupa. Mentiras, intereses, engaños, medias verdades, codicia, ignorancia, todo esto se confabula en personas que no tienen reparos en hacerse ricas a costa de lo que sea. Pero no todas las personas están dispuestas a sacrificar su mundo, su manera de vivir, y plantan cara. Contrasta el mundo de los despachos ('despachos sin alma') con sus moquetas en las calles asfaltadas de la ciudad y el mundo de las casas de piedra, donde sus chimeneas arden la madera del bosque, en calles de tierra y boñigas, en las que se anda con madreñas”, expone Ramiro Pinto en el prólogo de esta novela, en la que el realismo se mezcla con el surrealismo, como asegura el prologuista, porque la novela es una historia más real que la misma realidad de lo que aconteció.

“Nuestros antepasados dejaron huellas profundas para no perdernos en el camino. Pisadas que nos han servido para mantener el equilibrio y los asideros necesarios donde agarrarnos. Ese fue su regalo para la posteridad. El Concejo abierto como modo de entender la vida. Hemos podido convivir durante siglos en nuestros pueblos, dentro de una gobernanza participativa. Lo que se acordaba en Concejo era sagrado”, escribe el periodista Javier Seisdedos a propósito de la obra de Lasai, que recuerda aquella forma de vida cotidiana, arraigada como una forma de ser y una defensa ante las grandes promesas y fuegos de artificio de la modernidad y el poder establecido.

Una obra que señala el caciquismo rural como átomo de lo que fue una Dictadura, según Ramiro Pinto, aunque a través de los concejos se mantuvo en pie la libertad del pueblo.

No cabe duda de que vivimos, desde hace tiempo, en una sociedad artificial, donde todo se esfuma, “un mundo feliz” y dopado, una sociedad líquida, según el sociólogo Bauman, incluso una sociedad evaporada, como también nos recuerda el escritor Ramiro Pinto. En este sentido, cabría replantearse lo de refundar los concejos abiertos en los pueblos en aras de preservar la memoria, nuestra memoria ancestral.

'Tocan las campanas a concejo. Riaño, el sueño' es una novela coral que nos adentra por la puerta grande en el mundo rural, en concreto la montaña de Riaño, donde se construyó el embalse que fue el mayor atentado ecológico y social de España, según Lasai, que nos muestra todos sus entresijos. Y cómo la avaricia, el egoísmo, la ignorancia de algunos acaba pulverizando una forma de vida ancestral.

“Hablo por supuesto del Riaño que desapareció bajo las aguas, destruido por la mano cruel de un Estado totalitario, y 'democrático'. Desde entonces, dejé de creer en esa palabra tan utilizada y 'bien-manoseada' por quienes la representan. Los pueblos destruidos, anegados sus valles bajo el pantano, son un grito de liberación para la actual situación que vivimos, un grito lleno de posibilidades e ideas para un futuro sin cortapisas”, señala Lasai, que hace un tiempo escuchó: 'Abocados a la distopía...', lo que le parece bastante acertado. “Ese grito que hoy nadie escucha es mi catecismo para las palabras que escribo”, apostilla este informático para quien Riaño es un sentimiento que lleva dentro y al que no puede renunciar, pues son sus raíces, él mismo.

Los pueblos destruidos, anegados sus valles bajo el pantano, son un grito de liberación para la actual situación que vivimos, un grito lleno de posibilidades e ideas para un futuro sin cortapisas

El pueblo como principal fuente de inspiración

“Mi pueblo es mi principal fuente de inspiración, quizá por eso, porque no lo tengo”, precisa Lasai, que siente admiración por la historia y las tradiciones de León, que es, en su opinión, lugar de encuentro en el que disfruta de la compañía de familiares y amigos.

“Soy un enamorado de la historia y de sus piedras, el testimonio del tiempo más cercano al caminante. En León capital especialmente puedo disfrutar de su patente protagonismo cada vez que voy. También de la compañía y hospitalidad de personas como Ramiro Pinto”, rememora Lasai, para quien el Ágora de poesía, donde ha recitado poemas de Antonio Gastón, es un lugar de confluencia de las ideas y los deseos más revolucionarios. “La poesía se encarga de descifrarlos para que sean pólvora. Si quieres decir lo que no haces o hacer lo que no dices, este es el lugar”, agrega Lasai, que desde muy joven ha seguido con interés algunas obras literarias relacionadas con el tema leonés, sobre todo acerca de la montaña donde nació. Y guarda esos sus primeros libros como pequeñas joyas en el estante de su casa, entre ellos, 'Memorias de un zagal', 'Roma contra Cántabros y astures', de Eutimio Martino; 'Los Caminos del Esla' de José María Merino y Juan Pedro Aparicio, Ramiro Pinto y 'El rey cigüeña', Antonio Colinas y su poema 'Barrios de luna' (“pozo de sueños cada instante...”); los libros de Julio Llamazares, incluso obras sobre historia y costumbres leonesas como las de José María Canal Sánchez-Pagín.

Riaño vive es el grito simbólico de casi todos mis textos reivindicativos. Con el tiempo y los acontecimientos que se suceden por el camino del activismo, en eventos y jornadas caldereras (del caldero) organizadas por nuestra asociación, la impetuosa escritura de mis arengas creo que se suaviza, para pasar a algo más interior e incluso íntimo. Me atrevo a decir, poético. Otra manera de decir lo mismo

También, siendo un adolescente, Lasai escribía diarios en sus momentos de recogimiento, forjándose su afición a escribir por la necesidad de divulgar sus inquietudes, sobre todo a raíz de la injusticia cometida con los pueblos de la montaña de Riaño.

“Riaño vive es el grito simbólico de casi todos mis textos reivindicativos. Con el tiempo y los acontecimientos que se suceden por el camino del activismo, en eventos y jornadas caldereras (del caldero) organizadas por nuestra asociación, la impetuosa escritura de mis arengas creo que se suaviza, para pasar a algo más interior e incluso íntimo. Me atrevo a decir, poético. Otra manera de decir lo mismo”, apunta Lasai, convencido de que el mundo está enfermo, “pero yo estoy contento. Moriré con ello”, detalla él, que cuenta su vida, en su opinión, como un cuentista que es, el cual ya está trabajando en su segunda novela, donde relata con alegría los duros acontecimientos que dieron lugar a su propio nacimiento una noche de niebla en el valle de Valdeburón durante un control de la Guardia Civil, y todo lo que vino, y todo lo que fue antes de ese día.

Después del frío intenso de la madrugada, bajo la losa oscura poblada de estrellas de la noche pasada, la helada vuelve a teñir de blanco la mañana del valle... Sueños blancos entre dulces sábanas bajo gruesas mantas. El sol, como cada día, atraviesa con sus rayos el aire helado produciendo esa sensación de cálido placer al llegar hasta los ojos; contemplo el brillo de la escarcha a mis pies y en todas partes al levantar la vista. Un espectáculo reconfortante para los sentidos... con la piel tersa y la cabeza despejada, camino sobre el barro tieso. Charcos de cristal blanco y quebradizo suenan ruidosos bajo tus pies al romperse secamente. El sol cae sobre el manto blanco ahora humeante y la mañana levanta lentamente el telón del día, donde todos los que habitan esta tierra comienzan tímidamente su tarea. Los animales domésticos permanecen en sus cuadras, de donde solo saldrán dando un breve paseo hasta la orilla del río para beber agua. La calle huele a humo de las hornillas, donde el calor de la lumbre hace posible la vida... y la matanza se cura en la vieja hornera... solo se escucha el agua que fluye tranquila y más oscura entre el hielo y la escarcha...

(Agustín Lasai, 'Tocan las campanas a concejo')

Entrevista breve a Alfonso González (Agustín Lasai)

“Prefiero no pensar que esta sociedad camina hacia un fatal destino”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

El caballero de la triste figura.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Mi madre.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Mejor lo dejamos estar.

Un rasgo que defina tu personalidad.

No sé si decir terquedad o tenacidad.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Ser honesto.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

¡Uf! Hay ocasiones que, cuando miro a mi alrededor, prefiero no pensar que esta sociedad camina hacia un fatal destino.

Sobre los políticos que nos representan en este país, y en tantos otros, creo que son los cabecillas visibles de ese desastre.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Unas buenas risas con los amigos.

¿Por qué escribes?

Me sale. Es mi deseo contar a los demás las cosas que llevo dentro.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Sin duda. La cuestión es el qué, no el dónde.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Principalmente mis recuerdos, y los que otros me han contado.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Escribo.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Hoy es siempre todavía.

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