José Luis Temes, Premio Nacional de Música: “León tiene el festival de música más imprescindible de España”

José Luis Temes dirigiendo un concierto de orquesta.

Carlos J. Domínguez

José Luis temes (Madrid, 1956, con raíces familiares bercianas) se describe apenas como un músico bajito. Pero es enorme, y no sólo por el Premio Nacional de Música que en 2008 ensalzó una trayectoria musical inmensa al frente de orquestas y estudios de grabación, de donde ya han salido 111 discos suyos. Es un Quijote que cambió la lanza por la batura, la reivindicación de la caballería por la simpar misión casi arqueológica de rescatar y poner en valor a todos los compositores españoles y composiciones que son casi siempre joyas desconocidas. Su particular fierabrás son las administraciones, grandes y rutinarias como molinos de viento.

Y uno de sus aventuras más queridas, el Festival de Música Española de León, que ensalza como a pocos. No en vano, este año ha hecho doblete en su programación y este jueves dirige en el Auditorio de León un concierto en el que los compositores de León son nuevamente por él reivindicados. Aprovechando esto, Temes se hace muy grande hablando de música pero también de arte, de sociología o de cultura.

Su origen familiar en el Bierzo, en Villar de los Barrios, ¿cree que le ha podido marcar, influir? ¿Queda algo ahí, algún resquicio?

Personalmente sí, musicalmente quizá no. Toda la familia de mi madre es berciana, desde el siglo XVI se pierde la memoria. Y mantenemos la casa familiar, una casa del siglo XVI, a la que damos todos los años. Siempre vuelvo allí. Es un lugar maravilloso, el Bierzo lo es. Y mi padre era de Galicia, es decir, que toda mi vida es noroeste. Y a León le tengo singularísimo cariño. Por eso resalto que León tiene el festival de música, yo creo, más imprescindible de España. Los hay muy buenos y con mucho presupuesto. Pero como festival imprescindible, el de León.

¿Quizá lo valore tanto porque el festival coincide con usted en el ímprobo trabajo de rescatar nuestro patrimonio musical, partituras, firmas, compositores...?

Pero eso nunca ha sido en mí un objetivo en sí mismo. Es un poquito de curiosidad intelectual. Me dicen que estoy comprometido, con un lenguaje casi político-bélico de la época de la guerra Vietnam... a ver, a mi me invita una orquesta a dar un concierto y está muy bien tocar Mozart, está muy bien hacer Mahler. Pero qué bonito si sacamos a los españoles, qué belleza de partituras. Y resulta que miras hacia atrás y has sacado 500 obras del repertorio musical español. Pues qué bien. Pero nunca he sido ni comprometido, ni luchador, nada de eso.

Hombre, luchar contra algunos elementos sí...

Es verdad que para hacer ese tipo de repertorios tienes que luchar, pero contra las administraciones públicas. El principal enemigo de sacar Patrimonio Musical Español son las entidades públicas... dedicadas al patrimonio. Aunque parezca mentira, es a quien tienes que vencer. No ayuda nada, al contrario, es todo resistencia. Las convocatorias de ayudas para anuales de las consejerías de Cultura, salvo con rarísimas excepciones, son una trampa. Los fondos europeos que han llegado para la música y todo eso son un absoluto disparate. Entonces, vale: no tanto un luchador sino tener más paciencia. A un pesado solo le puedes ganar siendo más pesado. Eso pasa con la administración. Usted me hace a mí la vida posible pero yo voy a aguantar. Y yo me siento todos los días a aguantar a las instituciones dedicadas a la Cultura. Por supuesto, con con ilustrísimas y maravillosas excepciones. Pero en términos generales, te tienes que pegar con la administración.

Evaristo Fernández Blanco es tan patrimonio de Astorga como la Catedral de Astorga. Como los Paneros, como Gaudí

¿Valdría el símil de que es fácil abrir una zanja para un yacimiento arqueológico, incluso para dignificar la represión franquista, para husmear en un archivo, pero se hace imposible husmear en nuestra propia historia musical?

Porque entre otras cosas no existe una institución, nadie asume el patrimonio musical como propio. Es decir, casi todas las consejerías de patrimonio entienden que son las piedras, los monasterios, los libros, pero nunca la música. Tú llegas a un director general de Patrimonio con un maestro de capilla del siglo XVIII y te dice: “Ah, no, mire, lo nuestro es el monasterio”. Y la música es patrimonio, por supuesto. Es decir, Evaristo Fernández Blanco es tan patrimonio de Astorga como la Catedral de Astorga. Como los Paneros, como Gaudí. Ya hace décadas que a Fernández Blanco se le pudo grabar y editar, hasta interpretar posiblemente por primera vez. Ahora a ver si logramos inaugurar la Casa Panero y el fondo suyo ya de una manera regular, después de la pre-inauguración.

Temes es sinónimo en los últimos años de un proyecto muy personal, el Proyecto LUZ, que va mucho más allá de lo musical. Una luz que le tiene bastante abstraído. Pero ¿qué es ese proyecto?

De una manera sencilla: es el concepto de videoclip, que se utiliza tanto en música ligera. Es decir, apenas Alejandro Sanz saca el último tema, o Gente de Zona el último reguetón, ya está el videoclip. Y muchos videoclips son bastante mejores que la propia música, sí. El videoclip es absolutamente maravilloso. Bueno, pues Proyecto LUZ son videoclips pero una música clásica desconocida española. Van con una presentación previa, porque luego un señor de Finlandia no sabe quién es el Evaristo Fernández Blanco, y a partir de ahí, es una obra sinfónica con una orquesta española dirigida por mí y con imágenes. ¿Qué imágenes? Pues siempre están cruzadas con algún aspecto de cultura, no específicamente musical, que tienen relación con la obra o el compositor.

Es muy multidisciplinar, porque el presentado en León toca a la poesía de Fédrico García Lorca, a la acrtiz Margarita Xirgu recitándolo...

Efectivamente, por eso lo hemos llamado Fronteras de la Música. En esta edición, el Festival de Música de León ha sido tan amable de presentar dos obras que no están terminadas y nunca se habían visto: Una de ellas es del Proyecto LUZ y otra no. La primera es 'LUZ 16' y aunque inconcluso, aquí en León hay un cierto público entusiasta, mucha gente que ha venido a otras sesiones anteriores, y me gusta la idea de explicarles por qué no está terminado, qué dudas tenemos y enseñarles lo que hay. Es como una visita a una obra. Para los ingleses es un work in progress: vamos a ponernos el casco y a visitar cómo está la obra, que esperamos terminar en dos meses. En este caso, es de un tema tan absolutamente atípico como fue el grupo ZAG, un movimiento de finales de los años 50, primeros de los años 60, paralelo al Fluxus, alemán, que es de la música del absurdo. Y la segunda mitad está referida al ballet de Tomás Marco sobre el Llanto por Ignacio Sánchez Mejía, de Lorca, recuperando con una grabación especial a partir de la voz de Margarita Xirgu, realizada en los años 30 y que interviene en una obra de Tomás Marco, compositor contemporáneo.

Hoy coge la batuta frente a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, otro reto.

Sí, yo estoy abrumado y avergonzado porque eso son ya dos intervenciones en un mismo festival, yo pediría mi cese inmediatamente (risas). Hacemos un concierto con dos compositores leoneses, Evaristo Fernández Blanco y Rogelio Villar, del que este año celebramos el centenario. Y un, no estreno pero casi, de una obra de Beatriz Arzamendi, compositora vasca, que se llama Cantabricus. Y viene en persona.

Algo completo. ¿Está muy trabajado el repertorio?

No, no. Nada. Una de las cosas de las que a la gente le sorprende es que cuando ves un concierto con una sinfonía de Mahler, en realidad la gente se ha reunido el día anterior. Estamos muy acostumbrados a trabajar así. Ves a la Filarmónica de Berlín y han ensayado esa mañana. Hay que tener presente, además, que hoy día una orquesta es carísima: tener a 90 tíos y tías ahí al frente cuesta una pasta. Hay que trabajar muy rápido. Por eso hoy se valora tanto el director que sabe trabajar bien como que sabe trabajar rápido. Aquella escuela de los años 40 y 50 del director paternalista, perfeccionista que repetía cada pasaje... Mire usted, ¿sabe lo que cuesta cada minuto de ensayo?

Supongo que igual las grabaciones. ¿Cómo de costoso está resultando este Proyecto LUZ?

Yo grabo mucha música nueva para orquestas, es mi hábito. Este martes hemos presentado mi disco 111, que son pocos. Para mí lo más complicado de grabar una obra que tú y los músicos acabamos de conocer el día anterior, como si la hubieras tocado mil veces, que esté fresca, que no se esté leyendo, que tenga vida, suba y baje. Es lo más difícil cuando se trabaja con repertorio nuevo.

Ya son 16 las entregas de los documentales de LUZ. ¿Verdaderamente la esperanza es que el apoyo audiovisual a la música española ayude a relanzar, ayude a conocer, a fianzar y ayude a las instituciones a valorar más la música contemporánea o cercana?

Sí, completamente de acuerdo en todo lo que has dicho... excepto la frase de las instituciones. No les importa nada nunca en ningún caso. Pero en general hay un público que se está entusiasmando con el repertorio desconocido a partir de las películas. Es decir, incluso en algunos casos, alguien me ha dicho, que corre el peligro de identificarse tanto estas imágenes que terminen comprometiendo a la obra. Cuando se oye el impresionante Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Lorca con la música de Tomás Marco, un catedrático de la Universidad ya me dijo que en los cursos sucesivos no se lo leerá a los chavales sino que les dirá que oigan nuestra grabación.

Pero para eso, ¿cómo, en qué formato, dónde están sus obras de LUZ disponibles?

Todavía hay un público que seguimos creyendo en el formato físico así que han salido los ocho primeros en DVD pero el problema es que hasta que no encuentren patrocinador no puedes difundirlo. Así que ahora estamos en la búsqueda de dinero. El Proyecto LUZ es absolutamente ruinoso.

La música clásica, nos guste o no, en España y en todas partes, es de gente con una cierta edad. Esto es un fenómeno mundial

¿Y entre ese público hay público joven?

No, curiosamente no: se está produciendo un fenómeno inverso, es decir, en general en nuestras sesiones miras y ves mucha cana y mucha calva. Bueno, quizá a lo mejor es un tipo de espectáculo más de madurez, poco a poco vamos consiguiendo que haya gente más joven. Pero no hay que olvidar que la música clásica, nos guste o no, en España y en todas partes, es de gente con una cierta edad. Esto es un fenómeno mundial. Con la juventud sucede una cosa muy curiosa, que está en todos los estudios internacionales: un chaval de 17 años o a una chica de 19, que no ha ido nunca a un concierto de música clásica, le invitas a una concierto de orquesta y les deslumbra. Es una experiencia mística pero no la consigues como público habitual. Hay que sembrar ahí porque a lo mejor luego a los 40 y tantos, cuando ya sean madre y padre, se entusiasma con la música clásica. Pero es un fenómeno de gente de una cierta edad. Ojalá.

En León conocerá que contamos con un Teatro Emperador aún cerrado tras muchos años...

Que lo adquirió hace años el Inaem (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música), sí.

...también un Conservatorio nuevo en eterna promesa que nunca termina de ver la luz y un Auditorio municipal. ¿Cómo ve este panorama cultural y musical aquí, al menos en cuanto a infraestructuras?

El Auditorio de León tiene dos facetas: el edificio y después los usos. El edificio es absolutamente maravilloso, incluida su ubicación. Pero hasta donde yo conozco está infrautilizado para el gran género. Al principio Daniel Gutiérrez hizo una labor formidable. Hay quien dice que es que la gente no va, pero la gente que no va dice que es porque no hay una programación regular que te invite a. El Auditorio es una maravilla y yo creo que su uso y implicación en la ciudad es manifiestamente mejorable.

Falla fue un coloso, es la perfección, pero su obra es más reducida, cuatro obras de música. Sin embargo, Cristóbal Halfter, habiendo hecho música absolutamente maravillosa, es abrumadora

Regresando de nuevo a sus orígenes bercianos, ¿qué significa para usted, y para la música española, el apellido Halffter?

En mi caso concreto, en concreto Cristóbal Halfter. Es una familia de músicos pero con él son 50 años de amistad y admiración a Cristóbal. El primer concierto que yo di con música de Cristóbal y que presentó él mismo fue en 1977. A mí no me gusta hacer la referencia de quién es el gran músico de la historia de España. Además, ¿por qué hay que hacer el mejor? Para muchos será Tomás Luis de Victoria, para otros será Manuel de Falla.. Pero desde luego pido que en esa absoluta cabeza esté Cristóbal Halffter. Es uno de los top de la historia de la música española y la cultura española, por extensión y por calidad. Manuel de Falla fue un coloso, hizo una música espléndida, era un orfebre, es la perfección, pero su obra es más reducida, tiene menos proyección: compuso cuatro obras de música, si llega, tres obras en toda su vida. Y luego el proyecto inacabado de la Atlántida, que fue mayor que él, le vino grande y que al final no pudo terminar. Sin embargo, Cristóbal Halfter, habiendo hecho música absolutamente maravillosa, es abrumadora. No digo que la música se mida por kilos pero que es tal cantidad de música para orquesta, para formaciones de cámara, para todo tipo de agrupaciones... Es un hombre tan plural que es abrumador, es una joya. Él era de Madrid pero decía una cosa muy inteligente siempre, que al fin y al cabo la patria de adopción es la verdadera, porque tú no has hecho nada por nacer en un sitio, como diría Gila fue porque tu madre estaba ahí aquí y hubiera sido hacerle un feo nacer en otro sitio. Pero la patria de adopción es la patria elegida. Tú no has elegido a tu padre, a tu madre, a tu hermano, sin embargo has elegido este amigo íntimo de toda mi vida. Entonces Cristóbal decía: Yo nací en Madrid, pero he elegido este lugar, el Bierzo, Villafranca.

Hacen falta muchos compositores, muy buenos profesionales, para que surja el genio

Y por otro lado, usted ha defendido que junto a las grandes figuras que siempre aparecen en el podio de la música clásica hay un ejército de grandes músicos pequeños, que están en otro nivel, pero que juntos valen tanto más.

Es que no hay un premio Nobel sin 47 magníficos profesionales alrededor. Lo que pasa es que luego sale el nombre del premio Nobel. Y no hay que intentar ser premio Nobel. Uno no estudia para el Nobel, estudia para ser un buen profesional, un buen investigador, un buen literato, un buen químico, un buen médico… Un buen repartidor de correos, un buen profesional de lo que hagas. ¿Que luego subes y te dan el premio Nobel? Pues qué maravilla. ¿Por qué sale un Messi? Te vas a Buenos Aires y son millones de niños jugando al fútbol. Y hace falta esos millones para que salga un Messi. Y lo mismo sucede con el terreno cultural y musical. Bien es verdad que España es un país de excepcionalidades en nuestra historia artística, que parece mentira que en aquella España tan terrible, cruel, salvaje del siglo XVI, en 30 kilómetros y en 30 años, nacieran Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Tomás Luis de Vitoria. ¿Por qué surgen esos personajes en tres aldeítas, en Fontiveros? ¿Por qué nace un personaje así? Pero hacen falta muchos compositores, muy buenos profesionales, para que surja el genio.

¿Y en el paso de estas décadas observa que va en declive ese número de muchas pequeñas personas dedicadas, en este caso a la música y, por lo tanto, el caldo de cultivo para que resurja ese genio?

Suelo ser el personal optimista, no me gusta llorar. Pero yo creo que España en materia musical dio un un extraordinario avance en los años 80, en los años 90 del pasado siglo. Ahí empezamos a codearnos con Francia, con Inglaterra, con Alemania en materia musical. Recuperarnos, porque veníamos de una época muy adversa. Estábamos a punto por primera vez de llamarnos de tú con esos países. Sin embargo, creo honradamente, y me apena mucho decirlo, que desde el año 2000 hacia abajo, hemos retrocedido muchísimo. No en todo, no al 100%. Pero se hizo tanto en aquellas décadas, se crearon tantos auditorios, tantas orquestas, se sembró tanto... que seguimos viviendo de aquello. Por favor, que nadie piense que estoy descartando todo lo que se ha hecho en 23 años, sería un idiota. Pero echo mucho de menos lo que era la sociedad de los años desde la Transición hasta el cambio de siglo. Y a pie de página diría que echo mucho de menos, no solo en la música, también en la sociología de España. ¿Y por qué, habiendo sembrado tanto? Porque la historia tiene ciclos. Yo por edad soy el personaje de la transición, obviamente yo termino la carrera en el año 75 y empiezo mi vida profesional en el año 76, exactamente con el cambio de régimen en España. Fui de aquella generación que creíamos en la libertad política sin ira hacia lo de atrás, mientras que hoy en día existe solo el frentismo, el 'y tú más'. Y yo puedo ser monárquico, pero entiendo perfectamente que la persona de frente sea republicana; puedo ser pro-aborto, pero entiendo perfectamente a quién lo considera; soy anti-taurino, pero me llevo muy bien con los pro-taurinos. Y todo ese talante yo lo hecho mucho, mucho, mucho de menos. La revisión de la historia de esta manera tan terriblemente confrontada me parece un disparate. Y creo que la música es un reflejo de ello. El interés por lo nuevo, por ejemplo, que había en aquellos años, yo lo hecho mucho en falta.

La revisión de la historia de esta manera tan terriblemente confrontada me parece un disparate. Y creo que la música es un reflejo de ello. El interés por lo nuevo, por ejemplo, que había en aquellos años, yo lo hecho mucho en falta

Es decir, que ve muy negativamente la creación musical de hoy.

Incluso estéticamente, lo que componen los chavales de 20 años, no es que no siga las escuelas de lo que fueron las vanguardias de aquella época, que cada uno es libre: es que no tienen ni idea de quiénes fueron, es decir, no quieren mirar al pasado. Nuestro 'LUZ 16' está construido a partir de la música de Juan Hidalgo. Él es cronológicamente la primera vanguardia musical española. La primera obra de esas cosas que forman la música contemporánea, la música rara, fue compuesta en España por Juan Hidalgo. Eso debería hacer que lo conociéramos, aunque después te sitúes en las antípodas. Pero a nadie veinteañero, treintañero, hoy en día le importa lo más mínimo lo que compuso. En aquella época, lo nuevo tenía interés solo por el hecho de ser nuevo. Y lo mismo sociológicamente: la vida, las costumbres, la vida afectiva, la vida sexual, que estamos en un periodo terriblemente regresivo, y no quiero hablar del tema de moda... Todo demuestra cómo vamos hacia atrás. A mí me apena mucho. Alguien dirá: “Tío, es que te estás haciendo viejo”. Dicen que cuando el mundo ese ya no es tu mundo es que te estás haciendo viejo. Bueno, creo que me faltan muchos pero es posible que sea así. Y como dijo portentosamente Mario Benedetti, que es una de las frases más bonitas sobre cumplir años, es que cuando empiezas a encontrar respuestas, te cambian las preguntas. Es absolutamente magistral.

¿Esa actitud que ve en los jóvenes de hoy puede tener que ver con que sea más o menos difícil vivir de la música, producir, de componer, interpretar música?

Bueno, los venteañeros que se quejan, fíjate lo que fue nuestra generación. Era una absoluta extravagancia estudiar música en los años 60, en los años 70, en España. Hoy solo en Madrid hay decenas de miles de estudiantes. Nuestro Conservatorio tenía juntos el elemental, el medio y el superior. Es decir, el chaval que estudiaba Primero de solfeo estaba con el que estudiaba Dirección de Orquesta, en un edificio que tenía 420 alumnos. ¿Era fácil? No, nada fácil. ¿Y qué decir de la generación de nuestros padres, de mi generación, que salían de una guerra? Nunca se ha tenido fácil. Es cierto que los de hoy tampoco, pero ¿qué conservatorios tiene España, qué auditorios? Hay muchos maravillosos y en mayor medida hechos en aquella etapa.

Pero en general, ¿cómo valora la producción musical de hoy? No solo el reguetón, que es la pregunta habitual.

Me pones en una tesitura difícil. Honestamente -y alguien me dirá: “te estás quedando atrás”; es posible-, no creo que se haya llegado a los niveles de lo que fue la generación de los que ahora están falleciendo. Como sabes, en los últimos años, Antón García Abril, Luis de Pablo, Cristóbal Halffter... han fallecido todos en poquísimo plazo. Yo creo que hay un desinterés por la novedad, por decirme algo nuevo... Uf, uf. Y tampoco estoy diciendo que todo creador tenga que romper, siempre. Hay grandes creadores en la historia que no rompieron nada. Mendelssohn no rompió nada, Schumann no rompió nada... Beethoven sí, Stravinsky sí, Schönberg, pero otros no. Pero volverme a escribir en poesía: “Con diez cañones por banda / viento en popa, toda vela / no cortar mar sino vuela / un velero bergantín...”. Hombre, que ya se ha dicho y además se ha dicho mejor..

Etiquetas
stats