'Hoy, por fin, voy a salir'

Casa cocina

Paweł Kłamać

Ha llamado mi madre para preguntar si estaba bien, aquí, en España. No he podido contestar porque rápidamente mi abuela se ha puesto al teléfono, gritando, palabras que casi ni entiendo. Tan desarraigado estoy...

Intento detenerla: «Abuela, para. Estoy bien». Es muy anciana, ya casi tengo yo cuarenta y vine a España hace diez, así que ella tiene que tener unos cien. Vine a estudiar, me quedé por esperanza y continúo porque tengo miedo a volver a mi Polonia natal.

«¿Qué me queda para comer?», me pregunto mientras cuelgo el teléfono después de una larga hora fingiendo sonreír ante personas que no pueden verme. Creo que en el fondo saben que estoy triste, que me encuentro mal. Pero no se lo puedo decir. Tengo que ser fuerte por mamá, y por la abuela.

«Eres un mierda», me digo, mientras veo mi nevera, vieja y pequeña, casi vacía. Cervezas, eso sí: «¡Qué asco me doy!».

Y sin embargo, no puedo evitar reírme. Me río porque antes le echaba la culpa a los demás de todo cuanto me sucedía. Ahora entiendo, por fin, que yo he sido el artífice de mi propia construcción, y posterior destrucción. Como un dios que se ha creado a sí mismo para después ver cómo toda su creación se va destruyendo, poco a poco a veces, a menudo de golpe. Por mucho que culpe a los demás de mis males, sé que es mía. Ojalá otros pudiesen entenderlo también.

Apenas me quedan cuatro euros para comprar algo en el supermercado, y tengo miedo de bajar. Llevo tres semanas casi encerrado en casa. He perdido cuatro kilos y tengo dos multas por pagar.

Antes de que esto del COVID19 empezase pensaba en irme de mochilero por el mundo. Quizá visitar Asia o América. Sin miedo y sin temor, porque poco me queda ya por perder, y sé que en el fondo poco se puede ganar en mi situación.

Puedo parecer un tanto pesimista. No piensen eso, por favor. Piensen que soy una persona plenamente consciente de su situación, y que no trata de engañarse a sí mismo. Ya no.

He decidido que esta noche, tras los aplausos voy a salir. No creo que la policía me pueda llegar a detener, ni que estas palabras lleguen lejos. Tal es la moral europea. Intentaré entrar en uno de los muchos pisos abandonados por el miedo a la pandemia, de gente que desoyó los consejos de no moverse durante el confinamiento. Esa gente llena sus neveras hasta cuando no están, seguro que ni lo notan. Probablemente se me pase por la cabeza robarles algo de valor, pero descuiden. No lo haré. No soy esa clase de persona. La única vez que estuve en la cárcel fue por posesión de droga y por llevarme una golpiza, que por cierto, me dieron precisamente quienes me denunciaron por posesión, y después, en mi cuerpo maltrecho, dejaron la droga. Pero no les culpo, ya lo hice mucho y nunca sirvió de nada...

Es posible que esté contagiado. Siempre saludo a mi anciana vecina con dos besos y un abrazo. Me recuerda a mi abuela y me quiere como si fuera su hijo. Me recuerda a casa, y ayer murió. Lloré toda la noche desde que me enteré. No había llorado desde que era un niño. Y probablemente no lo vuelva a hacer más.

Toso mucho los últimos días, la garganta me duele tanto que parece que me he tragado una bola, y muchas veces me impide respirar. No tengo fiebre, pero a veces me vienen temblores como si tuviera una gripe, y frío... qué frío... Hoy, por fin, de una forma u otra, voy a salir.

* 'Hoy, por fin, voy a salir' es un relato publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger escritos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

Paweł Kłamać (Polonia) vivee en Madrid, España, desde hace 10 años. Estudió en León, donde mantiene todavía vida y relación. Sobre el relato nos cuenta que “Aunque mi situación es difícil no es tan complicada como la del personaje del texto, aunque obviamente está basado en mi persona. Lo que si me gustaría es tratar de denunciar la situación que viven muchas personas que no pueden salir a comprar porque no tienen con qué pagar, y que ya no les queda nada en casa. Si esto no se soluciona ya he leído y escuchado de boca de muchos que van a tener que salir, de una forma u otra. Es un llamamiento al auxilio de esta gente”

Kłamać nos explica que “Siempre quise dedicarme a la literatura, pero no entendía cómo escribir y más cuando me costaba tanto el idioma. Ahora, con más años y soltura, me he animado. El confinamiento ayuda, no lo puedo negar. Venga, que de esta salimos”.

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