Juliet Desnuda, una gran novela de Nick Hornby

Su obra está llena de personajes atípicos, que están lejos de ser un ejemplo de conducta, y habitualmente aderezada con un toque musical (las referencias a grupos de rock, cantautores de folk y pop y a la música en general son una de las señas de identidad del escritor nacido en Surrey), que en ocasiones llega a cobrar protagonismo como si de un personaje más se tratase. Las novelas de Hornby son como una libro de viajes, repleto de circunvalaciones y carreteras secundarias, pero sin ningún destino concreto, donde lo realmente importante es el camino. Este Juliet, desnuda no es una excepción. Es más, tal vez se trate de la mejor obra del famoso escritor británico.

Juliet, desnuda se centra en la búsqueda de una identidad, en la redención a través de los sueños (obsesiones) y anhelos. Lo hace a partir de unos personajes que se encuentran perdidos. Hornby utiliza el narrador para hacer una radiología de los mismos, para mostrarnos las dudas, los deseos, las inseguridades y los problemas que les impiden avanzar. El tono cómico, un tanto irónico y extravagante (el personaje de Tucker Crowe es uno de los más completos y sinceros que ha creado el autor de Alta Fidelidad), unido a la filosofía musical que desprende la obra (con alusiones al Dylan más rústico) logra dar a la historia ese punto agridulce que hace la novela tenga el equilibrio perfecto. Hornby maneja el pulso de la historia a su antojo, y lo hace respetando al lector, sin manipular nuestra visión, dejando que saquemos nuestras propias conclusiones del relato. Una novela que habla de muchísimos temas (todos conectados a través de la música, que de alguna extraña manera se convierte en el hilo conductor de toda la historia) logrando incluso desmitificar la imagen del artista maldito (un tópico de lo más absurdo) y el valor real del arte por si mismo.

Destacar el buen trabajo de la editorial, Anagrama, y a la estupenda labor de Jesús Zulaika (uno de los mejores traductores literarios de nuestro país).