“De haber conocido las trabas, no hubiese presentado mi candidatura a la dirección del Musac”

Eva González Sancho Alicia Gutiérrez Musac

Eva González-Sancho

Recientemente terminó mi relación con el Musac por diferencias irreconciliables relativas a la gestión de la actividad artística y administrativa, tras haber señalado infructuosamente las dificultades a la Fundación Siglo, órgano de gestión del Museo, prácticamente desde mi incorporación al Musac.

En este corto periodo he puesto todo mi empeño e ilusión en contribuir a realzar el perfil del Musac-Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, misión para la que se me contrató, tratando de mejorar la estructura y gestionar el museo, así como de asentar las bases de su programa y posterior desarrollo. Me he encontrado sin embargo con una serie de trabas que imposibilitaba esta labor y que obedecen a problemas de fondo que van más allá del Musac y son muy anteriores a mi llegada.

La anterioridad y seriedad de tales problemas se indican también en el comunicado emitido por los trabajadores del MUSAC el 6 de junio 2013, y en la carta enviada por los anteriores directores del Musac, Agustín Pérez Rubio y Rafael Doctor, a raíz de mi dimisión. Estas cartas inciden en cuestiones que yo había señalado en múltiples correos enviados a la Fundación, aunque ésta o la dirección de políticas culturales de la Junta de Castilla y León nieguen la existencia de dichas llamadas de atención por mi parte.

De haber conocido de antemano las trabas que iba a encontrar, no hubiese presentado mi candidatura a la dirección del Museo. Concretamente, las injerencias por parte de la Fundación Siglo imposibilitan al Director del MUSAC para redefinir el enfoque del Museo en aras de un óptimo funcionamiento, rentabilidad y eficacia. Estas injerencias han sido, entre otras, artísticas, afectando en algunos casos a decisiones presupuestarias en las que la dirección del Museo no ha tenido ningún margen de maniobra. Los rechazos de ciertos proyectos, o la imposición de otros, ampliamente aireados por la prensa estos últimos días tras mi dimisión y la del comité asesor, no responden, contrariamente a lo que indica la Fundación, a la necesidad de tomar decisiones rápidas y claras. Dichas decisiones se toman en base a informes reclamados por la propia Fundación, de los cuales se prescinde cuando no van en el sentido deseado por ésta.

Reiteradamente solicité, también por escrito, que se me indicase cuáles eran mis competencias reales como directora dado que se veían cuestionadas todas mis decisiones, incluyendo las de carácter artístico, lo cual ralentizaba la preparación del programa. Estas demandas nunca fueron respondidas, y aún menos por escrito.

La Fundación ha acusado en la prensa de forma poco velada de propensión a un gasto inútil por haber pedido una secretaria. No creo sin embargo que fuera una petición descabellada teniendo en cuenta que contaba con mucho menos personal que mis predecesores y que sugerí incluso poder contar con la ayuda de alguna de las secretarias que trabaja actualmente para la Fundación Siglo. En cualquier caso, como expliqué a la Fundación, es justamente en periodos de crisis, en los que hay menos personal, cuando más se acusa la falta de una estructura clara, que sin ser más costosa sea más eficaz.

Mis pasos como directora se han caracterizado por un rigor económico al que me comprometí desde un primer momento. Además de trabajar con presupuesto adicional cero, conseguí en menos de dos meses ayuda financiera para un proyecto así como la financiación por terceras partes de los dos únicos viajes que hice al extranjero, de 4 días cada uno, a Noruega y a Venecia. Estoy convencida de que hubiese podido obtener otros recursos, tal y como he hecho en muchas otras ocasiones a lo largo de mi carrera, pero mis incentivos en este sentido disminuyeron al ser informada de que la Fundación decidiría cómo distribuir esos eventuales nuevos recursos, inclusive hacia actividades de otros centros, aunque hubieran sido obtenidos por el Musac.

Todas y cada una de las decisiones del día a día del Musac tenían que ser consultadas y aprobadas por la Fundación Siglo, hasta los nombres de los artistas. Mi incapacidad para comprometer nada con nadie, consciente de que cualquier decisión podía ser revocada por la Fundación en cualquier momento, limitaba mi capacidad de representar al Musac y me ha llevado a terminar absolutamente exhausta y frustrada.

Durante tres meses he estado trabajando también en mantener la programación del antiguo director y en la preparación de un programa para 2014 destinado a acercar el museo al público de la ciudad y de Castilla y León, indagando en la riqueza del propio contexto local y regional, así como internacionalizar la actividad del MUSAC estableciendo una serie de colaboraciones con diferentes instituciones internacionales. Dicha programación hubiera sido presentada después del verano con un plan de actuación.

Por lo tanto, tras haber sido contratada e instada a incorporarme al puesto de forma inmediata, me he visto obligada a abandonar el Musac al cabo de tres meses, antes de plegarme a decisiones poco transparentes y contestables de la Fundación Siglo, y de aceptar imposiciones artísticas y administrativas que a mi entender distaban mucho del interés del Musac y para las que, en la mayoría de las ocasiones, no se me han dado explicaciones. Se me ha exigido desde el principio la validación de decisiones sin comunicarme la totalidad de las informaciones relativas a una estructura museística, que ha resultado ser inexistente.

Al hilo de mi dimisión hecha pública el 3 de junio, tras dos cartas de renuncia el 13 y 25 de mayo, se ha desencadenado una serie de reacciones espontáneas de rechazo al entramado que rige el Musac (Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España- ADACE, dimisión en pleno del comité asesor del Musac compuesto por José Guirao, Victor del Rio y Octavio Zaya, carta de los antiguos directores del Musac, carta de los trabajadores del Centro, carta del Instituto del arte contemporáneo -IAC, apoyos de artistas y personalidades del arte en las redes sociales, etc), que atestiguan un malestar profundo, que viene de lejos, del mundo de la cultura y de personas implicadas en el Musac o habiendo trabajado para y en la institución.

Quisiera en cualquier caso agradecer las numerosas muestras de apoyo recibidas desde el mundo de la cultura.

Quisiera agradecer también la calurosa acogida que muchas personas me han dispensado en León y decir cuánto lamento tener que dejar una ciudad a la que había cogido afecto desde un primer momento.

Me solidarizo plenamente con los trabajadores actuales del Musac y alabo su labor como profesionales en condiciones dificilísimas en las que, además de las consecuencias de la crisis, sufren situaciones muy duras. Deseo de todo corazón el mantenimiento de la plantilla.

Lamento que, toda vez que la situación del Musac sea especialmente grave, sea sintomática de un malestar profundo del mundo de la cultura en España y sus profesionales, al cual estoy muy orgullosa de pertenecer, mucho más si cabe hoy, y al cual seguiré aportando mi trabajo y dedicación en el futuro.

Gracias a todos.

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