Los colmenares de Valderaduey se suman a la lista roja de Hispania Nostra
El colectivo Hispania Nostra ha incluido en su Lista Roja del Patrimonio los colmenares de Valderaduey (León) con el fin de concienciar a las administraciones y a la sociedad en general del estado en el que se encuentran. La organización explica que de las casi 50 construcciones de adobe y tapial que llegaron a existir en todo el Valle Hondo y aledaños del concejo de Renedo de Valderaduey apenas quedan tres en un estado aceptable y otros dos en peor situación.
Se trata de pequeñas edificaciones rurales de notable interés etnográfico, destinadas a la explotación apícola y concebidas con la finalidad de mantener y proteger las colmenas de las humedades y meteorología exterior y de animales salvajes. Todos los demás están en ruina avanzada o derruidos por completo.
El éxodo rural, la despoblación y la muerte de las abejas ocurrida en estos últimos años han sentenciado a la desaparición total estos edificios de alto valor etnográfico, a diferencia de los colmenares del norte, edificados en piedra, ya que son mucho más vulnerables debido a los materiales utilizados y necesitan continuos trabajos de mantenimiento y consolidación que no se realizan. Estos colmenares, pertenecientes a la arquitectura popular del barro y fruto de un saber transmitido de padres a hijos de manera ininterrumpida a lo largo de los siglos, bien merecen su conservación, reivindican desde Hispania Nostra.
Los colmenares de adobe y tapial del Alto Valderabuey están situados a lo largo y ancho del Valle Hondo y parajes aledaños, en el concejo de Renedo de Valderaduey, repleto de robledales. fuentes y bosques, donde las urces (brezos) abundan, siendo la flor de esta planta su principal materia prima. El colmenar se edificaba siguiendo unas determinadas pautas, señaladas por Lucio Julio Moderato Columela (gaditano nacido en el año 3 a.C.) en Los Doce Libros de Agricultura.
“El domicilio de las abejas ha de colocarse enfrente del mediodía de invierno, lejos del tumulto y de la compañía de los hombres y de los animales, en un sitio que no sea caliente ni frío, pues ambas cosas les son dañosas. Este sitio ha de estar en la parte más baja del valle, para que cuando las abejas salgan a buscar la comida, vuelen con más facilidad a los sitios más altos, y después de haber recogido lo que necesiten, bajen sin trabajo con su carga, siguiendo la pendiente”, apunta el texto.