'Arcane: League of Legends', la primera serie que une de verdad cine y videojuegos
A estas alturas ya nadie se sorprende de la evolución meteórica que está viviendo la industria de los videojuegos año tras año gracias, entre otros factores que tienen más que ver con la sociología, al desarrollo de la computación o de la capacidad de procesamiento que permite crear mejores y más sofisticadas imágenes.
Pero además de haberse convertido ya desde hace tiempo en un sector económico que mueve mucho más dinero que el negocio audiovisual o el de la música, esta expresión artística está creando nuevas formas narrativas que ya han asimilado de forma natural el cine de animación o el mundo de la televisión (solo tenemos que ver la sección meteorológica de los telediarios o los debates políticos que inundan la pantalla con todas esas capas de gráficos).
Con todo, la traslación de estos universos digitales al cine no había encontrado hasta ahora un encaje satisfactorio, con producciones que parecían gravitar torpemente entre los dos mundos sin llegar nunca a conciliar los distintos paradigmas estilísticos que definen a cada uno de ellos.
Hasta ahora, porque la adaptación que aborda Netflix de League of Legends (LoL), uno de los videojuegos más populares del mundo (se estima que desde 2016 más de cien millones de personas juegan cada mes a esta creación de Riot Games), está destinada a marcar un punto de inflexión y abrir el camino a una nueva era en la convivencia entre videojuegos y cine.
Una obra iniciática y magistral
Arcane: League of Legends es una obra iniciática y magistral que trasciende su original condición de juego de ordenador para convertirse en una potente narración cinematográfica de animación, una serie que complacerá a los fanáticos del videojuego y que entusiasmará a los recién llegados. Porque no hace falta conocer de antemano a todos esos personajes que protagonizan la eterna lucha entre la prospera ciudad de Piltover y la oprimida Zaun para disfrutar de esta joya. Su audaz propuesta estética consigue cautivarnos desde el primer instante.
Todo es hipnótico y minucioso: el tratamiento de esos colores orgánicos e imposibles que parecen extenderse sobre la pantalla como pinceladas de un oleo modernista, esa profundidad de campo y perspectiva escénica que solo encontramos en el mejor cine, esa capacidad para transmitir la sensación de movimiento que hace dudar al espectador más avezado sobre si lo que está viendo es real o no, una expresividad en los personajes que parece cincelada por un artesano antiguo, la música nutriendo y exaltando la épica del relato con maravillosa precisión...
Arcane: League of Legends contiene, además, un sentido narrativo impropio de esta clase de producciones, quizás lo que hasta ahora era el mayor talón de Aquiles de las mismas. No hay nada nuevo en esta historia de dos mundos separados por la fuerza, de privilegiados y oprimidos, de luchas de ambición en reinos lejanos y crueles, de buenos e idealistas seres que intentan imponer la razón sobre la guerra y de malos malísimos sedientos de sangre y de poder.
Lo que distancia a esta cinta de otras del género es su sentido de la aventura, el músculo de su trama y el tratamiento adulto y definitivamente cinematográfico de la fantasía que nos cuenta.
___Antonio Boñar es un crítico de cine leonés que fue guionista en varios programas de TVG, y ha escrito el blog 'En el cine no llueve' en el periódico 'La Opinión de La Coruña' y que ha publicado también sus reseñas cinematográficas en 'Art Notes', 'Santiago 7 Días', 'Vive Santiago', 'Vive Galicia', 'Cofarle Magazine' y 'Oviedo Diario'. En su etapa viviendo en Malta fue también creador y director del Triq Cinemoon Festival y el Valletta (Malta), además de director artístico y organizador de Malta Klimafilm Festival patrocinados por el Gobierno maltés.
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