Primera base de la captura de CO2

Dicyt

La Fundación Ciudad de la Energía (Ciuden) ha anunciado hoy que ha completado con éxito la fase inicial de pruebas de oxicombustión, es decir, de quema de carbón con oxígeno. La caldera de lecho fluido circulante, de 30 megavatios, en la que se realiza el proceso se puso en marcha hace dos meses, utilizando para la combustión gas natural. Días después, el procedimiento comenzó a realizarse con aire, y a partir del 21 de noviembre, con oxígeno, es decir, aire sin nitrógeno, en un proceso que ha culminado de modo satisfactorio. Este hito es clave para conseguir el fin último de la fundación, como es el de almacenar dióxido de carbono (CO2) en rocas subterráneas.

Pedro Otero, director Técnico del Programa de Captura de CO2 de la planta leonesa ha explicado a DiCYT tras la presentación de los resultados que en estas primeras pruebas se ha logrado una concentración de CO2 del 60 por ciento en los gases de salida, frente al 14 que se produce en una combustión normal. El objetivo de Ciuden para los próximos meses es conseguir que esta variable sobrepase el 80 por ciento.

En la combustión de cualquier central térmica convencional los gases de salida tienen alrededor de un 14 por ciento de CO2 y el resto es nitrógeno, vapor de agua e impurezas. Un objetivo primordial que se ha fijado en este experimento es que esta concentración sea mucho mayor. Dadas las especiales características de la oxicombustión en caldera de lecho fluido circulante, esto sucede en la propia caldera.

El procedimiento de quema en la caldera de lecho fluido circulante tiene la ventaja que dentro del mismo proceso de combustión se eliminan gases contaminantes regulados por la legislación, por lo que no haría falta ninguna labor de filtrado adicional si una planta comercial adoptara esta tecnología en un futuro. En concreto, al necesitarse una temperatura baja (de alrededor de 900 grados) para quemar el carbón (se utiliza antracita) se generan menos óxidos de nitrogeno.

Asimismo, permite añadir piedra caliza a la caldera para retener en su interior otro material contaminante, como es el óxido de azufre. “Si al carbón que tú vas añadiendo para mantener la combustión le añades una cierta cantidad de caliza, de una fuente de calcio, los óxidos de azufre reaccionan con la caliza y, por lo tanto, se produce la fijación del óxido de azufre con el óxido de calcio, dando lugar a sulfato cálcico sólido que se incorpora a las cenizas de este hogar”. Por tanto, las emisiones se pueden controlar desde la propia caldera, ha incidido.

Etapa de purificación y compresión

Otero ha adelantado que Ciuden tiene previsto comenzar durante el primer semestre de 2012 la siguiente etapa del proyecto, como es la del estudio de la forma de purificación y compresión del CO2 resultante de este proceso de oxicombustión. “Se trata de obtener un fluido que se pueda transportar por una tubería e inyectar en un lugar donde las condiciones geológicas sean favorables, a profundidades de más de 800 metros”. Actualmente, se está construyendo la infraestructura necesaria para ejecutar este proceso, que también se realizará en la planta experimental de desarrollo tecnológico de Cubillos del Sil (León), ha apuntado.

Paralelamente, en otra planta ubicada en la localidad burgalesa de Hontomín se llevarán a cabo los ensayos de almacenamiento geológico de CO2, un prometedor método que tendrá esta zona de especiales características como campo de pruebas.

Esta planta piloto no está concebida para el almacenamiento de grandes cantidades, sino para experimentar con la inyección de CO2, ver el comportamiento de este gas bajo tierra y conocer cómo se comporta en diferentes situaciones. Se ensayarán posibles situaciones de emergencia, como puede ser una fuga dentro de la roca. “Se ha buscado una zona donde se pudiera provocar eso. Se monitoriza cómo se inyecta, cómo se puede mejorar la fijación de CO2, el almacenamiento”, ha afirmado.

Zonas preparadas para el almacenamiento

Para que un terreno sea susceptible de albergar dióxido de carbono debe tener principalmente dos características. La primera, formaciones rocosas a más de 800 metros de profundidad, con una porosidad mayor del 15 por ciento y con poros comunicados.

Asimismo, sobre esa formación es necesario que exista una formación geológica muy impermeable que haga a ese yacimiento hermético, para lo que las arcillas son el mejor terreno. “Afortunadamente, formaciones de este tipo existen en el mundo en abundancia y relativamente bien distribuidas”, ha concluido.

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