Las vacunas españolas bien posicionadas para entrar pronto en la carrera contra el coronavirus
Desde el principio sabíamos que el desarrollo de vacunas contra la covid-19 sería una carrera con más de un caballo ganador. Garantizar una buena protección a millones de personas en todo el planeta exige más de una vacuna.
La solución al reto extraordinario que supone el desarrollo de vacunas en esta pandemia ha llegado antes de lo esperado, afortunadamente. Ya tenemos más de cinco aprobadas, y otras tantas están en las últimas fases de ensayos. La ciencia española también se puso en marcha. Virólogos e inmunólogos con amplia experiencia previa comenzaron muy pronto a desarrollar una vacuna contra el coronavirus en España.
¿Era posible una vacuna española? ¿Es necesaria? En el CSIC, el mayor centro público de investigación, hay tres proyectos en fase preclínica dirigidos por investigadores que ya han pasado con creces la edad de jubilación y han decidido volver al laboratorio ante la emergencia sanitaria. En universidades, hospitales y otros centros de investigación, seis proyectos más han llegado también a la fase preclínica.
Tenemos tejido científico suficiente como para abordar el diseño y la producción propia de vacunas para no depender de multinacionales extranjeras
La duda surge cuando ya hay vacunas eficaces. ¿Por qué más? Las razones, brevemente, son múltiples: porque se necesitan más y mejores vacunas; porque se necesita llegar a todos los rincones del planeta; y —¿por qué no decirlo?— porque tenemos tejido científico suficiente como para dar el salto tecnológico y abordar el diseño y la producción propia de vacunas para no depender de multinacionales extranjeras.
Sabemos que las vacunas aprobadas evitan la enfermedad en sus síntomas más graves y tienen, en general, una alta eficacia. Pero aún no sabemos si eliminan la transmisión del virus en personas contagiadas tras la vacunación, por lo que son mejorables. Para erradicar la pandemia necesitamos, además, eliminar la transmisión. Necesitamos vacunas de las llamadas “esterilizantes”.
Una vacuna que sí evitaría la transmisión
El proyecto de Luis Enjuanes e Isabel Sola en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) es de los más innovadores. Lo denominan “virión sintético” porque, a partir del coronavirus SARS-CoV-2, han ido eliminando lo más peligroso del virus, los genes de virulencia, las armas que tiene el virus para infectar nuestras células y dañarlas y las que le permiten transmitirse con tanta facilidad. Una copia perfecta del virus, pero desarmado. Entra, pero no sale.
Luis Enjuanes e Isabel Sola (CNB-CSIC) han creado una copia perfecta del virus, pero desarmado
Lo han conseguido mediante técnicas de manipulación genética y, en el laboratorio y en animales de experimentación, los resultados han sido muy prometedores. Alta eficacia por generación de defensas y eliminación del virus gracias a anticuerpos creados directamente en las mucosas de las vías respiratorias debido a su administración nasal. Es decir, esta vacuna sí es esterilizante. Un proyecto que ya tiene contactos con la empresa BioNTech para los ensayos clínicos y producción.
Entra en las células más fácilmente
El segundo proyecto de vacuna española en fase preclínica lo dirige [el científico con raíces leonesas] Mariano Esteban, también en el CNB. Está basada en un virus Vaccinia (el que se usó para erradicar la viruela) muy atenuado, que lleva incorporado ADN de la proteína S del coronavirus. La ventaja que tiene es que a esta vacuna le será más fácil acceder a las células que a las vacunas de ARN, y es muy estable.
Ha demostrado ser 100% efectiva en ratones, y están preparando la producción en colaboración con la empresa española Biofabri. Los ensayos clínicos en humanos comenzarán en primavera y se calcula que la vacuna estará disponible a finales de este año.
Estable y fácil de adaptar a nuevas variantes
El equipo de Vicente Larraga del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC) está desarrollando una vacuna genética, basada en ADN recombinante. Larraga y su equipo tienen gran experiencia en este tipo de vacunas, ya han desarrollado una vacuna frente a la leishmaniasis canina que se encuentra en fase IV, comercializada y en fase de posvigilancia.
¿En qué se basa? En una molécula sintética de ADN como vehículo portador del gen de la proteína S y de otras proteínas del virus SARS-CoV-2. Una vez en el organismo, el ADN sintético se expresará, produciendo las proteínas del virus.
Los ensayos clínicos de la vacuna del grupo de Mariano Esteban (CNB) comienzan esta primavera
Los ensayos en ratones humanizados utilizando la vacuna con electroporación, técnica que ayuda a que la vacuna penetre en la célula, han sido muy satisfactorios, pues la eficacia ha sido del 100%. Ahora están probando técnicas más simples y asequibles que faciliten la entrada del ADN en las células. Se espera finalizar los estudios preclínicos en unas semanas, con el fin de solicitar a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios las fases clínicas 1/2 lo antes posible.
Producción industrial
El escalado industrial es un posible cuello de botella que se ha solventado, tanto por la experiencia previa con la vacuna para la leishmaniasis canina como por la optimización realizada por el grupo Zendal de forma paralela a los estudios in-vitro y preclínicos. Esta vacuna de ADN tiene la ventaja de ser muy estable y, por lo tanto, no requiere ultracongelación, facilitando tanto el transporte como la conservación. Otra ventaja es la facilidad de rediseñar la vacuna, en menos de un mes, si no es efectiva ante una nueva variante.
La vacuna del equipo de Vicente Larraga (CIB-CSIC) no requiere ultracongelación, lo que facilita el transporte y la logística
Por último, enumeramos otros proyectos nacionales de vacunas en fase preclínica desarrollados en IDIBAPS y el Hospital Clínic, uno dirigido por Antoni Torres y otro por Felipe García. David Escors lidera un proyecto de vacuna para la Fundación Miguel Servet-Navarra Biomed. En la Universidad Ramón Llull, Salvador Borrós y Cristina Fornaguera, en la Universidad de Santiago de Compostela, José Martínez Costas y Rafael Blasco en el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria.