Sobrecarga de emoción, leonesismo suave y defensa de la seguridad en León, claves de otro día de Diez alcalde

Baño de saludos una vez volvió a ser nombrado alcalde de León José Antonio Diez.

Carlos J. Domínguez

Cuando con algo de retraso el Pleno que ponía por fin en marcha la nueva Corporación municipal del Ayuntamiento de León y elegía a su próximo alcalde arrancó a las siete de la tarde, el Aula Magna de la Universidad de León, escenario novedoso, ya no estaba refrigerado como al principio porque prácticamente no había una butaca vacía.

Cuando pasadas las ocho de la tarde terminó la sesión, y el nuevo alcalde, nuevamente el socialista José Antonio Diez, repartía besos y abrazos a una larga cola de personas que pretendían ser las primeras en felicitarle, ya reinaba el calor del verano. Todo eran ya sonrisas, después de algunos momentos de cierta tensión e incertidumbre hasta certificar que no saltaba sorpresa alguna y que cada concejal de cada grupo votaba a su propio candidato para entregar a Diez otros cuatro años más el bastón de mando de la ciudad.

Entre medias, hubo algunas imágenes curiosas, como la de un crucifijo plateado que acabó extenuado de ser retirado y repuesto junto al ejemplar de la Constitución cada vez que unos ediles lo solicitaban y otros lo rehuían. O la variedad de votos distintos que recibió la fallida candidata del Partido Popular de sus propios compañeros al introducir su nombre en la urna, entre quienes la apellidaban Torre o Torres, o quienes la nombraban Margarita o Margarita Cecilia.

Ante los maceros municipales de gala, entre cuyos miembros había por fin una mujer, y los miembros de la Mesa de Edad, que presidían el veterano exconcejal popular José Antonio Cabañeros y la joven socialista Camino Orejas, fueron ciñéndose todos la banda de honor de la ciudad, recibiendo la medalla y la insignia que certifica su acta para los próximos cuatro años.

Pero antes del discurso de pretensiones y futuro del regidor, José Antonio Diez se ciñó primero al pasado, dedicando prioritariamente sus palabras a las víctimas mortales, heridas o económicas de la pandemia de coronavirus que marcó el ritmo de su anterior mandato.

Y sin embargo, no fue el momento más emotivo porque las lágrimas, por largo tiempo impidiéndole continuar, asomaron con voz entrecortada al agradecer a su mujer (“te amo”), a sus dos hijos (“os quiero mucho”) y a sus padres (“nunca podré devolverles el sacrificio que han hecho”) el apoyo ofrecido.

Lo que sobrevoló la autonomía para León

A propósito de otro sentimiento al que en estos últimos cuatro años el primer edil leonés ha servido de símbolo, el sentimiento leonesista, no estuvo tan presente en su discurso como en una parte del público que, por ejemplo, aplaudió y vitoreó cuando los cinco concejales de Unión del Pueblo Leonés (UPL) prometieron “por la autonomía de la Región Leonesa”. O cuando airearon pancartas a favor del LExit, o la Comunidad autónoma 18 para León, u otra quejándose de que la Cuna del Parlamentarismo continúe sin parlamento propio. Un leve movimiento de un policía local basto para que tales mensajes se quedaran en simbólicos, sin más tensión.

En el discurso de más de 13 minutos del regidor, hubo apenas un párrafo al sentimiento leonesista cuando comprometió en su discurso “la defensa de León y los leoneses ante todo y ante todos, defensa de nuestros derechos, sí, de todos, de nuestra identidad, de nuestra capacidad de gestión y de decisión; defensa y reivindicación de nuestro pasado, futuro y presente”. “Alzaremos la voz y llegaremos a donde tengamos que llegar para que León sea reconocida con todos sus derechos”, y eso fue todo.

Casi más tiempo dedicó al único momento en el que el guante blanco, las palabras de agradecimientos, compromiso y trabajo en común por “continuar la transformación de León”, se dejó a un lado para que Diez replicara gran parte de las críticas que en campaña recibió de casi toda la oposición, especialmente la derecha de PP y Vox, la cual se estrenaba hoy en una Corporación democrática de León con dos concejales.

Al ataque

Fue cuando habló de los retos del siguiente mandato para una ciudad “cómoda, accesible, segura, sí, muy segura, de las más seguras”, insistió, metiendo el dedo en una llaga que dejó ver lo mucho que le había dolido en la refriega electoral algunos argumentos y algunas informaciones. Por eso, acabó señalando públicamente a “quienes sólo buscan la noticia negativa, la manipulación, la tergiversación, el interés particular, la crítica por la crítica, sin darse cuenta que el daño infligido revierte en toda nuestra ciudad”.

Al final, bajo los flashes de las cámaras y después de ellos, tras los besos y abrazos, también con los muchos familiares y amigos de los nuevos concejales, y por supuesto de la amplia lista de autoridades, comenzó a regresar la normalidad más íntima en espera del inicio de un mandato en el que Diez volverá a estar en franca minoría frente al resto de la oposición, en un calco de los últimos cuatro años en los que, más por estrategia que otra cosa, acabó siendo reprobado quien dirigirá ahora otra vez el timón del Ayuntamiento de la capital.

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