Septiembre... comienza el año
Primer lunes de septiembre. Se acaban las vacaciones y comienza el año.
Esa es la sensación que muchos tenemos cada primer día laborable de este mes, ya que aún siendo todavía verano, son muchos los que se reincorporan al trabajo tras el descanso veraniego. Y al empezar el año nos marcamos objetivos: apuntarnos al gimnasio, recuperar la figura haciendo dieta, aprender de forma definitiva inglés, empezar una colección de algún tipo o empezar ese libro que siempre has querido leer. Otra que se da es la de empezar a ahorrar para las próximas vacaciones, que nunca se llena.
“Septiembre, como enero, como cada inicio de mes, son efectos simbólicos de inicio” concede el psicólogo Julio César Álvarez, de Valenda Psicólogos, que apunta que “el ser humano tiene la necesidad constante de iniciar algo”. Explica también que septiembre tiene un simbolismo mayor que otras fechas “muy unido a las reminiscencias escolares” al empezar siempre el curso escolar en este mes de septiembre.
“Necesitamos sensación de iniciar continuamente, es una necesidad colectiva, porque pretendemos iniciar y casi nunca lo hacemos, por eso siempre hay que poner una fecha para iniciar algo” prosigue Julio Cesar Álvarez que indica que supone además aplazar continuamente las cosas. Como ejemplo pone que los lunes son los días que más trabajo hay en muchas oficinas, “no es casualidad”, porque parten de la suposición de “comenzar bien la semana”, un nuevo inicio.
¿Usamos entonces el tiempo como método de satisfacción, al comenzar siempre? “Es imposible hacer todos los objeticos y cosas que deseamos” prosigue Álvarez, que sitúa en esa insatisfacción el uso de las fecha de inicio. Une a las fechas los fenómenos de iniciación, como el botellón en la adolescencia, “necesitamos la sensación de transición hacia otra cosa, es un efecto psicológico claro”.
Aunque septiembre puede ser una de las fechas claves de inicio de los humanos -apuntando al incremento de las matrículas en los gimnasios o la salida de las colecciones por fascículos- no es la única sino que se repite en el tiempo, “un efecto muy curioso” reconoce el psicólogo de Valenda.
Lo cierto que poco o nada cambia en la vida de cualquiera entre el 31 de agosto y el 1 o 2 de septiembre. Las calles siguen en su sitio y la vida continúa. Si acaso tenemos algún atasco más, alguna cola más, vuelven los políticos de vacaciones con sus promesas, con sus retos para el nuevo curso, y tenemos las fechas de vacaciones marcadas por el calendario escolar.
¿Cuál es tu objetivo para el 'nuevo año'? Si no lo cumples ahora quizás siempre puedas hacerlo el 1 de enero.