“El secreto de llegar a los 25 años es mantener el mismo espíritu con el que comencé en el 89”

Alfonso García

ileon.com

No llegaba aún a los pedales del coche y Alfonso García ya fantaseaba en el patio del colegio con todo lo que tuviera que ver con el mundo del automóvil. Esa fascinación desde chavalín no gustó en casa porque fue la culpable de que Alfonso abandonara los estudios para dedicarse a tiempo completo a su pasión, los coches, siendo culpable por otro lado, sin quererlo, su padre, Celestino García, gerente en aquel momento del concesionario oficial de Fiat y Lancia en León y de los vehículos industriales de Iveco.

“Esa relación tan directa con los coches fue lo que me despistó de los estudios”, asegura Alfonso, que aún recuerda con cierta nostalgia su primer viaje, con el permiso de sus padres, a la exposición de coches Expobierzo. Tenía 16 años y aún le quedaban dos para poder sacarse el carné de conducir pero tenía las ideas claras para empezar a trabajar con su padre en el Paseo de la Facultad, 43. Allí fue donde su relación con los coches se afianzó, después de pasar por todos los departamentos de la concesión y sus entresijos, recambios, taller, administración y por último, comercial, donde recabó finalmente.

Compraba coches para mí, con todo lo que ello significaba de exigencia, y pensando en mí los vendía

Es allí donde se encuentra cara a cara con su verdadera vocación, y con apenas 23 años no dejó pasar la oportunidad que le brindaba la vida: coger el traspaso del local que regentaba su padre, para empezar a volar solo. “Sólo tenía claro que no quería abandonar el automóvil”, añade, por lo que “capitalicé el paro y casi sin pensarlo me embarqué en hacer realidad ese sueño de niño, vender coches en solitario”. Atrás dejaba una suculenta oferta de trabajo en el Banco Herrero en su tierra natal, Asturias, y comenzaba a tomar forma Alauto, con una filosofía clara desde el principio: “Compraba coches para mí, y pensando en mí los vendía”.

Con sus ganas de trabajar, su entusiasmo y buscando siempre buenas oportunidades en los anuncios por palabras de los periódicos, Alfonso García compraba en 1989 sus dos primeros coches en Madrid, un MG Metro y un Opel Corsa para luego venderlos. “Eran coches sin pretensiones, pero con pocos kilómetros, en muy buen estado y a un precio muy atractivo”, recuerda.

Con muchas horas de autobús a sus espaldas en busca de nuevos coches que poder traer de Madrid a León, Alfonso García ponía los cimientos de su proyecto personal, aunque en su casa aún vivía una 'guerra cariñosa'. “Me llamaban desobediente, porque dejaba notas en la cocina de que había marchado a Madrid, sin más explicaciones”, recuerda con una gran sonrisa. Y de esa forma, vendiendo un coche para poder comprar otro, pagando los compromisos económicos poco a poco, la gasolina de vuelta a León, el peaje... Alfonso fue dando forma a Alauto. Sobra decir que tener una nómina no estaba entre sus aspiraciones iniciales.

Los buenos resultados hicieron que pronto Alfonso tuviera acceso a más proveedores que surtían su escaparate de vehículos prácticamente nuevos y, a la vez que crecía, lo hacía su entusiasmo por los coches seminuevos de marcas como BMW, Mercedes, Audi, Rolls, Jaguar, Ferrari...

Un Mercedes SL del año 1990 fue el que marcó el punto de inflexión que permitió a Alfonso acceder a los vehículos de gama alta, gracias a un proveedor al que jamás olvidará. “Acompañé a un amigo al concesionario, compró el Mercedes SL (el primero en llegar a León) y a raíz de esa operación me brindó coches en depósito que yo intentaría vender, algunos gordos”, apunta. De aquellas primeras operaciones recuerda que llegó a vender en León un Rolls Royce blanco y un Maserati.

Le vienen a la memoria también algunos de los valiosos vehículos que pasaron por sus manos y de los que guarda muy buen recuerdo. El Rolls Royce Silver Spur de Lina Morgan, “blanco inmaculado, impecable, con las alfombras de lana de oveja...”, los de importantes jugadores de fútbol de la época... hasta se emociona pensando en el primer Audi que pudo pagar con dinero de Alauto.

Su relación con los Ferrari merecería otro capítulo a parte. Alfonso se define como un auténtico 'ferrarista', de los que sienten la magia que desprende la escudería italiana. “Encontrar un bombón como el que encontré en 2010, con apenas 4.000 kilómetros. Verle cada día me hace sonreír”, señala.

Desde aquella primera aventura al volante de un Opel Corsa entre Madrid y León han pasado 25 años, pero mantiene intacta su lealtad con los clientes y, sobre todo, consigo mismo. “El secreto de llegar a los 25 años es seguir siendo yo, trabajar mes a mes. Estoy convencido de que si hubiera cambiado, si hubiera delegado responsabilidades, no habría llegado hasta aquí”, afirma Alfonso. Eso significa dedicarle tiempo a cada cliente, ofrecerle calidad, un trato exquisito, un precio muy interesante y sobre todo una garantía 'Alauto', es decir, de por vida. “Mimar al cliente significa que puede convertirse en 'alautista', y eso aún me llena de orgullo”.

25 años después agradece la confianza de los clientes, que aún conserva desde 1989. “En estos 25 años nos hemos sentido muy queridos y hemos conseguido ser una marca de referencia en el paisaje automovilístico”.

Desde sus actuales instalaciones en la Avenida de Europa, adonde se trasladó en 2006 en busca de un mayor espacio y mayor visibilidad de sus vehículos, Alauto se ha saltado el guión y ha roto con el lastre que arrastraban los coches de ocasión. “Los clientes ya están en modo confianza después de muchos años en modo recelo tras el boom de la venta de coches de importación”. Esa confianza se la ha ganado a base de trabajo y de saber conquistar al cliente con coches Alauto que en lo único que se diferencian de los nuevos es en el precio, a veces incluso siendo un 50% más baratos. “Un coche nuevo pierde una parte importante de su valor sólo con salir del concesionario por el IVA, el impuesto de matriculación... El secreto de Alauto está en vender coches casi nuevos ó kilómetro 0, en perfecto estado, a muy buen precio”.

25 años después, Alfonso aún trabaja con la pasión con la que comenzó porque quiere que la marca Alauto le sobreviva. No tiene una bola de cristal para predecir cómo resistirá el mercado del automóvil dentro de 15 años. La única respuesta la encuentra en su día a día. “Tratando a la gente con cariño, estoy seguro de que habrá concesionario para largo. Siendo sinceros con el cliente, un negocio siempre sale para adelante”.

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