San Guillermo, un lugar para respirar el silencio
El gusto de respirar el silencio, y el olor de la tierra mojada. El esfuerzo de una subida empinada, de más de 100 metros de desnivel (1.070 metros), que se ve recompensado de paz en la cima, interrumpida sólo por la visita de algún ciervo despistado. Una meta personal, casi diaria, que se vuelve necesidad. Para Eva el camino hasta la ermita de San Guillermo se ha convertido en su talismán de fuerza, de ánimo en momentos de desaliento, y de consuelo en los más complicados. Pero siempre como la mejor de las terapias, su paseo calma sus nervios si están a flor de piel, o los enciende cuando necesita un deshago.
Entre pinos, con el paisaje que la naturaleza regala en cada estación del año, Eva disfruta del “paseo más bonito de su Cistierna” todos los días; nieve, llueva o haga sol. “Incluso a veces antes de desayunar, cuando me despierto, siento la necesidad de caminar sobre los pasos que tantas veces he dado, 856 desde la 'fuentona' hasta arriba, concretamente desde el comienzo del camino hasta el santo. Pensando en mis cosas. O sin pensar, solo visionando la cima. Luego sumo 75 escalones más y ahí está: Mi rincón, un trocito de paraíso desde el que se puede observar la vista más hermosa de Cistierna, entre los valles. Al llegar me siento tranquilamente a respirar el silencio”, explica esta cisterniense, que considera el sendero que sube hasta el mirador como una de las principales joyas de la montaña leonesa.
Eva estudió ITM en León, y fue cuando se trasladó a la capital leonesa cuando comenzó a sentir este vacío, la llamada de su pueblo, la ausencia de los campos, del sonido de los pájaros. Por ello, una vez acabada la carrera, sin más motivo que el deseo de caminar entre las sensaciones que provoca un paseo en natura, Eva comenzó a aficionarse con este ritual. “Siempre me ha gustado mucho la montaña, y caminar por el monte. Así, sin más, un día tomé este camino como esencial en mis días”.
Deporte, paisaje, y naturaleza
Entre los árboles que acompañan el camino a la ermita de San Guillermo se pueden observar pájaros de diferentes especies que revolotean de uno a otro. Al llegar a la gruta, donde los devotos pueden venerar al santo, la leyenda de la barandilla anima al caminante a continuar hasta la cima: 'Para un alma alegre el mundo está lleno de cosas interesantes'.
Otra de las opciones de la ruta es el sendero, casi natural, que transcurre hasta un hayedo
Además, se puede tomar la vertiente de un camino que te conduce hasta dos de los picos más altos de la zona, que ofrecen miradores para el deleite de los visitantes. Otra de las opciones de la ruta es el sendero, casi natural, que transcurre hasta un hayedo.
La subida a la gruta de San Guillermo, patrón del pueblo, obliga a realizar un pequeño esfuerzo al aire libre, con una dificultad baja, y adaptado a cualquier persona gracias a un correcto acondicionamiento del lugar. Pero, sin duda, lo mejor de esta experiencia se lo lleva la mente.
“No existe un motivo concreto por el que cada día quiera hacer esta caminata. A veces lo hago sin más. Pero cuando llego, tras haber caminado deprisa, agotando las ganas de llegar, descubro el porqué. Claro que existe una razón: dicen que la felicidad también es un lugar, pues San Guillermo es el mío”.