Salir es posible

Malos tratos ojos dedos

Isabel Rodríguez

Salir de la espiral de maltrato no es fácil para ninguna mujer. La media de tiempo que soportan, antes de pedir ayuda, en una situación de este tipo puede alcanzar los 15 años, según Begoña Pérez, que trabaja como psicóloga en la Asociación de Ayuda a Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia Doméstica (Adavas). Y no es sencillo porque ningún maltratador comienza asestando una bofetada, sino que primero se encarga de encandilar a la víctima y luego juega combinando actitudes positivas –“te quiero, eres la mujer de mi vida” y negativas –maltrato psicológico y físico- para tenerla totalmente confundida. “Si el maltrato fuese constante y continuo, a la víctima no le costaría tanto salir, pero la mezcla de cosas buenas y malas le impide ver el porqué de la situación”, comenta Pérez.

Detectar la violencia, saber diferenciarse del maltratador y despojarse de una culpabilidad que el agresor intenta siempre depositar en ella son claves para salir

La psicóloga sí admite que se ha avanzado en que las mujeres reconocen cada vez con más facilidad las estrategias violentas de control, de aislamiento e imposición. Sin embargo, “el enganche emocional es muy fuerte y les cuesta ver en qué tipo de relación están metidas”, comenta. Averiguarlo, detectar la violencia, saber diferenciarse del maltratador y despojarse de una culpabilidad que el agresor intenta siempre depositar en ella son claves para salir. El tiempo juega en contra pues cuanto más esté una inmersa en una situación de maltrato las secuelas serán más graves y más complicado será tomar conciencia, pero nunca es tarde.

Rosa María Sánchez es la responsable del Centro de Emergencias para mujeres y menores víctimas de violencia de género ubicado en Ponferrada. Es el único de la provincia y a él acuden mujeres de toda la comunidad –en Castilla y León hay otros tres ubicados estratégicamente- en situaciones de emergencia derivadas por la Policía, Guardia Civil, Hospitales y centros de salud, Juzgados de Guardia y los centros de la mujer de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social.

Los niños también llegan un poco desorientados, por lo que intentamos normalizar su situación, escolarizarles si hace falta y apoyarles con psicólogos

“Todas llegan con una carga de angustia grande porque después de sufrir una agresión física o verbal tiene que salir de su casa, a veces acompañada de sus hijos, para ir a un lugar extraño”, explica Sánchez. La característica común a todas ellas es la baja autoestima, pero también el miedo y la intranquilidad. Por eso, entrar en una casa ajena es un motivo de inseguridad más, pero encontrarse con otras mujeres que han pasado por una situación similar las ayuda a desahogarse.

Muchas de ellas acuden con sus hijos, hasta el 30 de octubre de 2011 habían pasado por el centro de Ponferrada 678 mujeres y 615 menores. “Los niños también llegan un poco desorientados, por lo que intentamos normalizar su situación, escolarizarles si hace falta y apoyarles con psicólogos”

Con la crisis han aumentado las situaciones de vulnerabilidad, cada vez nos solicitan cubrir necesidades básicas de alimentación o de material escolar...

Sánchez, que lleva al cargo del centro desde que se abrió en 1999, asegura que ahora llegan mujeres con problemáticas añadidas al maltrato como trastornos mentales y problemas derivados del consumo de alcohol y drogas, por lo que la intervención es más larga. Además, señala que la crisis económica ha hecho mella. Del total que pasaron hasta noviembre, el 86% dependía económicamente del presunto agresor y ninguna tenía trabajo estable. “Han aumentado las situaciones de vulnerabilidad, cada vez nos solicitan cubrir necesidades básicas de alimentación o de material escolar...”.

Para entrar en el centro no se requiere que la mujer haya interpuesto una denuncia, aunque se recomienda. “Es importante que el agresor no quede impune”. Con 443. León es la provincia de la comunidad con más denuncias de este tipo. Después, la vida transcurre con la normalidad que la situación permita. “Si es de Burgos, por ejemplo, y no hay peligro de que sea localizada, puede hacer vida normal; si hay nivel de riesgo, limitamos las salidas”, explica Sánchez.

Una vez que la emergencia pasa, las mujeres pueden ser derivadas a pisos de acogida –en la provincia existen cuatro, tres en la capital y uno en El Bierzo-, aunque algunas recurren a su familia o van a vivir solas si el agresor tiene una orden de alejamiento. El 59% de las mujeres que este año pasaron por el centro lo abandonaron voluntariamente, y de estas solo un 3% volvió con el agresor.

Para Sánchez incidir en la información es esencial para fomentar la concienciación del problema, aunque asegura que se ha avanzado mucho. “Antes era un problema familiar y ahora ha pasado a ser un problema social”, señala. La psicóloga de Adavas con la que comenzábamos este reportaje está de acuerdo. “Hay que trabajar mucho en la prevención y en la educación, es muy importante orientar y educar tanto a chicas como a chicos en otro tipo de relación, trabajar la identidad de hombre y mujer, la independencia efectiva y desmontar todos los mitos del amor romántico”, subraya Pérez.

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