Ramiro Gómez, camionero leonés 'atrapado' en Sierra Leona: “Hubiéramos arrojado la toalla si no estuviéramos unidos y fuertes”
El día comienza temprano en la pensión en la que residen los seis transportistas españoles que se encuentran en una situación irregular en Sierra Leona desde el pasado mes de enero. Dos de ellos, Ramiro y José son los que tienen una agenda más 'intensa' en su día a día en la ciudad de Freetown. Ellos se desplazan prácticamente a diario al centro para encontrarse con Pedro, un español que reside desde hace cuatro décadas allí, y que les ayuda en todo lo que puede para intentar salir de su complicada realidad.
“Nos reunimos con él y empezamos el peregrinar de institución en institución, de ministerio en ministerio y de policía en policía y así pasamos prácticamente todo el día”, comenta. Más tranquilo y también más tedioso es el día a día del resto de compañeros. “Suben a sus habitaciones, miran un poco el correo si pueden y se van a dar un paseo, vuelven, pasan otro rato en la habitación, otro paseo y así se pasan el día. Eso se hace muy pesado porque José y yo al menos estamos entretenidos y no nos aburrimos”. Se alojan de dos en dos. Por cada habitación pagan diariamente unos 16 euros, 80.000 leones, y por la noche comparten la única comida 'de verdad' que hacen cada día.
La comunicación con las familias se hacía, hasta hace días, principalmente por wassap, “porque tampoco hay para más. El Skype en la zona en la que estamos no tiene apenas cobertura. Antes tuvimos Internet pero ahora no y por wassap es más complicado pero es lo que hay. No hay otra cosa”, resume. Eso sí, la repercusión mediática que ha tenido su caso ha propiciado contactos familiares durante sus comparecencias en distintos medios de comunicación.
Lo más duro de esta intensa experiencia que, tras un contrato laboral fallido, les mantiene pendientes de su documentación y de los camiones que llevaron a Sierra Leona para trabajar en una cantera, es para Ramiro y el resto de sus compañeros -no duda al responder- estar alejado de la familia. Pero reconoce que en esta vida “de todas las cosas se saca algo” y subraya “el cariño que nos hemos cogido. De los seis yo sólo tenía relación fuerte con una persona y con otra de hola y adiós. Lo positivo es la unión y la fuerza que tenemos; si no, hubiéramos arrojado la toalla hace tiempo. Nos hemos dado fuerzas unos a otros en los momentos delicados y ha habido crisis porque si la convivencia con los tuyos ya es difícil, con gente que no has tenido nunca un trato del día a día es más complicado todavía”.
La escasez de recursos y los gastos obligados como la comida o el transporte, que deben hacer en taxi o en moto porque viven en la periferia, merman sus posibilidades de movimiento. “No tenemos medios económicos para hacer turismo y tampoco hemos venido aquí a eso”, concluye.
Desde España
El día a día tampoco es fácil para quienes están pendiente de ellos y de la evolución de los acontecimientos en España. Ana Martínez, la pareja de Ramiro y madre de una niña de tres años y medio, no oculta que la situación económica que atraviesan las familias que pensaban que iban a disponer de unos recursos que nunca llegaron es “terrible”. “Estamos viviendo gracias a las ayudas de la familia. No tengo trabajo y ahora mismo no recibo ningún ingreso”, explica.
A Ramiro, dice, “a veces le encuentro un poco más animado otras menos. Psicológicamente le veo muy afectado y tengo miedo de que aparte de afectarle físicamente le afecte de ora manera. Es muchísima presión la que tiene. A mi algo así me marcaría para siempre y creo que será imposible que la vida pueda volver a ser normal”, relata.
La ausencia también le toca directamente a la pequeña Sofía. “Cuando se marchó no tenía tres años y ya ha empezado el cole. Es una niña especial, con reacciones que me hacen sufrir porque parece que no pero se da cuenta de todo perfectamente y dice cosas que me dejan helada. Se acuerda de cuando su padre estaba aquí y pregunta si no viene porque está enfadado y habla de él como que va a venir dentro de un rato”.
Como el resto, Ramiro se fue a Sierra Leona, “porque económicamente estábamos mal. Se fue con mucha ilusión porque pensó que era una salida y es una pesadilla. Es algo terrible que estamos viviendo. A veces ves un poco de luz y otras parece que no hay salida”, comenta a la espera de que la presencia del embajador la próxima semana en el país para reunirse con varias instituciones pueda traerle buenas noticias.