Morir por enseñar

El maestro Tomás Toral junto a sus alumnos de Valderas.

Marta Cuervo

Existen cuentos para no dormir, leyendas heroicas, fábulas felices, tristes, y relatos que dan mucha rabia, que hacen sentir indignación. Pero, como se suele decir, en muchas ocasiones la realidad supera la ficción. Enrique Berzal de la Rosa y Javier Rodríguez González, autores del libro 'Muerte y represión en el magisterio de Castilla y León', saben lo que significa que la piel se ponga de gallina al escuchar a un nieto o al hijo de una víctima, la historia de su familia, de cómo su abuelo, su padre, su marido o el profesor de su pueblo, durante la Guerra Civil y los primeros años de posguerra, fue injustamente asesinado tan sólo por querer desarrollar su trabajo, por enseñar a los niños.

José Tabernero Bullón era maestro en Covaleda, Montenegro, Duruelo y Molinos de Razón, pueblos de la provincia de Soria. Fue acusado de haber roto el crucifijo en clase, y como no era cierto, él mismo se entregó para demostrarlo. Los falangistas lo ejecutaron de manera extralegal. Su viuda tuvo que dejar a los hijos en el orfanato porque no tenía dinero para alimentarlos. Días más tarde, la mujer recibió la carta de una madre desolada por el fallecimiento reciente de su hijo, de apenas 25 años; y es que éste, falangista en Soria, había muerto de pena, incapaz de superar el cargo de conciencia de haber matado al profesor que le había enseñado a leer y escribir.

Un falangista de 25 años murió de pena, incapaz de superar el cargo de conciencia de haber matado al profesor que le había enseñado a leer y escribir

Otra historia impactante es la de Rufino-Felipe Gómez Escribano, que cuando estalló la guerra llevaba tres años ejerciendo; tenía 27 años, estaba casado y con una hija. Los falangistas lo fueron a buscar por sus ideas republicanas y tuvieron que apartar a los niños para poder subirle a la camioneta que lo conducía a la muerte. Finales como estos, desgraciadamente eran muy comunes en Castilla y León en esos años, y las mujeres no corrían una mejor suerte. Enrique Berzal de la Rosa señala que “hay muchas maestras y educadoras represaliadas, y aparecen en el libro. En Palencia, por ejemplo, hay una historia de una maestra, Sofía Polo, que tuvo que esconderse para que no la atraparan los falangistas pero que luego fue descubierta y la fusilaron. Otra es la de la 'Pasionaria del Pueblo gallego', Enriqueta Otero, que dio clase en Soria y fue represaliada, y cuya vida es de novela”.

Profesores represaliados en la provincia de León

Javier Rodríguez, en su capítulo dedicado a nuestra provincia, relata cómo en “el Campo de Fresno se produjo en octubre de 1936 la muerte de 40 personas; entre los muertos figuraban varias personas ligadas de una u otra forma al sector de la educación como Pío Álvarez Rodríguez (encargado de la Biblioteca de la Fundación Sierra Pambley en León, y de la Biblioteca Azcárate), Julio Marcos Candanedo (maestro del Grupo Guzmán el Bueno de la capital y Luis Vega Álvarez (Inspector de Primera Enseñanza)”.

Rodríguez: En la provincia leonesa existe constancia de 45 profesores fusilados, pero se estima que han sido muchos más

En Lario fue paseado el maestro Primo Demaría Casares, natural de Posada de Valdeón, una de las personas que fue arrojada al conocido como 'Pozo Grajero' de Lario, localidad situada en los Picos de Europa. “Primo Demaría Barales, hijo del maestro de Posada de Valdeón, ha ayudado a la identificación de los huesos hallados gracias a la información sobre los hechos que le dio su madre, Asunción Barales Ordás, mujer de Primo Demaría Casares. Asunción, que estaba embarazada, fue llevada al pozo pero gracias a los ruegos de su marido no fue ejecutada. Se da la circunstancia de que el hijo que esperaba fue quien nos contó lo sucedido.

Asunción falleció dos meses antes de descubrirse los restos, en noviembre de 1998“ argumenta Rodríguez, quien añade que ”en la provincia leonesa existe constancia de 45 profesores fusilados, pero se estima que han sido muchos más ya que, la relación de maestros paseados no está cerrada; en los últimos años la apertura de fosas está añadiendo nuevos nombres“. Otros nombres de docentes que murieron fusilados son: Dulsé Álvarez Álvarez (de la Majúa, ”paseado“ en San Emiliano), Cayo Otero Jalón (de Moral del Condado) y Nicolás Ufano Calvo (de Villamorisca).

De los 1.200 educadores represaliados y 200 fusilados en Castilla y León, todos fueron juzgados, menos los paseados, es decir, “ejecutados de manera extralegal, que fueron bastantes. Hay, seguramente, más casos de estos últimos que, por falta de documentación, no hemos podido constatar” comenta Enrique Berzal. “Los paseos fueron la manifestación de una violencia que no pasó por ningún tipo de juicio previo, la obediencia a cualquier tipo de ley fue sustituida directamente por las armas” explica Javier Rodríguez.

Cómo se ha llevado a cabo el análisis y por qué

“El estudio parte de una iniciativa de la Fundación 27 de Marzo y cuenta con subvención del Ministerio de la Presidencia, en total nos ha ocupado año y medio. El objetivo era recopilar en un solo libro todo lo que hasta el momento se conoce sobre la represión del colectivo docente en la Comunidad, poniéndolo al día, pues creíamos que era ésta una laguna importante en los estudios historiográficos de Castilla y León. De ningún modo hemos agotado el tema, queda mucho por investigar y esperamos que este libro dé pie a nuevas investigaciones de carácter provincial, local o regional”, concluye Berzal.

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