Quinientos años de la primera vuelta al mundo: el triunfo de una empresa imposible

La Nao Victoria, primera en dar la vuelta al mundo con Juan Sebastián Elcano. // PedroVQ / Wikipedia

María Dolores Higueras Rodríguez (SINC)

La navegación oceánica a la que España se vio abocada por el Tratado de Tordesillas en 1494 [donde prácticamente los españoles y portugueses se repartieron el mundo a explorar mediante una línea divisoria] supuso un impresionante desarrollo de técnicas e industrias necesarias para el armamento de nuevos buques, la maquina más compleja de la época.

Por otra parte, también se llevó a cabo una radical transformación de la actividad náutica, prácticamente gremial en la Edad Media, hacia una gran empresa de Estado, en la que la creación de la Casa de la Contratación de Sevilla por parte de la Corona será un instrumento esencial.

Muchos historiadores comparan este impresionante desarrollo científico y técnico de la España del siglo XVI, con el que se necesitó para alcanzar la Luna en el siglo XX. Ambas, la Carrera de Indias y la carrera espacial, fueron realizadas por naciones punteras en su época.

Las dos estuvieron impulsadas por motivos estratégicos y económicos, y fueron el motor de un impresionante desarrollo tecnológico. Ambas fueron consideradas empresas imposibles por muchos de sus contemporáneos, pero resultaron grandes éxitos de alcance mundial que ofrecieron imágenes inéditas y definitivas del planeta que habitamos.

En ese contexto, el éxito de la Expedición al Maluco [islas Malucas con valiosas especias, en Indonesia], que culminó con la primera vuelta al mundo en septiembre de 1522, responde a un esfuerzo colectivo de colosales dimensiones. También es ejemplo de la capacidad de organización del Estado moderno y de la importancia de la iniciativa privada en las grandes empresas de la época.

Aunque, sin duda, sus dos grandes protagonistas fueron Magallanes y Elcano, cualificados y expertos marinos con gran capacidad de mando. Dos visionarios que buscaban la gloria y nos mostraron una nueva imagen del mundo.

La muerte de Magallanes en Mactán (Filipinas) deja inconcluso su objetivo de alcanzar las Molucas y será el gran marino español Juan Sebastián Elcano el que, al mando de una menguada flota, lo consiga.

La decisión imprevista y crucial de Elcano

El liderazgo de Elcano supone un giro gigantesco para el tornaviaje de aquella flota de la especiería, tan maltrecha que no tiene más opción que emprenderlo por la llamada ruta portuguesa. Fue una desesperada y peligrosa opción que Magallanes nunca hubiera tomado, pues considerado un gran traidor por su patria de origen, su vida hubiera peligrado gravemente.

De haber sobrevivido Magallanes, la primera vuelta al mundo habría tenido que esperar y quizá la propia expedición, intentando el tornaviaje por el Pacifico se hubiera perdido para siempre, sin dejar memoria de sus logros.

Una vez cargadas las especias en las Molucas, Elcano tomó una decisión crucial: volver a España por las aguas portuguesas del Índico y dar la vuelta al mundo, en lugar de regresar por el Pacífico y el Atlántico. / Cuadro 'Primus circumdedisti me“ de Augusto Ferrer-Dalmau / Museo Naval

En cualquier caso, Magallanes y Elcano son inseparables protagonistas de esta epopeya fabulosa. A Magallanes le corresponde el merito de la idea, el hallazgo del estratégico estrecho interoceánico que hoy lleva su nombre y la primera navegación de europeos por el Pacifico entre América y Asia.

A Elcano, la peligrosísima navegación hasta localizar las Molucas, la negociación de la adquisición de las ansiadas especias, cuya venta sufragaría al retorno a España la totalidad de los cuantiosos gastos generados por la expedición, así como las negociaciones diplomáticas con los reyezuelos de la zona para asegurar el suministro de esta valiosa mercancía en futuras expediciones.

Pero sobre todo se le debe la decisión y culminación del tornaviaje, una decisión que conlleva navegar con éxito el interminable laberinto de islas del océano Indico, el “Gran Mar” para los indonesios, y para escapar al acoso portugués, navegando por el paralelo 40 del Indico Sur, la terrible ruta de los 40 Rugientes, uno de los corredores náuticos más peligrosos e inhóspitos del planeta.

Elcano logro navegar esta infernal derrota [dirección que llevan las naves], más de 12.800 millas náuticas, con su pequeña y dañada nao Victoria, con los escasos tripulantes hambrientos y enfermos, logrando culminar en tan precarias circunstancias la primera vuelta al mundo, plenamente consciente de la magnitud y trascendencia de su gesta.

Ambas derrotas, la de Magallanes y la de Elcano merecen la gloria. Ninguna existiría para la historia sin la otra, pero solo la culminación de la vuelta al mundo encumbro la expedición del Maluco a la cima de las más importantes gestas marítimas de la humanidad.

Nada más llegar a Sanlúcar, Elcano (a la izquierda en la composición justo encima de este párrafo) escribió al rey Carlos I una carta donde ponía: “Sabrá vuestra alta majestad que hemos llegado 18 hombres solamente con una de las cinco naves que mandó a descubrir la Especiería con el capitán Fernando de Magallanes (derecha), que gloria haya [...] y lo que más hemos de estimar y tener es que hemos descubierto y redondeado toda la redondez del mundo, yendo por occidente y viniendo por oriente”.

Aunque, por otra parte, esta extraordinaria hazaña náutica es, como todas las grandes empresas de descubrimiento marítimo de la época, un crisol de la disposición del hombre frente al riesgo y la adversidad, mostrando en esta aventura, física y moral, muy diversas actitudes, sentimientos y valores: autoridad, poder, liderazgo; totalitarismo frente a democracia; honor, lealtad, o traición; altruismo y solidaridad, o ambición; rebeldía o sometimiento; fortaleza moral, estoicismo, valor, o cobardía y crueldad; a la vez que solidaridad, ejemplaridad, emoción, espíritu de superación, entre muchas otras.

Dos días después de llegar a Sanlúcar, el 8 de septiembre se produce el “Regreso a Sevilla de Juan Sebastián Elcano en 1522”, como muestra este cuadro de Elías Salaverría. / Museo Naval

Todas estas actitudes y valores presentan, sin duda, rasgos de gran modernidad, porque este mágico y misterioso proceso de la evolución humana camina muy lentamente, y en estos comportamientos y cualidades reconoceremos con facilidad al hombre contemporáneo.

Esta gran gesta española, de alcance mundial, esta “empresa imposible” para sus contemporáneos, culmino sin embargo con éxito. Sus logros, además de cambiar la imagen del mundo conocido en el siglo XVI, abrieron incalculables posibilidades a la globalización por la mar y a la comunicación de todos los pueblos del planeta Tierra.

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María Dolores Higueras Rodríguez fue directora técnica del Museo Naval y directora científica del libro 'La vuelta al mundo de Magallanes-Elcano: la aventura imposible 1519-1522' publicado por el María Dolores Higueras Rodríguez CSIC | Artículo suministrado por la Agencia SINC

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