'Padre no hay más que uno 3': son niños, no tontos

Un fotograma de 'Padre no hay más que uno 3'.

Antonio Boñar

Santiago Segura y sus taquillazos de verano parecen haberse convertido en una constante del cine español desde que Padre no hay más que uno (2019), la primera y sin duda más salvable de la saga, recaudara cerca de 14 millones de euros. Los números están ahí y después llegarían la segunda parte, con 11 millones de euros, ¡A todo tren! Destino Asturias (2021) con ocho millones, y finalmente la cinta que nos ocupa y que en solo unos días desde su estreno ya ha dado claros síntomas de convertirse en el nuevo blockbuster del cine patrio. Son todos filmes de muy discutible calidad y a los que cuesta encontrar algún valor cinematográfico, pero también capaces de atraer público a las heroicas salas de cine con precisión estival e indiscutible efectividad.

Con Padre no hay más que uno 3 estira el chicle de las peripecias de la familia de ficción que se ha montado hasta limites bochornosos. Ya no queda ningún atisbo de aquellas pequeñas pinceladas de humor mínimamente gamberro y original que encontrábamos en la primera parte y el nuevo guión está escrito como quien hace tornillos en una factoría, con rutinaria desidia. No se trata de pedirle algún recurso cinematográfico fuera de lo común, sabemos a lo que vamos, pero a su vulgar tono televisivo en la forma se unen unas cuantas situaciones que son resueltas sin ninguna gracia o unos diálogos tan ñoños e impostados que causan rubor.

Santiago Segura decide no arriesgar lo más mínimo, ha encontrado la fórmula del éxito y se trata de seguir alimentando la gallina de los huevos de oro. Nada que objetar al afán recaudador, pero tampoco podemos celebrar su falta de riesgo creativo o la ausencia total de audacia en su propuesta. Está muy bien que la gente se refugie al abrigo del aire acondicionado de las salas de cine mientras afuera se quema el mundo, pero eso no quita que también tengamos que decir que su película es insustancial y aburrida.

No hace mucho escribía en este mismo periódico sobre esa estupenda oda a lo políticamente incorrecto que es Llenos de gracia (2022), donde nos encontramos a unos niños que hablan y se comportan de forma totalmente creíble, sinceros y tiernamente provocadores, genuinos. Pues bien, ese filme que busca la autenticidad y respeta la inteligencia del espectador estaría en las antípodas de Padre no hay más que uno 3. Recordemos: son niños, no tontos.

___Puedes encontrar a Antonio Boñar en su cuenta de Twitter.

cuenta de Twitter

Etiquetas
stats