Objetivo del CSIC: mejorar los resultados pese a la crisis.

Dicyt

El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tiene nuevo director. Juan Bautista Arellano Martínez sucede en el cargo a Rafael Martínez-Carrasco Tabuenca y asume esta responsabilidad para los próximos cuatro años. Por delante tiene el reto de mantener y aumentar la excelencia investigadora en un contexto complicado, porque la crisis económica también está afectando a la ciencia. En una entrevista concedida a DiCYT explica que aumentar la visibilidad del instituto y su relación con la Universidad de Salamanca y empresas son algunas de las claves para lograrlo.

Arellano estudió en la Universidad de Granada y realizó su tesis doctoral en la Estación Experimental del Zaidín, un centro de Ciencias Agrarias también perteneciente al CSIC. Más tarde pasó por la Universidad de Glasgow (Reino Unido), la Universidad de Umeå (Suecia) y la Universidad de Girona. En el año 2000 llegó a Salamanca con un contrato posdoctoral, consiguiendo en 2001 una plaza de científico titular en el IRNASA. “Mi actividad científica ha estado siempre ligada a la fotosíntesis en plantas y otros organismos. Dentro de esta línea de investigación, he abordado estudios bioquímicos de estrés por metales pesados y altas intensidades de luz, junto con otros relacionados con respuestas de defensa en plantas frente a la formación de especies reactivas de oxígeno”, señala.

En su nuevo cargo, tendrá que dialogar con todo el personal del instituto, asegura, “con el fin de optimizar todos los recursos que tenemos”. El reto principal del IRNASA es “alcanzar la senda de excelencia científica que nos pide el CSIC, estamos luchando para estar ahí, aunque es cierto que la crisis está obstaculizando nuestros planes dada la dificultad cada vez mayor que hay para captar fondos y recursos humanos”. En cualquier caso, el objetivo es “aumentar nuestros índices de producción científica y la captación de fondos”, que son los indicadores que marcan dicha excelencia. “Somos como una empresa y nuestro producto es el conocimiento que generamos para dar soluciones científicas y técnicas a necesidades socioeconómicas que puedan plantearse, siempre en consonancia con un desarrollo sostenible”, apunta Juan Arellano.

Líneas de investigación

En la búsqueda de ese conocimiento, hay varias líneas de investigación prioritarias, aunque todas relacionadas con el desarrollo sostenible de sistemas agrosilvopastorales. Una línea se ocupa de las parasitosis en animales y de las zoonosis, también transmisibles al hombre, “desarrolla kits de diagnóstico y vacunas antiparasitarias, y tiene importantes lazos con universidades y empresas, así como un gran compromiso con la cooperación para el desarrollo”, comenta el director. Otra línea estudia estrategias de prevención y remediación de suelos y aguas contaminadas por pesticidas y elementos tóxicos, lo hace un equipo “muy competitivo” que actualmente recibe fondos de la Unión Europea. “Hay otras dos líneas que trabajan en la interacción entre plantas y microorganismos, y que aportan conocimientos sobre las bases moleculares de los beneficios que los microorganismos pueden proporcionar al desarrollo de las plantas y, si hablamos de especies agrícolas, a la mayor producción de cereales u otras especies de interés agronómico”. Algunos investigadores de estas líneas mantienen de forma continuada convenios con empresas y están muy comprometidos con la transferencia tecnológica. Finalmente, hay otro grupo, “en el que me incluyo”, comenta el director, perteneciente a línea de estrés abiótico, que analiza “los efectos que el cambio climático y otras situaciones de estrés están teniendo en el desarrollo y producción de ciertas especies agrícolas”.

Precisamente, el contacto con las empresas es uno de los retos del instituto. Un ejemplo de colaboración con empresas es el grupo que trabaja en parasitosis, que además ha logrado varias patentes en los últimos años; y otro es el grupo de pastos, que trabaja con cultivos energéticos y biofertilizantes, y que tiene varios convenios con algunas compañías de este sector.

Biorreactor único en Castilla y León

Para afianzar esta relación con las empresas, el nuevo Servicio de Biología Molecular puede ser un factor importante. “Tenemos un biorreactor con una capacidad de 50 litros que es único en Castilla y León, y que puede dar servicio a empresas u OPIs [organismos públicos de investigación] que necesiten producir proteínas recombinantes a media-gran escala”, destaca.

Otro servicio del instituto, también muy relevante, es el de Análisis e Instrumentación, el cual ofrece a los agricultores de la provincia de Salamanca un servicio exterior de análisis, subvencionado en parte a través de convenios que el IRNASA mantiene con la Cámara Agraria Provincial y la Diputación de Salamanca. “Entre estos análisis destacan los de suelos y cereales, mediante los cuales los agricultores pueden saber el estado nutricional de sus tierras y el aporte de fertilizantes que requieren, además de conocer parámetros de calidad del grano cosechado con la aplicación de tecnología de infrarrojos”, indica Arellano.

Por otra parte, el IRNASA posee una finca de 70 hectáreas en la que se pueden acotar parcelas para que empresas interesadas puedan realizar estudios de semillas y abonos. Lo mismo ocurre con los invernaderos del centro, idóneos para llevar a cabo ensayos controlados.

Empresas

La relación con las empresas es clave para compensar la falta de recursos que conlleva la crisis económica. Además, “aunque el número de proyectos pueda ser similar, los fondos económicos para cada proyecto se han reducido”. Por eso, el director apuesta por “ampliar miras” y fijarse en la Unión Europea. “Tenemos dos proyectos transfronterizos con Portugal y hay investigadores que están solicitando proyectos dentro de otras convocatorias del VII Programa Marco de la Unión Europea, aunque es una vía compleja y llena de una gran carga administrativa que exige unirse a investigadores de otros países y empresas”, asegura. También, “nos enfrentamos a una situación en la que el número de plazas de Científico Titular convocadas por el Ministerio de Ciencia e Innovación se ha reducido en los últimos años. Sirva como ejemplo que en 2007 se convocaron 250 plazas de Científico Titular, mientras que en el vigente año se han convocado tan sólo 30, así que ”el recorte es muy sustancial“, afirma.

En este sentido, hay “grupos de investigación muy comprometidos con el instituto que se preocupan de captar fondos y capital humano. Estos son los grupos que hay que potenciar principalmente, ya que son los motores del instituto”, indica, destacando a su vez la labor de gestión, poco agradecida y cargada de trámites, que a veces deben realizar para mantener de forma constante la financiación y el personal contratado. El apoyo a estos grupos con técnicos y ayudantes es importante, puesto que “posibilitan que la actividad investigadora se pueda optimizar”. También debe mencionarse que el personal investigador en formación y en prácticas es “savia de nuevo conocimiento” que viene “con nuevas ideas” y que tienen “una gran energía y entusiasmo que hay que mantener, y que por tanto deben incorporarse a estos grupos motores del instituto”.

Sin embargo, para hacer que estos nuevos investigadores en formación y en prácticas puedan venir en mayor número es imprescindible aumentar la visibilidad del IRNASA, otra de las apuestas de Arellano. “La visibilidad pasa por aumentar la relación con la Universidad de Salamanca, tenemos varias unidades asociadas y proyectos conjuntos, pero deberíamos participar en programas de posgrado y de máster, porque son la vía para tener un mayor contacto con el alumnado, que es la fuente de donde podemos captar el personal investigador en formación”, comenta. El Centro Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (CIALE) es clave en esta relación: “Hay que establecer más lazos, es fundamental que los dos únicos centros de Ciencias Agrarias ubicados en Salamanca tengan más proyectos en común”.

Mayor visibilidad

La visibilidad también se puede aumentar por la vía de internet. “Las nuevas herramientas como Youtube o las redes sociales son otra manera de promocionar el instituto. Para un investigador que tiene interés en divulgar su actividad científica, internet le permite llegar a cualquier lugar del mundo”, apunta.

En este sentido, es importante que la sociedad también descubra la utilidad del IRNASA. “Quizá un ciudadano no vea de forma inmediata los progresos que logramos, pero nuestro objetivo es tener también un desarrollo sostenible en el entorno. Salamanca está muy relacionada con las dehesas, y es oportuno que la población rural no deje estas zonas. Asimismo, es una zona muy productiva de cultivos de cereales y maíz, y algunos esfuerzos que realizan nuestros grupos están relacionados con investigación en biofertilizantes”, que deben sustituir paulatinamente a los abonos convencionales, según la normativa europea.

El campo está vinculado a estos avances en la investigación, pero “también la investigación básica que realizamos en el IRNASA es fundamental para conocer más sobre aspectos de la fisiología, biología y bioquímica de la plantas y microorganismos”. En este aspecto no se ve una aplicación inmediata, pero “estudiar las bases moleculares de muchos de estos procesos sirve para saber cómo se comporta un cultivo frente a un estrés ambiental o cómo se puede mejorar su producción. En definitiva, ”la mejora de los procesos agropecuarios y con ello cuestiones como evitar que la población que se dedica a estas actividades decida dejar de hacerlo tiene mucho que ver con la investigación que realizamos en el IRNASA“, afirma.

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