Notas para la felicidad de tus hijos

OLGA VIOLINISTA

Nuria V. Martín

Toco el violín porque me ayuda a sentir

La historia de Olga es como una melodía compleja pero con una armonía muy estudiada. Esta ucraniana a los siete años empezó a tocar el violín, a los diez aprendió piano y a los trece ya se puso a estudiar música. Como su madre era directora de la biblioteca pública y su padre pintor siempre estuvo en contacto con las Artes. Después de estudiar en una escuela de Música especializada durante siete años su interés por la Música seguía in crescendo, así que fue al conservatorio, donde grandes compositores de Ucrania eran sus profesores. En más de una veintena de años de formación pudo aprender que todas las personas tienen capacidades para crear su propio sonido. Que la música se crea gracias a uno mismo.

Sonidos del Este

Olga nunca quiso ser una artista en el mundo de la música, no sólo por lo difícil que resultaba hacer una carrera musical en un país del Este, sino porque además ella se movía al ritmo de las cuerdas de su violín por la curiosidad del conocimiento de la Filosofía, las Artes y la Historia. Se hizo directora de una escuela de Música con el único objetivo de conseguir que cada niño al que le gustaba se pudiera acercar a ella, independientemente de las capacidades que demostraran, ya que lo principal para aprender este arte es el interés. Tal como defendía en su día el compositor ruso Dmitri Kabalevsky, conocido por obras como “Pedro y el Lobo” o “Romeo y Julieta”, que luchaba por implantar la Música en los sistemas educativos de primaria, secundaria y las propias escuelas de Música, donde buscaba que fuera un derecho para todos los niños.

La Música ayudó a sobrevivir a muchos de sus alumnos

Siguiendo el compás de la vida de Olga llegamos hasta Leningrado, donde presentó su tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y fue ahí donde decidió estudiar Estética de la Música, lo que en la Unión Soviética se conoce como la ciencia sobre la belleza que hay en el interior del Arte y la Cultura. Sin embargo, por circunstancias personales terminó estudiando Derecho con un lema claro: Música para todos, Derecho para todos. Y como ya hiciera en su anterior trabajo, se centró en los más pequeños, concretamente en los huérfanos y niños problemáticos, a los que prestó sus servicios para darles un futuro e intentar prevenir que otros corrieran la misma suerte. Pero su ansia por conocer y, sobre todo, por ayudar a los demás le llevó a estudiar Psicología para potenciar las capacidades de las personas por medio de la musicoterapia.

El ritmo latino

La idea de zambullirse en la diversa cultura española le ayudó a meter su, desde hace 45 años, inseparable violín del S. XIX en la maleta hace cinco años y llegar a León siguiendo, más que los pasos, la voz de su hijo que se vino a estudiar a la Universidad y conseguir ser un cantante profesional. Olga intentó ser jurista en nuestro país, pero se dio cuenta de que, en comparación con el Este, los Derechos Humanos están más regulados y protegidos, y creyó que su labor estaba en la Cultura. Retomó su faceta de profesora y se adaptó a la nueva tonalidad que la rodeaba. Empezó dando clases a domicilio y después montó su propia oficina de Música, donde recibe a los alumnos de manera individual.

La melodía del tiempo

Se puede enseñar a los niños desde los tres años a tocar los instrumentos, pero en ese caso los padres deben tener ya previo contacto con la música. Para ello Olga proporciona clases para los padres, para que a través de ellos los pequeños aprendan. De todos modos, es recomendable que los niños empiecen con seis años con el violín y el piano con juegos, a los siete con actividades que estudien al niño en sí mismo para conocerle bien y a los ocho por medio de la amistad con otros niños.

Sin duda, la mejor herramienta para aprender Música es el interés, y la responsabilidad de Olga, como profesora, es mantener motivados a los alumnos, que con el tiempo quizá se frustran. Lo consigue con clases basadas en el respecto y la confianza mutua, sin ser una figura superior. Ella es su apoyo. Su metodología consigue que sean los niños los que organicen su vida ellos mismos. Les educa para escuchar, mirar la postura, hacer sonido, contar, cantar, coordinar movimiento, concentrarse en detalles pequeños que contienen mucha información, además del futuro trabajo en equipo en el que se coordinan con otros músicos psicológica y rítmicamente, persiguiendo una misma idea colectiva.

Olga no quiere que los alumnos toquen correctamente, quiere que lo vivan. La música provoca sentimientos y emociones que crean una reacción en el alma y en la personalidad. Es por ello que este arte enfatiza la empatía y la tolerancia, desarrolla la paciencia, ejercita la memoria, mejora la motricidad, crea nuevas conexiones neuronales por los nervios de las manos y agiliza el cálculo matemático. Olga consigue que sus alumnos no sólo dominen un instrumento, sino que sean músicos alfabéticos, que lean una partitura y sepan cómo suena y, al escuchar música, puedan escribirla.

Un añadido a sus clases es que afirma que la tecnología no es buena para los niños, atrofia los músculos y reducen el campo visual, así que Olga los ayuda con la música a seguir una disciplina lejos de todo lo que pueda dañarles, incluido chuparse el dedo y morderse las uñas.

El colofón final de esta entrañable profesora será su obra maestra cuando, con el tiempo, pueda abrir una escuela de Música sin ningún tipo de pruebas que limiten la enseñanza. La Música es un derecho para todos los que deseen conocerla, y Olga siempre estará dispuesta a sentirla acompañada por su fiel violín.

Teléfono: 664744235

Dirección: Avda. Ordoño II, num. 14, 3ºB

Correo electrónico: info@estudiomusicalleon.com

Web: www.estudiomusicalleon.com

Etiquetas
stats