'¡Nop!': puro talento

Una imagen promocional de '¡Nop!', la última película de Jordan Peele.

Antonio Boñar

Las primeras referencias cinematográficas que acuden a la mente del espectador al ver y saborear este nuevo prodigio de Jordan Peele son casi inmediatas: Spielberg y Shyamalan. Porque ¡Nop! (que alguien explique por favor la brillante idea de añadir los signos de exclamación al título en español) no solo bebe argumentalmente y sin disimulo de cintas como Tiburón (1975), Encuentros en la tercera fase (1977) o Señales (2002), sino que también percibimos la influencia de esos dos directores en la impecable ortografía de la cámara y en el magistral manejo de la intriga. Aunque con todo, el mayor mérito de Peele es haber sabido apoderarse de todos esos paradigmas formales sin caer nunca en la burda imitación, mostrando un lenguaje propio e inclasificable, construyendo una obra original, bella y perturbadora.

Después de habernos cautivado con Déjame salir (2017) y Nosotros (2019), el guionista y director neoyorquino confirma con este tercer largometraje su enorme talento para crear historias tan fascinantes como inquietantes, para teñirlas con un humor muy fino (quizás lo que más le distancia de sus maestros); y para contarlas con una gestión del ritmo cinematográfico y del suspense prodigiosos, seduciéndonos como lo haría la danza de una cobra justo antes de la picadura mortal. Además, en la película que nos ocupa, Peele nos atrapa con unas imágenes arrebatadas y hermosas, difíciles de catalogar pero que explican por sí solas la recurrente expresión 'magia del cine'.

¿Y el argumento? ¿Qué nos cuenta ¡Nop!? ¿Es una película de terror, de ciencia ficción, de intriga, de aventuras o cine fantástico? Pues es todo eso y más, porque en lo extraordinariamente particular de su trama reside mucho de su encanto. Digamos que todo empieza cuando un grupo de extravagantes inadaptados descubre que algo o alguien que parece no provenir de este planeta se esconde tras las nubes. Y hasta ahí puedo leer, como decía aquella presentadora de aquel otro famoso concurso televisivo de los 80.

Y es que la propuesta es tan maravillosamente insólita que la recomendación más certera sería la de que acudan a la sala sabiendo lo menos posible, sin prejuicios estériles y con la mente abierta para dejarse arrastrar sin complejos por esta hipnótica película. ¡Nop! nos reconcilia con esa maravillosa capacidad que tiene el buen cine para sorprendernos sin estruendos o idioteces sin alma, simplemente con talento, puro talento.

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