Subinspector Olivera: “Para los policías la noche tiene algo especial”

El Subinspector Olivera comienza su jornada nocturna.

Miguel Ámez

Preparado para comenzar su jornada laboral, el Subinspector Olivera perteneciente a la Policía Local nos recibe para contarnos su experiencia. Este leonés de 49 años lleva 26 dedicado a este oficio “apasionante” en el que ha trabajado en la noche desde que empezó.

Olivera comenta que trabajar de noche es una tarea que físicamente supone un coste y un desgaste importante que se nota con el paso de los años. “De joven estás más dispuesto a todo y mejor físicamente, pero es cierto que la noche termina afectándote mucho en los ritmos de sueño y en el bienestar general del día a día” asegura el Subinspector. Pero también afirma que para los policías la noche tiene algo especial, “hay un espíritu diferente. La noche suele ser tranquila, sin trafico ni barullo. Ocurren menos incidencias pero las que hay son de mayor entidad. Profesionalmente satisface más ya que son otro tipo de actuaciones y la problemática de la noche es diferente a la que surge durante el día”.

Son las 23.00 horas y a Olivera aún le quedan por delante 8 horas de trabajo en el que atender los posibles avisos si sucede algo. “Entre los agentes siempre se divide el día en tres turnos de ocho horas cada uno, salvo en servicios especiales o actuaciones que acontecen última hora y que se prolongan”, explica.

El servicio de noche se hace todo en vehículo salvo los puesto fijos de seguridad en dependencias, lo desempeña la Brigada Especial, de la que hay 3 o 4 patrullas y un equipo de Atestados. “Los fines de semana y en fiestas se incorpora una extra para realizar los controles de alcoholemia.

Desde niño jugando a 'polis y cacos'

“Me hice Policía por vocación. Ya desde chaval lo tuve claro y esto les costó algún que otro disgusto a mis padres, especialmente cuando dejé la carrera de Derecho para presentarme a las oposiciones a Policía”, comenta este leonés, quien tras aprobar las oposiciones retomó la licenciatura y la terminó, aunque asegura que nunca se ha planteado cambiar la Policía por la abogacía. “Como todo, este trabajo tiene sus pros y sus contras, pero creo que es un trabajo muy bonito, variado y con muchas facetas diferentes que lo enriquecen evitando totalmente la monotonía”.

“En general León es una ciudad tranquila”, asegura Olivera. En ocasiones puede surgir algún conflicto de cierta gravedad pero es algo puntual, las cosas habituales en el campo delictivo suelen ser robos o denuncias por violencia de género pero tampoco sucede a diario“. ”Ha habido épocas de mayor índice de delincuencia, pero en este momento las cosas están muy relajadas“. Algunas peleas en los pubs, consumo de alcohol, de drogas o robos, suelen formar parte de la tónica habitual, ”pero casi siempre a pequeña escala“, explica el Subinspector.

A parte de los falsos avisos de bomba que parece que hace unos años estuvieron de moda en los institutos, Olivera sí que ha vivido momentos de tensión en los que ha tenido que empuñar el arma para enfrentarse a situaciones de alto riesgo, “de esas en las que te preguntas ¿cómo va a acabar esto? Te podían disparar o te podías ver obligado a hacerlo tú”. En 26 años de trayectoria profesional recuerda dos ocasiones en las que tuvo un enfrentamiento con armas de fuego. “Estábamos arma frente a arma y... aunque afortunadamente no sucedió nada malo, esa situación te afecta más allá de terminar la operación e irte a casa, donde sigues pensando continuamente en los posibles finales que pudieron darse”.

La noche pasa factura

Este miembro de la Policía Local de León puntualiza que la calidad de vida de un trabajador de la noche es muy diferente a la que tiene una persona con una jornada diurna ya que condiciona la vida familiar, los planes de fin de semana o los tiempos de ocio que la gente normal planifica en fines de semana y festivos. “En nuestro caso muchas veces la familia se marcha de fin de semana y uno se queda porque tiene que trabajar”, explica Olivera. “De este modo las relaciones sociales se ven afectadas y las de familia también, ya que tampoco puedes compartir todo el tiempo que quisieras con tu hijo porque cuando él vuelve del instituto, tú llegas y tienes que echarte a dormir”.

“En cuestiones de alimentación, sobre todo cuando ya se tienen unos años de experiencia, lo mejor que se puede hacer es tratar de acomodarse a una dieta equilibrada que no haga sufrir demasiado al estómago”, explica Olivera quien asegura que es un comentario generalizado entre sus compañeros con los que comparte horario laboral nocturno ya que todos notan el cambio de horario, de sueño y desorden en las comidas.

“Otro inconveniente de trabajar de noche es la falta de luz”, explica Olivera, ya que en ocasiones la linterna falla, tienen que meterse en lugares en obras, sitios con poca visibilidad, edificios en construcción, y la falta de luz es un handicap para realizar su trabajo.

Lo que comenzó como un robo a una casa...

Anécdotas tiene muchas, pero Olivera recuerda especialmente la que fue una de sus primeras experiencias como Policía. Era nochebuena y comenzaba a amanecer. En una calle del barrio de Santa Ana, cuando aún había casas unifamiliares con pequeñas huertas e incluso ganado, uno ruidos alertaron a los vecinos que avisaron a la Policía, nada extraño en una noche como esa si no fuera porque los vecinos se habían ido al pueblo y la casa estaba vacía. Tras percibir que efectivamente se escuchaban ruidos y saltar la tapia, los agentes incluido Olivera se colocaron estratégicamente junto a puertas y ventanas.

Tras dar una patada a la vieja puerta de madera y tirarla abajo entraron corriendo en la vivienda empuñando el arma ante el desconocimiento de qué o a quién se iban a encontrar allí.

“Cual fue nuestra sorpresa cuando desembocamos en una cuadra y allí estaba el dueño de la casa ordeñando a su vaca. Del susto el caldero lleno de leche se le cayó al suelo mientras el hombre tras ver varias armas apuntándole se puso muy nervioso. Después de tranquilizarle todo quedo en una historia que contar, graciosa, menos por el gran susto que se llevo el pobre hombre”, cuenta Olivera.

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