'Invidentes por el Bosque de los Sentidos'

Invidentes por el Bosque de los Sentidos

Aitor y Mónica

“Por fin llegó el día!!! Qué ganas de salir de ruta senderista con estas personas que se merece un grandísimo aplauso por su valentía y ganas de vivir y disfrutar sin que nada les detenga, se caen, se levantan y encima ríen, ahora mismo me acuerdo de David, que al pasar el rio casi... bueno lo dejo para luego que me lío y se me calienta la boca...

El madrugón es de aupa, pero con un subidón de miedo! Hay ganas y a tope, mochilón de los grandes por si acaso, por si..., por si... ya se sabe. Cámara de fotos, gps, walkies, ropa, comida y de sorpresa... un par de termos de café con leche y unas magdalenas que habíamos preparado Mónica y yo para tomar todo el grupo junto a media mañana haciendo un descansito y comentando que tal iba la ruta (y de paso nos servía para entrar un poco en calor pues la predicción del tiempo eran temperaturas muy bajas, aunque sin agua ni nieve).

7:30 de la mañana y ya saliendo en el bus con dirección al Parque Natural de las Batuecas-Peña de Francia, en el camino vamos recogiendo más senderistas y en total seremos unos 32. En el trayecto vemos nieve. Nos hacemos ilusiones, quizás podamos hacer nuestra ruta pisando la blanca nieve y tirándonos unas cuantas bolas... pero no, al llegar a nuestro destino nos damos cuenta que allí no había caído y un copo! Cahissssss Cada uno coge su mochila, sus bastones, el gorros, los guantes y a caminarrrrr!!

Empezamos muy despacio para no separarnos mucho, algunos aunque sean invidentes, tienen otros sentidos muy bien desarrollados y andan muy bien, sin embargo otros totalmente ciegos y poco acostumbrados a este medio, les cuesta más adaptarse al camino, pero sonríen y le echan unas ganas tremendas, seguro que van sufriendo, pero no se quejan. Nos encontramos los primeros obstáculos y con ello, llegan los primeros tropezones. En el camino hay muchísima piedra pero despacio todo se anda. Me doy cuenta que en el grupo hay varias formas de llevar a las personas invidentes, una pareja llevan un palo que el guía coge por adelante y el ciego por detrás, otra, hombro con hombro, otra agarrada del brazo, otra rozando un poco a la persona que ve, otro con perro guía y a ratos sin él, sólo escuchando las palabras del guía personal... es el caso de mi cuñado que alterna su preciosa perrita con el ir escuchándome a mi sin ir agarrado a nada. Increíble, tod@s se entienden bastante bien y me parecen unos portento!!

Pasamos por distintas esculturas (una piedra remendada, búhos metálicos, una casita...) y los excursionistas tocan y retocan todo, de eso se trata, y da gusto ver cómo les llama la atención. Para ellos es una nueva forma de caminar y disfrutar de un paseo por el monte. Van escuchando el sonido de la naturaleza: el cantar de los pájaros, el correr el río... Les vamos contando todo lo que nosotros vemos: paisaje, flora, fauna, etc. etc., etc. Entramos en el pueblo Casas del Conde donde está Amador, un lugareño que hace maravillas con la madera. Muy amablemente invita a los excursionista a disfrutas de sus obras... imaginaros a los invidentes cuando empiezan a tocar todas las tallas y todo su trabajo, es increíble y emocionante! Continuamos la ruta y nos encontramos un montón de olivos con el tronco tallado con figuras, se vuelven locos por tocarlos y sentir. Seguimos andando y llegamos a un riachuelo que tenemos que cruzar. Uno se cae, afortunadamente sin consecuencias pero se moja, eso sí, con una gran sonrisa de oreja a oreja (espectacular), no se queja ni una pizca. A otros les ayudamos a dar grandes pasos por encima de las piedras con nuestra voz y algún afortunad@, hasta pasa a burro encima de mi espalda, jajajaja Qué divertido para ellos... y para nosotros!!

Tras otro rato caminando, nos encontramos una puerta. Sí, una puerta, no me he equivocado. ¿y que hace en mitad del campo? Si llamo, ¿habrá alguien? No creo que ningún caco venga hasta aquí a robar jajaja sin duda muy curioso...

Buena subida queda hasta el pueblo de San Martín del Castañar, donde comemos dentro de una sala del ayuntamiento que nos han prestado y qué bien, ya que hacia bastante frio y aire. Tomamos un cafecito, y seguimos con visita al pueblo: sus piscinas naturales, la plaza de toros (donde comienza a nevar ligeramente), el castillo y las ermitas. También tenemos tiempo de hacer alguna compra...

La ruta se hizo a un ritmo muy despacito, no todos andan igual y tuvimos que tomar la decisión de acortar la ruta ya que siempre andamos con las horas del bus muy pillados, de echo llegamos a casa a las 21:00, pero ellos encantados, ya que también tuvimos la oportunidad de visitar el pueblo de Miranda del Castañar y un museo-bodega.

Nuestras sensaciones como guías del grupo, alucinantes. Nos sentimos emocionados al notar que se lo han pasado como enanos y lo han disfrutado muchísimo. Qué gran satisfacción!!

¡Quiero más! Se lo merecen. Todavía recuerdo sus caras de felicidad al sentir en sus manos en contacto con la naturaleza, sintiendo las obras de arte, pero también tocando el musgo de las piedras, las distintas plantas, los madroños, los robles, disfrutando de los distintos olores... Gracias. Repetiremos“.

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